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Cleopatra (ptolemaica)

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Luis II

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Pericles

Qin (Mandato del cielo)

Qin (unificador)

Ramsés II

Saladino (sultán)

Saladino (visir)

Señora Seis Cielo

Simón Bolívar

Teddy Roosevelt (Alce)

Teddy Roosevelt (Jinete duro)

Teodora

Tokugawa

Tomiris

Trajano

Victoria (Era del imperio)

Victoria (Era del vapor)

Wu Zetian

Yongle

Gilgamesh
Habilidad exclusiva

Legado de Enkidu

El 25% de la Producción aumenta al reclutar Héroes, y estos tienen una Esperanza de vida un 20% más larga.

Resumen
Gilgamesh es más valioso como aliado que cualquier otro líder del juego.
Visión detallada
Como primera civilización en la historia documentada, Sumeria brilla desde el principio. Sus Carros de guerra y sus Zigurats pueden construirse desde el primer turno, y la habilidad especial de Gilgamesh (basada en disputar guerras conjuntas) aparece también bastante pronto y se desbloquea con el principio Comercio exterior. Gilgamesh construirá Carros de guerra y saldrá en busca de Campamentos bárbaros bastante pronto para poder aprovechar su habilidad Misión épica. También salpicará las márgenes de los Ríos cercanos con Zigurats para avanzar rápidamente en Ciencia y en Cultura . Otras civilizaciones tendrán la tentación de aliarse con Gilgamesh para obtener la bonificación Aventuras de Enkidu al disputar guerras conjuntas. Con un arranque rápido y unas cuantas guerras conjuntas exitosas, Sumeria debería poder situarse en una posición dominante y mantenerla hasta la victoria.
Contexto histórico
Los historiadores saben muy poco acerca del semilegendario (bueno, casi legendario del todo) Gilgamesh. Su epopeya, considerada la primera gran obra de la literatura, aparece grabada en escritura cuneiforme en tablillas de arcilla de hace unos cuatro mil años. El protagonista es un semidiós de fuerza sobrehumana que se convierte en rey de la ciudad-estado de Uruk, de la civilización sumeria. Utilizando esos grandes músculos, construyó las altas murallas de Uruk para defender a su amado pueblo de las incursiones bárbaras. También los puso a construir zigurats por todo el lugar.

En general, ahora se acepta que Gilgamesh en realidad vivió y gobernó en la antigua Mesopotamia. Hay referencias puntuales a él (o, por lo menos, a nombres muy similares) en una serie de textos no cuneiformes que han sobrevivido más o menos intactos. En un pergamino que se encontró en Qumrán, conocido como "El libro de los gigantes" (alrededor del año 100 a. C.), Gilgamesh aparece como uno de los reyes antediluvianos. En una obra en griego del romano Eliano, escrita alrededor del 200 d. C., se le menciona como sucesor de un antiguo rey de Babilonia. Teodoro bar Konai, que escribió alrededor del año 800 d. C., incluye a Gilgamesh como el último de la lista de los doce reyes contemporáneos al patriarca judío Abraham. Y fragmentos de un texto que se encontró en las excavaciones de Tell Haddad cuentan que fue enterrado en el lecho del Éufrates, que desviaron sus fieles súbditos de Uruk.

Y eso es todo en cuanto a las pruebas históricas de que Gilgamesh vivió. Así que volveremos a la leyenda, que es mucho más entretenida...

En el relato sumerio "Inanna y el árbol de Huluppu", la diosa vuelve a plantar un árbol que había arrancado una gran tormenta de su bosque sagrado, cerca de Uruk. Planeaba que creciera para poder hacerse una silla y una cama. Sin embargo, al pobre árbol lo atormentaban una serpiente "que no temía hechizo alguno" en su raíz y un espíritu femenino malévolo (lilitu) que vivía en su tronco, y tenía en las ramas un ave monstruosa, Anzu, capaz de exhalar fuego y agua. Inanna le pidió a su hermano, el dios del sol, que fuera en busca de ayuda para librar al árbol de estas plagas, pero este se negó. El poderoso Gilgamesh no se negó y, cuando hirió a la serpiente, los demás monstruos huyeron. E Inanna tuvo su cama.

