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Catalina de Médici (de la magnificencia)

Catalina de Médici (Reina negra)

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Cleopatra (egipcia)

Cleopatra (ptolemaica)

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Harald Haardrade (konge)

Harald Haardrade (varego)

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Jayavarman

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Kublai Kan (China)

Luis II

Menelik II

Moctezuma

Nader Shah

Nzinga Mbande

Nzinga Mvemba

Pedro

Pedro II

Pericles

Qin (Mandato del cielo)

Qin (unificador)

Ramsés II

Saladino (sultán)

Saladino (visir)

Señora Seis Cielo

Simón Bolívar

Teddy Roosevelt (Alce)

Teddy Roosevelt (Jinete duro)

Teodora

Tokugawa

Tomiris

Trajano

Victoria (Era del imperio)

Victoria (Era del vapor)

Wu Zetian

Yongle

Nzinga Mvemba
Habilidad exclusiva

Conversión religiosa

No puede construir distritos de Lugar sagrado, obtener Grandes profetas ni fundar religiones. Obtiene todas las creencias de cualquier religión que se haya establecido en la mayoría de sus ciudades. Recibe a un Apóstol cada vez que finalice un distrito M'banza o Teatro (de la religión mayoritaria de esa ciudad).

Resumen
El Congo de Mvemba es un territorio de aparentes paradojas: una civilización religiosa sin generación de Fe ni Lugares sagrados, que puede crecer hasta tener una Población enorme en mitad de la selva tropical.
Visión detallada
El impulso inicial del Congo es tomar todos los Bosques y Selvas tropicales que pueda (cosa que no debería ser un problema, a no ser que Brasil esté cerca). Usando M'banzas (que proporcionan abundante Alojamiento incluso en la Edad Media) y Alimentos de las casillas de Bosque o Selva tropical, puede conseguir ciudades grandes rápidamente. Mvemba también elegirá la religión más grande del juego y la propagará en la mayoría de sus ciudades, así que el Congo puede duplicar las bonificaciones por creencias adicionales y de fundador (¡sin tener que generar ni un solo punto de Fe !). Si termina consiguiendo Fe , puede usarla para patrocinar grandes personajes. Esto aumentará su habilidad de civilización Nkisi, que ya les permite generar grandes obras en abundancia con rendimiento mejorado. Al combinar rendimientos de bonificación de la religión y de las grandes obras, el Congo puede aspirar a cualquier victoria, aunque la cultural le va como anillo al dedo.
Contexto histórico
Prácticamente todo lo que se sabe del largo reinado de Afonso I del Congo proviene de su correspondencia con los reyes de Portugal Manuel I y Juan III. Los pocos contemporáneos que estaban presentes en la corte tenían poco que decir..., o no quedó por escrito gran cosa de lo que dijesen. Por suerte, las cartas de Afonso son largas, detalladas y, a veces incluso, reveladoras; la mayoría de ellas son quejas extensas sobre el mal comportamiento de los aventureros, colonos, funcionarios y comerciantes portugueses.

Nzinga Mvemba –primogénito del manicongo (señor del Congo) Nzinga a Nkuwu– era el quinto de su dinastía y tenía unos 30 años cuando los portugueses llegaron a la capital, M'banzacongo, en mayo de 1491 d. C., siguiendo los pasos del explorador Diogo Cão. Su padre se convirtió rápidamente al catolicismo (tal vez una decisión sabia, si había oído historias de cómo la Iglesia convertía a los infieles en otros reinos), y adoptó el nombre de João I; Mvemba también se bautizó y pasó a llamarse Afonso. Lo hicieron regresar de la provincia de Nsundi que administra para estudiar con sacerdotes "piadosos" y "consejeros" portugueses del rey. De acuerdo con los informes de estos sacerdotes, era un discípulo entusiasta y "verdadero" del cristianismo.

De hecho, tan comprometido con su fe estaba Afonso que hizo destruir las obras de arte nativas que pudieran ofender la sensibilidad católica y puso en marcha un programa de incentivos a la conversión en la provincia. Su alianza con los portugueses católicos le fue de gran utilidad cuando su padre murió. Los reyes del Congo eran electos, y no había ninguna garantía de que el converso pudiera suceder a su padre, pese a la fe del anciano. Pero la madre de Afonso, una señora inteligente, logró mantener en secreto la muerte del rey hasta que su hijo pudiera regresar a la capital y reunir seguidores. Cuando el anuncio se hizo finalmente, Afonso estaba presente con sus seguidores (celestiales y de otro tipo) y se convirtió rápidamente en el manicongo.

