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Introducción

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Alejandro

Amanitore

Ambiórix

Basilio II

Bà Triệu

Catalina de Médici (de la magnificencia)

Catalina de Médici (Reina negra)

Ciro

Cleopatra (egipcia)

Cleopatra (ptolemaica)

Eduviges

Federico Barbarroja

Felipe II

Gandhi

Gilgamesh

Gitarja

Gorgo

Hammurabi

Harald Haardrade (konge)

Harald Haardrade (varego)

Hōjō Tokimune

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Jayavarman

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Juan III

Julio César

Kublai Kan (China)

Luis II

Menelik II

Moctezuma

Nader Shah

Nzinga Mbande

Nzinga Mvemba

Pedro

Pedro II

Pericles

Qin (Mandato del cielo)

Qin (unificador)

Ramsés II

Saladino (sultán)

Saladino (visir)

Señora Seis Cielo

Simón Bolívar

Teddy Roosevelt (Alce)

Teddy Roosevelt (Jinete duro)

Teodora

Tokugawa

Tomiris

Trajano

Victoria (Era del imperio)

Victoria (Era del vapor)

Wu Zetian

Yongle

Victoria
Habilidad exclusiva

Pax Britannica

Todas las ciudades fundadas en un continente distinto a tu continente de origen recibirán una unidad cuerpo a cuerpo gratis. Si construyes allí un Astillero de la Marina Real recibirás otra unidad cuerpo a cuerpo adicional. Consigues la unidad exclusiva Casaca roja cuando investigues la tecnología Belicología.

Resumen
Victoria es una joven educada y amable... mientras se salga con la suya. Pero si no le permites estar en tu continente, ¡no le hará ninguna gracia!
Visión detallada
Inglaterra (y Victoria) dominan la proyección del poder británico por todo el mundo y en todos los continentes. Inicialmente usará los Astilleros de la Marina Real y sus Lobos de mar para hacerse con el control de los mares. Luego, pasará a los Casacas rojas durante la Revolución Industrial para asentar sus posiciones en todo el mundo. Su largo alcance complementará la Arqueología duplicada de Inglaterra, lo que le permitirá dar un gran salto hacia una victoria cultural.
Contexto histórico
Victoria se casó con el príncipe Alberto, tuvo nueve hijos y 42 nietos (lo que acabó por unir a la casa de Windsor con casi todas las monarquías de Europa) y reinó sobre Gran Bretaña y su imperio durante 63 años azarosos... No es de extrañar que la joven Victoria, como posible heredera, fuera preparada por el trono desde una edad muy temprana. Más adelante, describiría su infancia como "bastante melancólica". Su madre era enormemente protectora, y Victoria se crio aislada del resto de los niños siguiendo el "sistema Kensington", un intrincado conjunto de reglas y protocolos que regulaba todas las facetas de la conducta. Se le prohibía reunirse con cualquier persona que se considerara "indeseable" (que, en opinión de su madre, era casi todo el mundo).

Como era de esperar, la joven y brillante mujer –extremadamente bien educada por tutores privados en palacio, del que muy rara vez salía– quedó harta de todas estas reglas. Al alcanzar la mayoría de edad, la princesa le pidió dos cosas a su padre el rey: que se le dejara una hora cada día sin acompañantes y que se retirara su cama de la suite de su madre y se le diera un dormitorio propio. En mayo de 1836, fue presentada a Alberto, príncipe de Sajonia-Coburgo-Gotha, uno de los muchos pretendientes que tenía. Quedó prendada de él y llegó a escribir a su tío, el rey Leopoldo de Bélgica, que los había presentado, para darle las gracias "por la perspectiva de una gran felicidad... en la persona del querido Alberto". Pero, como solo tenía 17 años, se negó a pensar en el matrimonio todavía.

Gran Bretaña solo se salvó de una regencia que podía haber sido muy desafortunada en manos de su madre y el amante de esta, el ambicioso sir John Conroy, –una posibilidad que temía el rey Guillermo, quien declaró que solo deseaba vivir hasta que Victoria llegara a la mayoría de edad para gobernar– cuando la chica cumplió los 18 años, en mayo de 1837. Su padre murió menos de un mes más tarde, y ella se convirtió en reina de Gran Bretaña. Una de sus primeras medidas fue prohibir que Conroy estuviera en su presencia y cortar todos los lazos personales con la viuda reina consorte. Alberto volvió a Londres para renovar sus lazos con Victoria y se casaron cinco días más tarde en el castillo de Windsor, en octubre de 1839. Por muchos defectos que tuviera el príncipe Alberto, es innegable que tuvo un efecto estabilizador y relajante en Victoria, que también se vio cautivada intelectualmente por sus creencias en las reformas sociales y en las innovaciones "modernas".