En otro relato, que se repite en la epopeya, Ishtar, diosa del amor y de la guerra, al ver al buenorro de Gilgamesh bien limpito y con el pelo recogido, se ve dominada por la lujuria. Le ruega a Gilgamesh que se convierta en su marido y le promete a cambio una "cosecha de riquezas". Pero Gilgamesh se niega a ser un juguete sexual, y ella se enoja tanto que convence a sus padres Anu y Antum de que suelten al "toro del cielo" para que pueda cornear al semidiós hasta matarlo. Toda Uruk tiembla cuando el toro aparece bramando y resoplando y cientos mueren cuando la tierra se agrieta bajo sus pezuñas. Enkidu, el "compañero" de Gilgamesh, ataca al toro, y Gilgamesh pronto se une a él y juntos matan a la bestia. Ishtar, mientras tanto, ha subido a las famosas murallas de la ciudad y grita maldiciones contra los guerreros, pero huye cuando se ve amenazada por Gilgamesh. Mientras Ishtar y sus seguidoras lloran la muerte del toro (e Ishtar trata de averiguar lo que les va a decir a sus padres), Gilgamesh recibe los elogios de su pueblo.

Y luego está la historia de Gilgamesh y el inframundo. Este empieza con Gilgamesh quejándose a Enkidu de que una de sus posesiones –exactamente qué, no está claro (en una traducción es un tambor; en otra, una pelota)– se le ha caído al infierno. Enkidu se presenta voluntario para recuperarla. Encantado de que alguien más asuma la responsabilidad de su descuido, Gilgamesh le explica con detalle a su amigo lo que no debe hacer en el mundo subterráneo si es que quiere volver. Este, por supuesto, hace todo lo que no tenía que hacer y se queda atrapado hasta que Gilgamesh convence a los dioses Enki y Shamash de que abran una grieta en el suelo. Por ahí aparece el fantasma de su amigo, aunque pronto vuelve a desaparecer.

En la epopeya, afligido por el dolor por la muerte de Enkidu y reflexionando sobre su propia mortalidad, Gilgamesh viaja para ver a su antepasado, el sabio Utnapishtim, que ha abandonado sus posesiones mundanas y construido una gran nave para sobrevivir al gran diluvio. El anciano le dice a Gilgamesh que abandone su búsqueda de la inmortalidad, pero le informa de una planta rara que lo hará rejuvenecer. Gilgamesh finalmente se las arregla para sacarla del fondo de un río donde crece, pero una serpiente se la roba. Mientras la serpiente se escapa deslizándose, esta muda de piel y así se vuelve joven otra vez. Desanimado, el rey vuelve a su casa.

Sin embargo, Gilgamesh –según la lista de reyes sumerios de la Antigüedad– vivió hasta los 126 años. No es poco, incluso para los estándares modernos, y realmente es algo espectacular en una época de hambres, guerras, suciedad y enfermedades, cuando el resfriado más pequeño podía matar a cualquiera. Para llenar estos largos años de supervivencia, Gilgamesh y su hijo y sucesor, Ur-Nungal, reconstruyeron el templo de la diosa Ninlil en la ciudad santa de Nippur, a orillas del río de Uruk.

Pero volvamos a los hechos... o no. En el año 2003, un equipo de arqueólogos alemanes afirmó haber encontrado la tumba de Gilgamesh en lo que fue el cauce del Éufrates, enterrada bajo las arenas del desierto iraquí. Con equipos de imagen magnética, –supuestamente tan perfeccionados como para notar la diferencia entre sedimento seco y ladrillos de barro antiguos– mostraron recintos ajardinados, edificios y paredes de un palacio que incluye la cámara funeraria del semidiós. Desde entonces, las acciones militares han impedido cualquier intento de excavación, pero todo el mundo espera con fervor que algún día los arqueólogos consigan desenterrar los huesos del poderoso Gilgamesh.
icon_leader_gilgamesh
La boca artística recita palabras; la boca chillona trae litigios; la boca dulce recoge hierbas dulces.