Pero no todo fue un camino de rosas para el Congo. El hermanastro de Afonso –Mpanzu– había levantado un ejército para marchar sobre M'banza en menos de una semana (bastante rápido, teniendo en cuenta que las semanas en el Congo duraban cuatro días). Tras renunciar al cristianismo, su ejército creció rápidamente entre los que veneraban a Nzambi a Mpungu, el creador que existía únicamente fuera del mundo físico. Cuando Mpanzu intentó asaltar la capital, Dios intervino, según Afonso. Santiago y cinco "jinetes celestiales" aparecieron en el cielo y la horda pagana huyó del campo de batalla. El milagro, que Afonso describe en una carta (tal vez un poco sesgada), acabó con cualquier oposición a su gobierno.

Parece ser que el milagro también instó a Afonso I a asegurarse de que su reino siguiera el camino de la virtud, porque pasó mucho tiempo tratando de hacer católico al Congo. Fundó la Iglesia Católica y Romana del Congo y financió sus iglesias y escuelas con el erario real (en su mayoría sacado de impuestos a la gente). En 1516, había 1000 estudiantes inscritos en M'banza, donde los niños aprendían a leer y a escribir y a ser buenos católicos. Afonso pasó mucho tiempo tratando de fusionar las tradiciones religiosas del Congo con el cristianismo de Europa, pero no funcionó. También envió a algunos de sus familiares a estudiar a Europa, incluido su hijo Kinu a Mvemba, al que el Vaticano nombró obispo en 1518.

Por sus desvelos, Afonso se ganó el sobrenombre de "Apóstol del Congo" entre los padres de la Iglesia.

Pese a ser un católico acérrimo, Afonso no estaba lo que se dice enamorado de los portugueses. Aunque en apariencia se mostraba abierto a la modernización, se negó a adoptar el código legal portugués cuando se le presionó y bloqueó las leyes que permitían la venta de tierras a los mineros portugueses. Pero fue el tema de la esclavitud el que resultó ser el más polémico. En una serie de cartas a partir de 1526, Afonso condenaba la violencia de los portugueses en lo referente al tráfico de esclavos en el Atlántico; de hecho, amenazó con clausurar los centros esclavistas que operaban desde las tierras que controlaba. Atribuyó la desestabilización de su país al creciente comercio portugués de esclavos en las provincias del sur del Congo. Pero muchos de sus propios nobles se beneficiaban del tráfico de personas, y por lo tanto el único límite de verdad que Afonso logró imponer fue un comité real para determinar el estado ("libre" en contraposición a los diversos estados de esclavitud) de todas las personas que se ponían a la venta.

Pese a esto, Afonso firmó el "regimento" de 1512 por el que el reino del Congo aceptaba las instituciones portuguesas, concedía derechos extraterritoriales a los portugueses que vivían en la tierra y permitía la venta de esclavos "legítimos" a los comerciantes lusos. Con la ayuda de Portugal y de los comerciantes portugueses, Afonso reconstruyó la capital con piedra. Con las armas portuguesas y las bendiciones católicas, sus tropas expandieron el reino hacia el sur y el este. La corona del Congo también controlaba todo el comercio exterior, y Afonso aumentó la exportación de marfil y rafia a Europa para llenar sus arcas y poder pagar así todos estos beneficios de la "modernidad".

Mientras se acercaba al final de su vida, varios de sus muchos hijos comenzaron a maniobrar. En 1539, el envejecido rey evitó que lo asesinaran mientras asistía al servicio de Pascua, un complot en el que participaron varios portugueses residentes en el país. En 1542 (o tal vez 1543, ya que los registros del Congo eran lo que eran), Afonso murió tranquilamente. Lo sucedió su hijo Pedro Afonso, pero no le fue muy bien, pues uno de los diversos nietos de Afonso (que respondía al nombre de Diogo) lo derrocaría un par de años más tarde.
icon_leader_mvemba
Las buenas obras conllevan buenos vecinos.