El largo reinado de Victoria podría verse como una sucesión de guerras en lugares lejanos: las guerras anglo-afganas, las guerras del Opio, las guerras anglo-sij, las guerras Xhosa, las guerras anglo-birmanas, la guerra de Crimea, la guerra anglo-persa, el motín de la India (que le valió el título de "emperatriz"), las guerras Ashanti, las guerras zulúes, dos guerras Bóers, la guerra Mahdista y la Rebelión de los Bóxers, además de otras aventuras militares. La realidad de la Pax Britannica comportaba una gran cantidad de sangre derramada. Sin embargo, dejó toda esta locura en manos de sus muchos primeros ministros y del Parlamento y se dedicó a sus propias metas... embarazos repetidos y, a instancia de Alberto, reformas sociales para las clases bajas.

Inglaterra sufría todos los males (y algunos más) propios de una sociedad industrial, y la corona –personificada en Victoria y Alberto– tomó la iniciativa para subsanarlos. Algunos creían en la filosofía de la ayuda propia, por lo que los desgraciados "se curaban" por sí mismos de lo que les afligía, ya fuera la bebida, las drogas o la pobreza. Sin embargo, muchos creían que el gobierno y los ricos debían velar mejor por la suerte colectiva de las masas andrajosas. Se crearon por toda Inglaterra cientos de organizaciones de beneficencia, a muchas de las cuales Victoria o Alberto prestaron su reputación. Se pusieron en marcha "experimentos" sociales, como las comunidades utópicas de Robert Owens. Autores como Dickens y Thackeray llamaron la atención sobre la difícil situación de las clases trabajadoras. Como la realeza británica todavía tenía alguna mano en las cuestiones de estado, aunque solo fuera por influir en la opinión popular, Victoria abogó por reformas tales como la ley de Educación Primaria (con escolarización gratuita a todos los niños hasta los diez años) y las leyes de Causas Matrimoniales (que convirtieron el divorcio en una cuestión legal, en lugar de religiosa, y permitieron que una mujer tuviera el pleno control de sus derechos civiles y luego de sus finanzas).

Mientras tanto, Victoria se contagió del interés de Alberto por la ciencia como una forma de mejorar la suerte de las personas, compartido por muchos diletantes de la clase alta que necesitaban algo divertido que hacer. La corona alentó y llegó a financiar a veces a todos aquellos aventureros británicos que vagaban por el mundo escalando montañas, cruzando desiertos penosamente y abriéndose camino por selvas, matando o recogiendo animales exóticos, haciendo el nativo con las tribus primitivas y, en general, husmeando por todas partes. El racionalismo se extendía, e incluso Victoria tenía curiosidad por ver si la tecnología podría salvar el orden social y mantener a raya la decadencia moral. Se reunían miles de personas para ver las exposiciones de la Real Sociedad de Horticultura, de la Real Sociedad de Londres para el Avance de la Ciencia Natural y de la Gran Exposición de los Trabajos de Industria de Todas las Naciones (1851, la primera "exposición universal"). En el aspecto práctico, "el Gran Hedor de 1858" llevó a la corona a sufragar en parte la mayor obra de ingeniería de la Inglaterra victoriana: un sistema de alcantarillado para Londres.

En diciembre de 1861, el príncipe Alberto murió de fiebre tifoidea. Con el corazón roto, una Victoria adusta y estoica llevaría el luto durante el resto de su vida. Aunque hubo rumores de que se consoló un poco con John Brown, su criado escocés, que la acompañaba a todas partes. Fuera cual fuera su relación, después de la muerte de Alberto, Victoria se recluyó en sus castillos y palacios, redujo sus apariciones en público y rara vez puso un pie en Londres durante el resto de su vida.

En el momento del jubileo de oro de Victoria, en 1887, el imperio británico estaba cerca de su apogeo. Era la primera "superpotencia" verdadera del mundo, pues sus tentáculos llegaban a todos los rincones de la sociedad, de la cultura, de las finanzas y de la política en todo el mundo. Conforme a los deseos de Victoria, la celebración fue reservada –y moral– y consistió en una procesión y un servicio religioso de agradecimiento en la abadía de Westminster. Cuando se acercó el jubileo de diamante de Victoria, esta superó a Jorge III como la persona que más tiempo había reinado en Inglaterra o Escocia (y casi en cualquier otro lugar) en la historia. Una vez más, insistió en que el jubileo fuera una celebración del imperio, en lugar de su reinado. A principios de enero de 1901, la reina regente Victoria empezó a encontrarse "débil e indispuesta" y murió tranquilamente el 22 de enero, tan digna y reservada en la muerte como en la vida.
icon_leader_victoria
No dejéis que otras personas vean vuestros sentimientos momentáneos de irritación e incomodidad (muy naturales y habituales, por otra parte).

