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Introducción

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Alejandro

Amanitore

Ambiórix

Basilio II

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Catalina de Médici (de la magnificencia)

Catalina de Médici (Reina negra)

Ciro

Cleopatra (egipcia)

Cleopatra (ptolemaica)

Eduviges

Federico Barbarroja

Felipe II

Gandhi

Gilgamesh

Gitarja

Gorgo

Hammurabi

Harald Haardrade (konge)

Harald Haardrade (varego)

Hōjō Tokimune

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Jayavarman

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Juan III

Julio César

Kublai Kan (China)

Luis II

Menelik II

Moctezuma

Nader Shah

Nzinga Mbande

Nzinga Mvemba

Pedro

Pedro II

Pericles

Qin (Mandato del cielo)

Qin (unificador)

Ramsés II

Saladino (sultán)

Saladino (visir)

Señora Seis Cielo

Simón Bolívar

Teddy Roosevelt (Alce)

Teddy Roosevelt (Jinete duro)

Teodora

Tokugawa

Tomiris

Trajano

Victoria (Era del imperio)

Victoria (Era del vapor)

Wu Zetian

Yongle

Qin Shi Huang
Habilidad exclusiva

El primer emperador

Al construir maravillas antiguas y clásicas puedes gastar cargas de Constructor para completar el 15% del coste original de la maravilla. Los Constructores reciben una carga adicional.

Resumen
Qin es el primer emperador y, por tanto, necesita ser el primero en construir un legado de asombrosas maravillas.
Visión detallada
China es la civilización aislacionista y constructora por antonomasia. Qin puede movilizar una fuerza de trabajo más productiva que cualquier otro líder y, desde muy al principio de la partida, los Constructores pueden usar sus cargas directamente en maravillas. Una vez obtenidas, sus armas con pólvora y la Gran Muralla deberían ayudar a conservar el territorio y las maravillas desarrolladas. Con la habilidad de Ciclo dinástico, las mejoras serán aún más beneficiosas. Si consiguen obtener muchas de estas ventajas añadidas, sus progresos en los dos árboles serán bastante rápidos.
Contexto histórico
Puede que el autocrático e implacable Ying Zheng fuera justo lo que China necesitaba para terminar el periodo de los Reinos Combatientes y unificar el imperio. Conocido por quemar libros y ejecutar a los estudiosos recalcitrantes, también puso los cimientos de la Gran Muralla, creó un sistema nacional de carreteras y canales y buscó el elixir de la vida eterna. Cuando unificó China, lo consideró un logro tan grande que se dio un gran nombre: Qin (del pueblo) Shi (primer) Huang (augusto). Debido a su grandeza, los gobernantes chinos usarían el título de "Huangdi" durante los dos milenios siguientes. Y la civilización obtendría como recompensa el ejército de terracota, para poder contemplar tal grandeza.

De acuerdo con las monumentales "Memorias históricas", el pequeño Zheng era hijo del príncipe Yiren (o Zichu) de Qin y de la concubina Zhao Ji en la ciudad de Handan en el año 259 a. C. Cuando el padre de Zheng murió después de un corto reinado de tres años, el pequeño de 13 años lo sucedió. Ya que se consideró que el chico era demasiado joven para llevar las riendas de Qin –que ya estaba en guerra con todos los demás "reinos combatientes" (Qi, Yan, Han, Wei, Chu y Zhao)– el poder quedó en manos del manipulador primer ministro Lü Buwei.

Muy pronto, Lü ya estaba urdiendo contra el joven rey un plan a muy largo plazo. El primer ministro había encontrado y apadrinado previamente a un tal Lao Ai en la corte, que muy pronto sedujo a la dama Zhao (la reina madre) y tuvo dos hijos con ella. En el 238 a. C., el rey Zheng partió en procesión a la gran ciudad de Yong. Lao Ai, con la connivencia de Lü, se apoderó del gran sello de la reina madre, levantó un ejército y se rebeló. Zheng ordenó a su mejor general, Changping, que atacara; en la batalla, murieron cientos de rebeldes y Lao Ai huyó. Se ofreció una recompensa de un millón de monedas de cobre por Lao Ai. ¿Quién podía resistirse a tanto cobre? Pronto, el gran fugitivo fue detenido. La mayoría de sus partidarios fueron decapitados, descuartizaron a Lao en cinco trozos y ejecutaron a toda su familia (incluidos sus hijos) hasta el "tercer grado". La dama Zhao quedó confinada en su casa hasta su muerte, que sucedió años después. Lü Buwei se suicidó con veneno antes de que lo cogieran. En el año 235 a. C., todo había terminado.