Rasgos

Civilizaciones
icon_civilization_kongo
Congo

Preferencias

Agendas
Fiel entusiasta
Le gustan las civilizaciones que llevan la religión al Congo. No le gustan las civilizaciones que han fundado una religión pero no la llevan a una ciudad congoleña.
Religión
icon_religion_catholicism
Catolicismo
icon_leader_mvemba
Las buenas obras conllevan buenos vecinos.

Rasgos

Civilizaciones
icon_civilization_kongo
Congo

Preferencias

Agendas
Fiel entusiasta
Le gustan las civilizaciones que llevan la religión al Congo. No le gustan las civilizaciones que han fundado una religión pero no la llevan a una ciudad congoleña.
Religión
icon_religion_catholicism
Catolicismo
Habilidad exclusiva

Conversión religiosa

No puede construir distritos de Lugar sagrado, obtener Grandes profetas ni fundar religiones. Obtiene todas las creencias de cualquier religión que se haya establecido en la mayoría de sus ciudades. Recibe a un Apóstol cada vez que finalice un distrito M'banza o Teatro (de la religión mayoritaria de esa ciudad).

Resumen
El Congo de Mvemba es un territorio de aparentes paradojas: una civilización religiosa sin generación de Fe ni Lugares sagrados, que puede crecer hasta tener una Población enorme en mitad de la selva tropical.
Visión detallada
El impulso inicial del Congo es tomar todos los Bosques y Selvas tropicales que pueda (cosa que no debería ser un problema, a no ser que Brasil esté cerca). Usando M'banzas (que proporcionan abundante Alojamiento incluso en la Edad Media) y Alimentos de las casillas de Bosque o Selva tropical, puede conseguir ciudades grandes rápidamente. Mvemba también elegirá la religión más grande del juego y la propagará en la mayoría de sus ciudades, así que el Congo puede duplicar las bonificaciones por creencias adicionales y de fundador (¡sin tener que generar ni un solo punto de Fe !). Si termina consiguiendo Fe , puede usarla para patrocinar grandes personajes. Esto aumentará su habilidad de civilización Nkisi, que ya les permite generar grandes obras en abundancia con rendimiento mejorado. Al combinar rendimientos de bonificación de la religión y de las grandes obras, el Congo puede aspirar a cualquier victoria, aunque la cultural le va como anillo al dedo.
Contexto histórico
Prácticamente todo lo que se sabe del largo reinado de Afonso I del Congo proviene de su correspondencia con los reyes de Portugal Manuel I y Juan III. Los pocos contemporáneos que estaban presentes en la corte tenían poco que decir..., o no quedó por escrito gran cosa de lo que dijesen. Por suerte, las cartas de Afonso son largas, detalladas y, a veces incluso, reveladoras; la mayoría de ellas son quejas extensas sobre el mal comportamiento de los aventureros, colonos, funcionarios y comerciantes portugueses.

Nzinga Mvemba –primogénito del manicongo (señor del Congo) Nzinga a Nkuwu– era el quinto de su dinastía y tenía unos 30 años cuando los portugueses llegaron a la capital, M'banzacongo, en mayo de 1491 d. C., siguiendo los pasos del explorador Diogo Cão. Su padre se convirtió rápidamente al catolicismo (tal vez una decisión sabia, si había oído historias de cómo la Iglesia convertía a los infieles en otros reinos), y adoptó el nombre de João I; Mvemba también se bautizó y pasó a llamarse Afonso. Lo hicieron regresar de la provincia de Nsundi que administra para estudiar con sacerdotes "piadosos" y "consejeros" portugueses del rey. De acuerdo con los informes de estos sacerdotes, era un discípulo entusiasta y "verdadero" del cristianismo.

De hecho, tan comprometido con su fe estaba Afonso que hizo destruir las obras de arte nativas que pudieran ofender la sensibilidad católica y puso en marcha un programa de incentivos a la conversión en la provincia. Su alianza con los portugueses católicos le fue de gran utilidad cuando su padre murió. Los reyes del Congo eran electos, y no había ninguna garantía de que el converso pudiera suceder a su padre, pese a la fe del anciano. Pero la madre de Afonso, una señora inteligente, logró mantener en secreto la muerte del rey hasta que su hijo pudiera regresar a la capital y reunir seguidores. Cuando el anuncio se hizo finalmente, Afonso estaba presente con sus seguidores (celestiales y de otro tipo) y se convirtió rápidamente en el manicongo.