Rasgos

Civilizaciones
icon_civilization_england
Inglaterra
Unidades especiales
Casaca roja

Preferencias

Agendas
Imperio donde nunca se pone el sol
Le gustan las civilizaciones de su continente natal y quiere expandirse a todos los continentes. No le gustan las civilizaciones en las que Inglaterra no tenga ciudades.
Religión
icon_religion_protestantism
Protestantismo
icon_leader_victoria
No dejéis que otras personas vean vuestros sentimientos momentáneos de irritación e incomodidad (muy naturales y habituales, por otra parte).

Rasgos

Civilizaciones
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Inglaterra
Unidades especiales
Casaca roja

Preferencias

Agendas
Imperio donde nunca se pone el sol
Le gustan las civilizaciones de su continente natal y quiere expandirse a todos los continentes. No le gustan las civilizaciones en las que Inglaterra no tenga ciudades.
Religión
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Protestantismo
Habilidad exclusiva

Pax Britannica

Todas las ciudades fundadas en un continente distinto a tu continente de origen recibirán una unidad cuerpo a cuerpo gratis. Si construyes allí un Astillero de la Marina Real recibirás otra unidad cuerpo a cuerpo adicional. Consigues la unidad exclusiva Casaca roja cuando investigues la tecnología Belicología.

Resumen
Victoria es una joven educada y amable... mientras se salga con la suya. Pero si no le permites estar en tu continente, ¡no le hará ninguna gracia!
Visión detallada
Inglaterra (y Victoria) dominan la proyección del poder británico por todo el mundo y en todos los continentes. Inicialmente usará los Astilleros de la Marina Real y sus Lobos de mar para hacerse con el control de los mares. Luego, pasará a los Casacas rojas durante la Revolución Industrial para asentar sus posiciones en todo el mundo. Su largo alcance complementará la Arqueología duplicada de Inglaterra, lo que le permitirá dar un gran salto hacia una victoria cultural.
Contexto histórico
Victoria se casó con el príncipe Alberto, tuvo nueve hijos y 42 nietos (lo que acabó por unir a la casa de Windsor con casi todas las monarquías de Europa) y reinó sobre Gran Bretaña y su imperio durante 63 años azarosos... No es de extrañar que la joven Victoria, como posible heredera, fuera preparada por el trono desde una edad muy temprana. Más adelante, describiría su infancia como "bastante melancólica". Su madre era enormemente protectora, y Victoria se crio aislada del resto de los niños siguiendo el "sistema Kensington", un intrincado conjunto de reglas y protocolos que regulaba todas las facetas de la conducta. Se le prohibía reunirse con cualquier persona que se considerara "indeseable" (que, en opinión de su madre, era casi todo el mundo).

Como era de esperar, la joven y brillante mujer –extremadamente bien educada por tutores privados en palacio, del que muy rara vez salía– quedó harta de todas estas reglas. Al alcanzar la mayoría de edad, la princesa le pidió dos cosas a su padre el rey: que se le dejara una hora cada día sin acompañantes y que se retirara su cama de la suite de su madre y se le diera un dormitorio propio. En mayo de 1836, fue presentada a Alberto, príncipe de Sajonia-Coburgo-Gotha, uno de los muchos pretendientes que tenía. Quedó prendada de él y llegó a escribir a su tío, el rey Leopoldo de Bélgica, que los había presentado, para darle las gracias "por la perspectiva de una gran felicidad... en la persona del querido Alberto". Pero, como solo tenía 17 años, se negó a pensar en el matrimonio todavía.

Gran Bretaña solo se salvó de una regencia que podía haber sido muy desafortunada en manos de su madre y el amante de esta, el ambicioso sir John Conroy, –una posibilidad que temía el rey Guillermo, quien declaró que solo deseaba vivir hasta que Victoria llegara a la mayoría de edad para gobernar– cuando la chica cumplió los 18 años, en mayo de 1837. Su padre murió menos de un mes más tarde, y ella se convirtió en reina de Gran Bretaña. Una de sus primeras medidas fue prohibir que Conroy estuviera en su presencia y cortar todos los lazos personales con la viuda reina consorte. Alberto volvió a Londres para renovar sus lazos con Victoria y se casaron cinco días más tarde en el castillo de Windsor, en octubre de 1839. Por muchos defectos que tuviera el príncipe Alberto, es innegable que tuvo un efecto estabilizador y relajante en Victoria, que también se vio cautivada intelectualmente por sus creencias en las reformas sociales y en las innovaciones "modernas".