Rasgos

Civilizaciones
icon_civilization_sumeria
Sumeria

Preferencias

Agendas
Alianza con Enkidu
Le gustan las civilizaciones que están dispuestas a formar alianzas duraderas. No le gustan los que denuncian o atacan a sus amigos y aliados.
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La boca artística recita palabras; la boca chillona trae litigios; la boca dulce recoge hierbas dulces.

Rasgos

Civilizaciones
icon_civilization_sumeria
Sumeria

Preferencias

Agendas
Alianza con Enkidu
Le gustan las civilizaciones que están dispuestas a formar alianzas duraderas. No le gustan los que denuncian o atacan a sus amigos y aliados.
Habilidad exclusiva

Legado de Enkidu

El 25% de la Producción aumenta al reclutar Héroes, y estos tienen una Esperanza de vida un 20% más larga.

Resumen
Gilgamesh es más valioso como aliado que cualquier otro líder del juego.
Visión detallada
Como primera civilización en la historia documentada, Sumeria brilla desde el principio. Sus Carros de guerra y sus Zigurats pueden construirse desde el primer turno, y la habilidad especial de Gilgamesh (basada en disputar guerras conjuntas) aparece también bastante pronto y se desbloquea con el principio Comercio exterior. Gilgamesh construirá Carros de guerra y saldrá en busca de Campamentos bárbaros bastante pronto para poder aprovechar su habilidad Misión épica. También salpicará las márgenes de los Ríos cercanos con Zigurats para avanzar rápidamente en Ciencia y en Cultura . Otras civilizaciones tendrán la tentación de aliarse con Gilgamesh para obtener la bonificación Aventuras de Enkidu al disputar guerras conjuntas. Con un arranque rápido y unas cuantas guerras conjuntas exitosas, Sumeria debería poder situarse en una posición dominante y mantenerla hasta la victoria.
Contexto histórico
Los historiadores saben muy poco acerca del semilegendario (bueno, casi legendario del todo) Gilgamesh. Su epopeya, considerada la primera gran obra de la literatura, aparece grabada en escritura cuneiforme en tablillas de arcilla de hace unos cuatro mil años. El protagonista es un semidiós de fuerza sobrehumana que se convierte en rey de la ciudad-estado de Uruk, de la civilización sumeria. Utilizando esos grandes músculos, construyó las altas murallas de Uruk para defender a su amado pueblo de las incursiones bárbaras. También los puso a construir zigurats por todo el lugar.

En general, ahora se acepta que Gilgamesh en realidad vivió y gobernó en la antigua Mesopotamia. Hay referencias puntuales a él (o, por lo menos, a nombres muy similares) en una serie de textos no cuneiformes que han sobrevivido más o menos intactos. En un pergamino que se encontró en Qumrán, conocido como "El libro de los gigantes" (alrededor del año 100 a. C.), Gilgamesh aparece como uno de los reyes antediluvianos. En una obra en griego del romano Eliano, escrita alrededor del 200 d. C., se le menciona como sucesor de un antiguo rey de Babilonia. Teodoro bar Konai, que escribió alrededor del año 800 d. C., incluye a Gilgamesh como el último de la lista de los doce reyes contemporáneos al patriarca judío Abraham. Y fragmentos de un texto que se encontró en las excavaciones de Tell Haddad cuentan que fue enterrado en el lecho del Éufrates, que desviaron sus fieles súbditos de Uruk.

Y eso es todo en cuanto a las pruebas históricas de que Gilgamesh vivió. Así que volveremos a la leyenda, que es mucho más entretenida...

En el relato sumerio "Inanna y el árbol de Huluppu", la diosa vuelve a plantar un árbol que había arrancado una gran tormenta de su bosque sagrado, cerca de Uruk. Planeaba que creciera para poder hacerse una silla y una cama. Sin embargo, al pobre árbol lo atormentaban una serpiente "que no temía hechizo alguno" en su raíz y un espíritu femenino malévolo (lilitu) que vivía en su tronco, y tenía en las ramas un ave monstruosa, Anzu, capaz de exhalar fuego y agua. Inanna le pidió a su hermano, el dios del sol, que fuera en busca de ayuda para librar al árbol de estas plagas, pero este se negó. El poderoso Gilgamesh no se negó y, cuando hirió a la serpiente, los demás monstruos huyeron. E Inanna tuvo su cama.