Aparte de sobrevivir a un par de intentos de asesinato, Ying Zheng pudo centrar su atención en atacar a los otros reinos combatientes. El primero en caer fue Han, que invadió alrededor del año 230. Los Qin tenían la suerte de contar con una plétora de comandantes hábiles, entre ellos el propio rey. ¿Ya hemos mencionado que era implacable? Cuando Zhao se vio asolada por un desastre natural (que las crónicas no especifican) en el año 229, Zheng envió a su general Wang Jian, que invadió el reino en menos de un año. En el año 223, Yan, Wei y Chu habían quedado todos derrotados y absorbidos. El rey de Qi, Tian (que no era tonto) envió 200 000 súbditos suyos, en su mayoría campesinos, armados como pudo, para defender las fronteras occidentales, que lindaban con el territorio de Qin. Por desgracia para él, Zheng lo invadió desde el norte, capturó a la familia real y se anexionó Qi. Y luego se proclamó Qin Shi Huang.

Satisfecha su ambición inmediata de gobernar en toda China, el emperador se puso a reformarla a su antojo. En primer lugar, abolió el sistema hereditario de vasallaje y estableció Jun (comanderías), Xian (distritos) y Xiang (condados), todos gobernados sabia y directamente por el emperador, por supuesto. Estandarizó los pesos, medidas y moneda de China –acuñando el banliang alrededor del año 210 para hacer los impuestos mucho más fáciles de seguir– y prácticamente todo lo demás, incluida la longitud de los ejes de los carros. Esta última medida tenía como objeto facilitar que los carros cruzaran sin problemas la nueva red de carreteras de su imperio. Gracias a su ministro Li Si, se homogeneizó la escritura china y se eliminaron las variantes entre los estados conquistados, con lo que crearon una gran lengua que resistiera el paso del tiempo.

Pero guardó su mayor esfuerzo para borrar cualquier atisbo del pensamiento "difuso" que prevalecía en toda China. Aunque el periodo de los Reinos Combatientes fue muy sangriento, también se caracterizó por el libre pensamiento y la filosofía liberal, lo que dio lugar a algunas de las mayores ideas de la civilización sobre la condición humana. En todos los reinos, las Cien Escuelas de Pensamiento, que incorporaban enseñanzas de Confucio y taoístas a otras filosofías, propiciaron una gran edad de oro. Los escritos de la escuela mohísta ("todo el mundo es igual ante el cielo"), la escuela del Yin Yang (naturalismo y los cinco elementos), los agriculturalistas, los sincretistas, los lógicos y demás tuvieron una gran influencia en el estilo de vida y la conciencia social chinos. Puesto que todas estas ideas y eso de dejar debatir a los plebeyos no era muy bueno para un autócrata, Qin Shi Huang decretó que todas las demás escuelas de pensamiento fueran prohibidas y que en adelante solamente sería aceptable el "legalismo" (seguir la ley y llevar una vida justa).

Desde el año 213 a. C., a instancias de su nuevo primer ministro, Li Si (que todavía era más manipulador), el emperador ordenó que todos los libros –salvo los de la astrología, adivinación, medicina, agricultura e historia de su gran imperio– se entregaran y quemaran. Los que tuvieran los textos prohibidos, en especial el Shi Jing ("Clásico de poesía") y el Shujing ("Clásico de historia"), debían ser castigados. Según las Memorias históricas, también conocido como Recuerdos del Gran Historiador (que debió de parecerle un texto aceptable), Qin Shi Huang hizo enterrar vivos a 460 eruditos por ocultar libros prohibidos. Aunque los historiadores chinos modernos afirman que esto no es más que un mito confuciano, es una buena historia. Sea cual sea la verdad, el hecho es que el imperio trató de controlar la erudición y el pensamiento en todas sus tierras y de acabar con el desafío intelectual al gobierno del emperador.

Pese a todo este recto pensar, en sus últimos años, Qin Shi Huang fue –o, más bien, envió a sus secuaces– en busca del elixir de eterna juventud, una poción que le conferiría la inmortalidad para que pudiera seguir disfrutando de su grandeza. Envió expediciones por mar (la mayoría no regresó, tal vez por prudencia, teniendo en cuenta cómo reaccionaba ante el fracaso) y visitó tres veces en persona la isla de Zhifu en busca de una presunta "montaña de la inmortalidad". Pero nunca encontró ni el elixir ni la montaña, y murió en septiembre del año 210 a. C. mientras recorría los territorios orientales. Tanto miedo tenía Li Si de un levantamiento si se filtraba la noticia, que ocultó la muerte del emperador hasta que la caravana regresó por fin a la capital, Xianyang, donde se proclamó nuevo emperador a Huai, el segundo hijo de Huang (Li Si engañó al primogénito para que se suicidara).
icon_leader_qin
La razón por la que China sufría guerras sin fin era que había señores feudales y reyes. Yo lo arreglé.

