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Introducción

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Alejandro

Amanitore

Ambiórix

Basilio II

Bà Triệu

Catalina de Médici (de la magnificencia)

Catalina de Médici (Reina negra)

Ciro

Cleopatra (egipcia)

Cleopatra (ptolemaica)

Eduviges

Federico Barbarroja

Felipe II

Gandhi

Gilgamesh

Gitarja

Gorgo

Hammurabi

Harald Haardrade (konge)

Harald Haardrade (varego)

Hōjō Tokimune

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Jayavarman

John Curtin

Juan III

Julio César

Kublai Kan (China)

Luis II

Menelik II

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Nader Shah

Nzinga Mbande

Nzinga Mvemba

Pedro

Pedro II

Pericles

Qin (Mandato del cielo)

Qin (unificador)

Ramsés II

Saladino (sultán)

Saladino (visir)

Señora Seis Cielo

Simón Bolívar

Teddy Roosevelt (Alce)

Teddy Roosevelt (Jinete duro)

Teodora

Tokugawa

Tomiris

Trajano

Victoria (Era del imperio)

Victoria (Era del vapor)

Wu Zetian

Yongle

Tomiris
Habilidad exclusiva

Verdugo de Ciro

Todas las unidades reciben +5 a la Fuerza de combate cuando atacan a unidades heridas. Al eliminar a una unidad, recuperan hasta 30 puntos de golpe.

Resumen
La Escitia de Tomiris es una amenaza que puede golpear rápidamente y de forma decisiva en cualquier momento, sobre todo durante la Antigüedad y la Época Clásica. Por suerte, Tomiris tiene un código del honor muy estricto y nunca apuñalará a nadie por la espalda; solo atacará a quien lo merezca por tratar mal a otros.
Visión detallada
Los escitas eran los amos de las praderas abiertas y de las llanuras. Son una civilización puramente militar que quiere asentarse cerca de Caballos y otros recursos basados en Pastizales. Estas ubicaciones les permitirán crear suficientes unidades montadas y encontrar lugares adecuados para instalar sus Kurganes, componentes clave para que puedan iniciar una religión (con suerte, una en la que puedan rendir culto al panteón del Dios del gran cielo). Pero ten mucho cuidado si Tomiris está en el continente contigo: una guerra por sorpresa contra otra civilización hará que se te eche encima rápidamente. Sería casi como declarar la guerra a dos civilizaciones a la vez.
Contexto histórico
La antigua "reina" escita Tomiris aparece mencionada en las "historias" de Heródoto, Estrabón, Polieno, Casiodoro y Jordanes. El poeta francés Deschamps la incluye entre las nueve "Damas de la Fama" en sus baladas del s. XIV. Este personaje tuvo representaciones artísticas de mano de personajes ilustres como Rubens, Allegrini, Mattia Preti y Gustave Moreau, a pesar de que nadie sabe realmente qué aspecto tenía. De hecho, aparte de un solo combate militar recogido por Heródoto y repetido hasta la saciedad por los demás, pocos hechos se conocen sobre Tomiris.

Esto es lo que dijo Heródoto de ella, muy interpretado...

Alrededor del año 530 a. C., Tomiris era viuda de un jefe escita que había asumido el liderazgo de un grupo de tribus. La cacica también tuvo al menos un hijo, el malogrado (o, tal vez, simplemente inepto) Espargapises, que estaba al frente de la primera línea de jinetes guerreros. Mientras tanto, Ciro había subido al trono del Imperio aqueménida (mucho más conocido como el "primer Imperio persa"). Pese a que tenía planes de expandirse hacia el sur –por lo que entraría en conflicto con el poderoso Egipto-, primero tenía que asegurarse las fronteras orientales, donde los impredecibles escitas (de los cuales, los masagetas eran una rama) campaban a sus anchas sembrando el caos.

Ciro intentó primero la estratagema habitual: si no puedes evitar un problema, cásate con él. Envió mensajeros a Tomiris con una oferta de enlace conyugal. Tomiris –que, obviamente, no era tonta y se dio cuenta de que lo que en verdad quería Ciro era su reino– respondió negativamente. Por lo tanto, Ciro marchó con un ejército hacia el río Sir Daria y, sin ocultar sus intenciones, ordenó construir barcos. No hay duda de que pensó que hay más de una manera de conseguir ponerle el cascabel al gato. Tomiris, a su vez, envió un mensaje por el que lo convocaba a una batalla entre las dos fuerzas (ella también había reunido a su hueste), en el que se leía, entre otras cosas: "No te tomes tanto trabajo en juntar las dos orillas del río. Nuestras tropas se retirarán tres jornadas y allí te esperaremos; o si prefieres que nosotros pasemos a tu país, retírate a igual distancia, y no tardaremos en buscarte". Los consejeros del gran rey le recomendaron que se enfrentaran en el lado persa.