Pero no todo fue un camino de rosas para el Congo. El hermanastro de Afonso –Mpanzu– había levantado un ejército para marchar sobre M'banza en menos de una semana (bastante rápido, teniendo en cuenta que las semanas en el Congo duraban cuatro días). Tras renunciar al cristianismo, su ejército creció rápidamente entre los que veneraban a Nzambi a Mpungu, el creador que existía únicamente fuera del mundo físico. Cuando Mpanzu intentó asaltar la capital, Dios intervino, según Afonso. Santiago y cinco "jinetes celestiales" aparecieron en el cielo y la horda pagana huyó del campo de batalla. El milagro, que Afonso describe en una carta (tal vez un poco sesgada), acabó con cualquier oposición a su gobierno.

Parece ser que el milagro también instó a Afonso I a asegurarse de que su reino siguiera el camino de la virtud, porque pasó mucho tiempo tratando de hacer católico al Congo. Fundó la Iglesia Católica y Romana del Congo y financió sus iglesias y escuelas con el erario real (en su mayoría sacado de impuestos a la gente). En 1516, había 1000 estudiantes inscritos en M'banza, donde los niños aprendían a leer y a escribir y a ser buenos católicos. Afonso pasó mucho tiempo tratando de fusionar las tradiciones religiosas del Congo con el cristianismo de Europa, pero no funcionó. También envió a algunos de sus familiares a estudiar a Europa, incluido su hijo Kinu a Mvemba, al que el Vaticano nombró obispo en 1518.

Por sus desvelos, Afonso se ganó el sobrenombre de "Apóstol del Congo" entre los padres de la Iglesia.

Pese a ser un católico acérrimo, Afonso no estaba lo que se dice enamorado de los portugueses. Aunque en apariencia se mostraba abierto a la modernización, se negó a adoptar el código legal portugués cuando se le presionó y bloqueó las leyes que permitían la venta de tierras a los mineros portugueses. Pero fue el tema de la esclavitud el que resultó ser el más polémico. En una serie de cartas a partir de 1526, Afonso condenaba la violencia de los portugueses en lo referente al tráfico de esclavos en el Atlántico; de hecho, amenazó con clausurar los centros esclavistas que operaban desde las tierras que controlaba. Atribuyó la desestabilización de su país al creciente comercio portugués de esclavos en las provincias del sur del Congo. Pero muchos de sus propios nobles se beneficiaban del tráfico de personas, y por lo tanto el único límite de verdad que Afonso logró imponer fue un comité real para determinar el estado ("libre" en contraposición a los diversos estados de esclavitud) de todas las personas que se ponían a la venta.

Pese a esto, Afonso firmó el "regimento" de 1512 por el que el reino del Congo aceptaba las instituciones portuguesas, concedía derechos extraterritoriales a los portugueses que vivían en la tierra y permitía la venta de esclavos "legítimos" a los comerciantes lusos. Con la ayuda de Portugal y de los comerciantes portugueses, Afonso reconstruyó la capital con piedra. Con las armas portuguesas y las bendiciones católicas, sus tropas expandieron el reino hacia el sur y el este. La corona del Congo también controlaba todo el comercio exterior, y Afonso aumentó la exportación de marfil y rafia a Europa para llenar sus arcas y poder pagar así todos estos beneficios de la "modernidad".

Mientras se acercaba al final de su vida, varios de sus muchos hijos comenzaron a maniobrar. En 1539, el envejecido rey evitó que lo asesinaran mientras asistía al servicio de Pascua, un complot en el que participaron varios portugueses residentes en el país. En 1542 (o tal vez 1543, ya que los registros del Congo eran lo que eran), Afonso murió tranquilamente. Lo sucedió su hijo Pedro Afonso, pero no le fue muy bien, pues uno de los diversos nietos de Afonso (que respondía al nombre de Diogo) lo derrocaría un par de años más tarde.
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