Rasgos

Civilizaciones
icon_civilization_china
China

Preferencias

Agendas
Muralla de los 10 000 lis
Le gustan las civilizaciones que no compiten por maravillas y construye maravillas siempre que puede. No le gusta perder una maravilla contra otra civilización.
Religión
icon_religion_taoism
Taoísmo
icon_leader_qin
La razón por la que China sufría guerras sin fin era que había señores feudales y reyes. Yo lo arreglé.

Rasgos

Civilizaciones
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China

Preferencias

Agendas
Muralla de los 10 000 lis
Le gustan las civilizaciones que no compiten por maravillas y construye maravillas siempre que puede. No le gusta perder una maravilla contra otra civilización.
Religión
icon_religion_taoism
Taoísmo
Habilidad exclusiva

El primer emperador

Al construir maravillas antiguas y clásicas puedes gastar cargas de Constructor para completar el 15% del coste original de la maravilla. Los Constructores reciben una carga adicional.

Resumen
Qin es el primer emperador y, por tanto, necesita ser el primero en construir un legado de asombrosas maravillas.
Visión detallada
China es la civilización aislacionista y constructora por antonomasia. Qin puede movilizar una fuerza de trabajo más productiva que cualquier otro líder y, desde muy al principio de la partida, los Constructores pueden usar sus cargas directamente en maravillas. Una vez obtenidas, sus armas con pólvora y la Gran Muralla deberían ayudar a conservar el territorio y las maravillas desarrolladas. Con la habilidad de Ciclo dinástico, las mejoras serán aún más beneficiosas. Si consiguen obtener muchas de estas ventajas añadidas, sus progresos en los dos árboles serán bastante rápidos.
Contexto histórico
Puede que el autocrático e implacable Ying Zheng fuera justo lo que China necesitaba para terminar el periodo de los Reinos Combatientes y unificar el imperio. Conocido por quemar libros y ejecutar a los estudiosos recalcitrantes, también puso los cimientos de la Gran Muralla, creó un sistema nacional de carreteras y canales y buscó el elixir de la vida eterna. Cuando unificó China, lo consideró un logro tan grande que se dio un gran nombre: Qin (del pueblo) Shi (primer) Huang (augusto). Debido a su grandeza, los gobernantes chinos usarían el título de "Huangdi" durante los dos milenios siguientes. Y la civilización obtendría como recompensa el ejército de terracota, para poder contemplar tal grandeza.

De acuerdo con las monumentales "Memorias históricas", el pequeño Zheng era hijo del príncipe Yiren (o Zichu) de Qin y de la concubina Zhao Ji en la ciudad de Handan en el año 259 a. C. Cuando el padre de Zheng murió después de un corto reinado de tres años, el pequeño de 13 años lo sucedió. Ya que se consideró que el chico era demasiado joven para llevar las riendas de Qin –que ya estaba en guerra con todos los demás "reinos combatientes" (Qi, Yan, Han, Wei, Chu y Zhao)– el poder quedó en manos del manipulador primer ministro Lü Buwei.

Muy pronto, Lü ya estaba urdiendo contra el joven rey un plan a muy largo plazo. El primer ministro había encontrado y apadrinado previamente a un tal Lao Ai en la corte, que muy pronto sedujo a la dama Zhao (la reina madre) y tuvo dos hijos con ella. En el 238 a. C., el rey Zheng partió en procesión a la gran ciudad de Yong. Lao Ai, con la connivencia de Lü, se apoderó del gran sello de la reina madre, levantó un ejército y se rebeló. Zheng ordenó a su mejor general, Changping, que atacara; en la batalla, murieron cientos de rebeldes y Lao Ai huyó. Se ofreció una recompensa de un millón de monedas de cobre por Lao Ai. ¿Quién podía resistirse a tanto cobre? Pronto, el gran fugitivo fue detenido. La mayoría de sus partidarios fueron decapitados, descuartizaron a Lao en cinco trozos y ejecutaron a toda su familia (incluidos sus hijos) hasta el "tercer grado". La dama Zhao quedó confinada en su casa hasta su muerte, que sucedió años después. Lü Buwei se suicidó con veneno antes de que lo cogieran. En el año 235 a. C., todo había terminado.