En otro relato, que se repite en la epopeya, Ishtar, diosa del amor y de la guerra, al ver al buenorro de Gilgamesh bien limpito y con el pelo recogido, se ve dominada por la lujuria. Le ruega a Gilgamesh que se convierta en su marido y le promete a cambio una "cosecha de riquezas". Pero Gilgamesh se niega a ser un juguete sexual, y ella se enoja tanto que convence a sus padres Anu y Antum de que suelten al "toro del cielo" para que pueda cornear al semidiós hasta matarlo. Toda Uruk tiembla cuando el toro aparece bramando y resoplando y cientos mueren cuando la tierra se agrieta bajo sus pezuñas. Enkidu, el "compañero" de Gilgamesh, ataca al toro, y Gilgamesh pronto se une a él y juntos matan a la bestia. Ishtar, mientras tanto, ha subido a las famosas murallas de la ciudad y grita maldiciones contra los guerreros, pero huye cuando se ve amenazada por Gilgamesh. Mientras Ishtar y sus seguidoras lloran la muerte del toro (e Ishtar trata de averiguar lo que les va a decir a sus padres), Gilgamesh recibe los elogios de su pueblo.

Y luego está la historia de Gilgamesh y el inframundo. Este empieza con Gilgamesh quejándose a Enkidu de que una de sus posesiones –exactamente qué, no está claro (en una traducción es un tambor; en otra, una pelota)– se le ha caído al infierno. Enkidu se presenta voluntario para recuperarla. Encantado de que alguien más asuma la responsabilidad de su descuido, Gilgamesh le explica con detalle a su amigo lo que no debe hacer en el mundo subterráneo si es que quiere volver. Este, por supuesto, hace todo lo que no tenía que hacer y se queda atrapado hasta que Gilgamesh convence a los dioses Enki y Shamash de que abran una grieta en el suelo. Por ahí aparece el fantasma de su amigo, aunque pronto vuelve a desaparecer.

En la epopeya, afligido por el dolor por la muerte de Enkidu y reflexionando sobre su propia mortalidad, Gilgamesh viaja para ver a su antepasado, el sabio Utnapishtim, que ha abandonado sus posesiones mundanas y construido una gran nave para sobrevivir al gran diluvio. El anciano le dice a Gilgamesh que abandone su búsqueda de la inmortalidad, pero le informa de una planta rara que lo hará rejuvenecer. Gilgamesh finalmente se las arregla para sacarla del fondo de un río donde crece, pero una serpiente se la roba. Mientras la serpiente se escapa deslizándose, esta muda de piel y así se vuelve joven otra vez. Desanimado, el rey vuelve a su casa.

Sin embargo, Gilgamesh –según la lista de reyes sumerios de la Antigüedad– vivió hasta los 126 años. No es poco, incluso para los estándares modernos, y realmente es algo espectacular en una época de hambres, guerras, suciedad y enfermedades, cuando el resfriado más pequeño podía matar a cualquiera. Para llenar estos largos años de supervivencia, Gilgamesh y su hijo y sucesor, Ur-Nungal, reconstruyeron el templo de la diosa Ninlil en la ciudad santa de Nippur, a orillas del río de Uruk.

Pero volvamos a los hechos... o no. En el año 2003, un equipo de arqueólogos alemanes afirmó haber encontrado la tumba de Gilgamesh en lo que fue el cauce del Éufrates, enterrada bajo las arenas del desierto iraquí. Con equipos de imagen magnética, –supuestamente tan perfeccionados como para notar la diferencia entre sedimento seco y ladrillos de barro antiguos– mostraron recintos ajardinados, edificios y paredes de un palacio que incluye la cámara funeraria del semidiós. Desde entonces, las acciones militares han impedido cualquier intento de excavación, pero todo el mundo espera con fervor que algún día los arqueólogos consigan desenterrar los huesos del poderoso Gilgamesh.
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