Pero Ciro estaba convencido de que era mejor otro plan. Con el asesoramiento de Creso de Lidia, Ciro estuvo de acuerdo en encontrarse con los escitas al otro lado, tras cruzar el río y marchar tierra adentro. Ahí montaría un campamento bien provisto de vinos, licores y manjares con los cuales los bárbaros no estaban familiarizados. Y lo dejaría vigilado por unos cuantos hombres, mientras Ciro conducía a su ejército hacia el campo de batalla pactado. Pero, en verdad, el ejército marcharía a paso lento y esperaría el inevitable ataque de los jinetes contra el campamento. Entonces, después de esperar a que pasara un tiempo prudencial para que se emborracharan, Ciro caería sobre ellos y se haría con la victoria.

Y así sucedió. La turba de escitas masagetas borrachos, liderada por Espargapises, se vio desbordada, perdieron un tercio de su número en cuestión de minutos y la casi totalidad del resto fueron capturados, entre ellos el hijo de Tomiris. Al enterarse de la debacle, Tomiris envió un heraldo para anunciar que su hijo debía ser puesto en libertad, ya que Ciro lo había capturado "por engaño, no por el valor de su brazo". Ciro se negó, y Espargapises –ya sobrio– se suicidó, aunque Heródoto no da ningún detalle más al respecto. La madre, enfurecida, reunió a sus jinetes arqueros y aliados, y presentó batalla. Según el relato del anciano griego:

"Por cuanto sé, los dos ejércitos empezaron a luchar con sus arcos a cierta distancia; pero consumidas las flechas, pasaron luego a las manos y se acometieron vigorosamente con lanzas y espadas. La carnicería no duró demasiado, sin querer ceder el puesto ni los unos ni los otros, hasta que al cabo quedaron vencedores los masagetas. Las tropas persas sufrieron una pérdida espantosa, y el mismo Ciro perdió la vida, después de reinar veintinueve años. Entonces fue cuando Tomiris, habiendo hecho llenar un odre de sangre humana, mandó buscar entre los muertos a Ciro. Cuando lo encontró, le cortó la cabeza y la metió dentro del odre, insultando al cadáver con estas palabras: 'Venciste a mi hijo cogiéndolo con engaño, a pesar de que yo vivía y soy tu vencedora. Pero saciaré tu sed de sangre cumpliendo mi palabra'. Este fue el término que tuvo Ciro, sobre cuya muerte sé muy bien las varias historias que se cuentan, pero yo la he referido del modo que me parece más creíble".

Y, con eso, Tomiris, jefa guerrera de los escitas, desaparece de la "historia" (si es que alguna vez formó parte de ella)... como los propios escitas harían un par de siglos más tarde. Pero sigue siendo un relato apasionante sobre la venganza de una madre.
icon_leader_tomyris
Mi ropa es un manto escita, mi calzado son las duras plantas de mis pies, mi cama es la tierra, mi comida solo está sazonada con hambre.

Rasgos

Civilizaciones
icon_civilization_scythia
Escitia

Preferencias

Agendas
Desprecio por la traición
Le gustan las civilizaciones amigas declaradas. Odia las civilizaciones que traicionan y declaran guerras por sorpresa.
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Mi ropa es un manto escita, mi calzado son las duras plantas de mis pies, mi cama es la tierra, mi comida solo está sazonada con hambre.

Rasgos

Civilizaciones
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Escitia

Preferencias

Agendas
Desprecio por la traición
Le gustan las civilizaciones amigas declaradas. Odia las civilizaciones que traicionan y declaran guerras por sorpresa.
Habilidad exclusiva

Verdugo de Ciro

Todas las unidades reciben +5 a la Fuerza de combate cuando atacan a unidades heridas. Al eliminar a una unidad, recuperan hasta 30 puntos de golpe.

Resumen
La Escitia de Tomiris es una amenaza que puede golpear rápidamente y de forma decisiva en cualquier momento, sobre todo durante la Antigüedad y la Época Clásica. Por suerte, Tomiris tiene un código del honor muy estricto y nunca apuñalará a nadie por la espalda; solo atacará a quien lo merezca por tratar mal a otros.
Visión detallada
Los escitas eran los amos de las praderas abiertas y de las llanuras. Son una civilización puramente militar que quiere asentarse cerca de Caballos y otros recursos basados en Pastizales. Estas ubicaciones les permitirán crear suficientes unidades montadas y encontrar lugares adecuados para instalar sus Kurganes, componentes clave para que puedan iniciar una religión (con suerte, una en la que puedan rendir culto al panteón del Dios del gran cielo). Pero ten mucho cuidado si Tomiris está en el continente contigo: una guerra por sorpresa contra otra civilización hará que se te eche encima rápidamente. Sería casi como declarar la guerra a dos civilizaciones a la vez.
Contexto histórico
La antigua "reina" escita Tomiris aparece mencionada en las "historias" de Heródoto, Estrabón, Polieno, Casiodoro y Jordanes. El poeta francés Deschamps la incluye entre las nueve "Damas de la Fama" en sus baladas del s. XIV. Este personaje tuvo representaciones artísticas de mano de personajes ilustres como Rubens, Allegrini, Mattia Preti y Gustave Moreau, a pesar de que nadie sabe realmente qué aspecto tenía. De hecho, aparte de un solo combate militar recogido por Heródoto y repetido hasta la saciedad por los demás, pocos hechos se conocen sobre Tomiris.