Aparte de sobrevivir a un par de intentos de asesinato, Ying Zheng pudo centrar su atención en atacar a los otros reinos combatientes. El primero en caer fue Han, que invadió alrededor del año 230. Los Qin tenían la suerte de contar con una plétora de comandantes hábiles, entre ellos el propio rey. ¿Ya hemos mencionado que era implacable? Cuando Zhao se vio asolada por un desastre natural (que las crónicas no especifican) en el año 229, Zheng envió a su general Wang Jian, que invadió el reino en menos de un año. En el año 223, Yan, Wei y Chu habían quedado todos derrotados y absorbidos. El rey de Qi, Tian (que no era tonto) envió 200 000 súbditos suyos, en su mayoría campesinos, armados como pudo, para defender las fronteras occidentales, que lindaban con el territorio de Qin. Por desgracia para él, Zheng lo invadió desde el norte, capturó a la familia real y se anexionó Qi. Y luego se proclamó Qin Shi Huang.

Satisfecha su ambición inmediata de gobernar en toda China, el emperador se puso a reformarla a su antojo. En primer lugar, abolió el sistema hereditario de vasallaje y estableció Jun (comanderías), Xian (distritos) y Xiang (condados), todos gobernados sabia y directamente por el emperador, por supuesto. Estandarizó los pesos, medidas y moneda de China –acuñando el banliang alrededor del año 210 para hacer los impuestos mucho más fáciles de seguir– y prácticamente todo lo demás, incluida la longitud de los ejes de los carros. Esta última medida tenía como objeto facilitar que los carros cruzaran sin problemas la nueva red de carreteras de su imperio. Gracias a su ministro Li Si, se homogeneizó la escritura china y se eliminaron las variantes entre los estados conquistados, con lo que crearon una gran lengua que resistiera el paso del tiempo.

Pero guardó su mayor esfuerzo para borrar cualquier atisbo del pensamiento "difuso" que prevalecía en toda China. Aunque el periodo de los Reinos Combatientes fue muy sangriento, también se caracterizó por el libre pensamiento y la filosofía liberal, lo que dio lugar a algunas de las mayores ideas de la civilización sobre la condición humana. En todos los reinos, las Cien Escuelas de Pensamiento, que incorporaban enseñanzas de Confucio y taoístas a otras filosofías, propiciaron una gran edad de oro. Los escritos de la escuela mohísta ("todo el mundo es igual ante el cielo"), la escuela del Yin Yang (naturalismo y los cinco elementos), los agriculturalistas, los sincretistas, los lógicos y demás tuvieron una gran influencia en el estilo de vida y la conciencia social chinos. Puesto que todas estas ideas y eso de dejar debatir a los plebeyos no era muy bueno para un autócrata, Qin Shi Huang decretó que todas las demás escuelas de pensamiento fueran prohibidas y que en adelante solamente sería aceptable el "legalismo" (seguir la ley y llevar una vida justa).

Desde el año 213 a. C., a instancias de su nuevo primer ministro, Li Si (que todavía era más manipulador), el emperador ordenó que todos los libros –salvo los de la astrología, adivinación, medicina, agricultura e historia de su gran imperio– se entregaran y quemaran. Los que tuvieran los textos prohibidos, en especial el Shi Jing ("Clásico de poesía") y el Shujing ("Clásico de historia"), debían ser castigados. Según las Memorias históricas, también conocido como Recuerdos del Gran Historiador (que debió de parecerle un texto aceptable), Qin Shi Huang hizo enterrar vivos a 460 eruditos por ocultar libros prohibidos. Aunque los historiadores chinos modernos afirman que esto no es más que un mito confuciano, es una buena historia. Sea cual sea la verdad, el hecho es que el imperio trató de controlar la erudición y el pensamiento en todas sus tierras y de acabar con el desafío intelectual al gobierno del emperador.

Pese a todo este recto pensar, en sus últimos años, Qin Shi Huang fue –o, más bien, envió a sus secuaces– en busca del elixir de eterna juventud, una poción que le conferiría la inmortalidad para que pudiera seguir disfrutando de su grandeza. Envió expediciones por mar (la mayoría no regresó, tal vez por prudencia, teniendo en cuenta cómo reaccionaba ante el fracaso) y visitó tres veces en persona la isla de Zhifu en busca de una presunta "montaña de la inmortalidad". Pero nunca encontró ni el elixir ni la montaña, y murió en septiembre del año 210 a. C. mientras recorría los territorios orientales. Tanto miedo tenía Li Si de un levantamiento si se filtraba la noticia, que ocultó la muerte del emperador hasta que la caravana regresó por fin a la capital, Xianyang, donde se proclamó nuevo emperador a Huai, el segundo hijo de Huang (Li Si engañó al primogénito para que se suicidara).
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