El largo reinado de Victoria podría verse como una sucesión de guerras en lugares lejanos: las guerras anglo-afganas, las guerras del Opio, las guerras anglo-sij, las guerras Xhosa, las guerras anglo-birmanas, la guerra de Crimea, la guerra anglo-persa, el motín de la India (que le valió el título de "emperatriz"), las guerras Ashanti, las guerras zulúes, dos guerras Bóers, la guerra Mahdista y la Rebelión de los Bóxers, además de otras aventuras militares. La realidad de la Pax Britannica comportaba una gran cantidad de sangre derramada. Sin embargo, dejó toda esta locura en manos de sus muchos primeros ministros y del Parlamento y se dedicó a sus propias metas... embarazos repetidos y, a instancia de Alberto, reformas sociales para las clases bajas.

Inglaterra sufría todos los males (y algunos más) propios de una sociedad industrial, y la corona –personificada en Victoria y Alberto– tomó la iniciativa para subsanarlos. Algunos creían en la filosofía de la ayuda propia, por lo que los desgraciados "se curaban" por sí mismos de lo que les afligía, ya fuera la bebida, las drogas o la pobreza. Sin embargo, muchos creían que el gobierno y los ricos debían velar mejor por la suerte colectiva de las masas andrajosas. Se crearon por toda Inglaterra cientos de organizaciones de beneficencia, a muchas de las cuales Victoria o Alberto prestaron su reputación. Se pusieron en marcha "experimentos" sociales, como las comunidades utópicas de Robert Owens. Autores como Dickens y Thackeray llamaron la atención sobre la difícil situación de las clases trabajadoras. Como la realeza británica todavía tenía alguna mano en las cuestiones de estado, aunque solo fuera por influir en la opinión popular, Victoria abogó por reformas tales como la ley de Educación Primaria (con escolarización gratuita a todos los niños hasta los diez años) y las leyes de Causas Matrimoniales (que convirtieron el divorcio en una cuestión legal, en lugar de religiosa, y permitieron que una mujer tuviera el pleno control de sus derechos civiles y luego de sus finanzas).

Mientras tanto, Victoria se contagió del interés de Alberto por la ciencia como una forma de mejorar la suerte de las personas, compartido por muchos diletantes de la clase alta que necesitaban algo divertido que hacer. La corona alentó y llegó a financiar a veces a todos aquellos aventureros británicos que vagaban por el mundo escalando montañas, cruzando desiertos penosamente y abriéndose camino por selvas, matando o recogiendo animales exóticos, haciendo el nativo con las tribus primitivas y, en general, husmeando por todas partes. El racionalismo se extendía, e incluso Victoria tenía curiosidad por ver si la tecnología podría salvar el orden social y mantener a raya la decadencia moral. Se reunían miles de personas para ver las exposiciones de la Real Sociedad de Horticultura, de la Real Sociedad de Londres para el Avance de la Ciencia Natural y de la Gran Exposición de los Trabajos de Industria de Todas las Naciones (1851, la primera "exposición universal"). En el aspecto práctico, "el Gran Hedor de 1858" llevó a la corona a sufragar en parte la mayor obra de ingeniería de la Inglaterra victoriana: un sistema de alcantarillado para Londres.

En diciembre de 1861, el príncipe Alberto murió de fiebre tifoidea. Con el corazón roto, una Victoria adusta y estoica llevaría el luto durante el resto de su vida. Aunque hubo rumores de que se consoló un poco con John Brown, su criado escocés, que la acompañaba a todas partes. Fuera cual fuera su relación, después de la muerte de Alberto, Victoria se recluyó en sus castillos y palacios, redujo sus apariciones en público y rara vez puso un pie en Londres durante el resto de su vida.

En el momento del jubileo de oro de Victoria, en 1887, el imperio británico estaba cerca de su apogeo. Era la primera "superpotencia" verdadera del mundo, pues sus tentáculos llegaban a todos los rincones de la sociedad, de la cultura, de las finanzas y de la política en todo el mundo. Conforme a los deseos de Victoria, la celebración fue reservada –y moral– y consistió en una procesión y un servicio religioso de agradecimiento en la abadía de Westminster. Cuando se acercó el jubileo de diamante de Victoria, esta superó a Jorge III como la persona que más tiempo había reinado en Inglaterra o Escocia (y casi en cualquier otro lugar) en la historia. Una vez más, insistió en que el jubileo fuera una celebración del imperio, en lugar de su reinado. A principios de enero de 1901, la reina regente Victoria empezó a encontrarse "débil e indispuesta" y murió tranquilamente el 22 de enero, tan digna y reservada en la muerte como en la vida.
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