Esto es lo que dijo Heródoto de ella, muy interpretado...

Alrededor del año 530 a. C., Tomiris era viuda de un jefe escita que había asumido el liderazgo de un grupo de tribus. La cacica también tuvo al menos un hijo, el malogrado (o, tal vez, simplemente inepto) Espargapises, que estaba al frente de la primera línea de jinetes guerreros. Mientras tanto, Ciro había subido al trono del Imperio aqueménida (mucho más conocido como el "primer Imperio persa"). Pese a que tenía planes de expandirse hacia el sur –por lo que entraría en conflicto con el poderoso Egipto-, primero tenía que asegurarse las fronteras orientales, donde los impredecibles escitas (de los cuales, los masagetas eran una rama) campaban a sus anchas sembrando el caos.

Ciro intentó primero la estratagema habitual: si no puedes evitar un problema, cásate con él. Envió mensajeros a Tomiris con una oferta de enlace conyugal. Tomiris –que, obviamente, no era tonta y se dio cuenta de que lo que en verdad quería Ciro era su reino– respondió negativamente. Por lo tanto, Ciro marchó con un ejército hacia el río Sir Daria y, sin ocultar sus intenciones, ordenó construir barcos. No hay duda de que pensó que hay más de una manera de conseguir ponerle el cascabel al gato. Tomiris, a su vez, envió un mensaje por el que lo convocaba a una batalla entre las dos fuerzas (ella también había reunido a su hueste), en el que se leía, entre otras cosas: "No te tomes tanto trabajo en juntar las dos orillas del río. Nuestras tropas se retirarán tres jornadas y allí te esperaremos; o si prefieres que nosotros pasemos a tu país, retírate a igual distancia, y no tardaremos en buscarte". Los consejeros del gran rey le recomendaron que se enfrentaran en el lado persa.

Pero Ciro estaba convencido de que era mejor otro plan. Con el asesoramiento de Creso de Lidia, Ciro estuvo de acuerdo en encontrarse con los escitas al otro lado, tras cruzar el río y marchar tierra adentro. Ahí montaría un campamento bien provisto de vinos, licores y manjares con los cuales los bárbaros no estaban familiarizados. Y lo dejaría vigilado por unos cuantos hombres, mientras Ciro conducía a su ejército hacia el campo de batalla pactado. Pero, en verdad, el ejército marcharía a paso lento y esperaría el inevitable ataque de los jinetes contra el campamento. Entonces, después de esperar a que pasara un tiempo prudencial para que se emborracharan, Ciro caería sobre ellos y se haría con la victoria.

Y así sucedió. La turba de escitas masagetas borrachos, liderada por Espargapises, se vio desbordada, perdieron un tercio de su número en cuestión de minutos y la casi totalidad del resto fueron capturados, entre ellos el hijo de Tomiris. Al enterarse de la debacle, Tomiris envió un heraldo para anunciar que su hijo debía ser puesto en libertad, ya que Ciro lo había capturado "por engaño, no por el valor de su brazo". Ciro se negó, y Espargapises –ya sobrio– se suicidó, aunque Heródoto no da ningún detalle más al respecto. La madre, enfurecida, reunió a sus jinetes arqueros y aliados, y presentó batalla. Según el relato del anciano griego:

"Por cuanto sé, los dos ejércitos empezaron a luchar con sus arcos a cierta distancia; pero consumidas las flechas, pasaron luego a las manos y se acometieron vigorosamente con lanzas y espadas. La carnicería no duró demasiado, sin querer ceder el puesto ni los unos ni los otros, hasta que al cabo quedaron vencedores los masagetas. Las tropas persas sufrieron una pérdida espantosa, y el mismo Ciro perdió la vida, después de reinar veintinueve años. Entonces fue cuando Tomiris, habiendo hecho llenar un odre de sangre humana, mandó buscar entre los muertos a Ciro. Cuando lo encontró, le cortó la cabeza y la metió dentro del odre, insultando al cadáver con estas palabras: 'Venciste a mi hijo cogiéndolo con engaño, a pesar de que yo vivía y soy tu vencedora. Pero saciaré tu sed de sangre cumpliendo mi palabra'. Este fue el término que tuvo Ciro, sobre cuya muerte sé muy bien las varias historias que se cuentan, pero yo la he referido del modo que me parece más creíble".

Y, con eso, Tomiris, jefa guerrera de los escitas, desaparece de la "historia" (si es que alguna vez formó parte de ella)... como los propios escitas harían un par de siglos más tarde. Pero sigue siendo un relato apasionante sobre la venganza de una madre.
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