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China
Habilidad exclusiva

Ciclo dinástico.

Las Eurekas e Inspiraciones proporcionan el 60% de principios y tecnología en lugar del 50%. Cuando se completa una maravilla, recibe una Eureka y una Inspiración al azar de la época de la maravilla, de haberlas.

Contexto histórico
El papel, la campana, el carrete de la caña de pescar, la pólvora, la brújula, el mamparo de las embarcaciones, los juegos de cartas, los pozos petrolíferos, la xilografía o la seda son algunas de las aportaciones de China a la civilización, además de grandes religiones (confucianismo, taoísmo o bimoísmo yi, entre otros) y corrientes filosóficas (moísmo, legalismo, naturalismo, neotaoísmo, etc.). Escritores como Shi Nai’an y Wu Cheng’an, artistas como Han Gan y Ma Yuan, y compositores como Wei Liangfu y Cai Yan han enriquecido enormemente la civilización. Además, China introdujo las ideas de la esclavitud, la monogamia, el espionaje, la subversión, la propaganda, el urbanismo, el Ling Chi (muerte por mil cortes) y muchas cosas más.

Durante el Periodo de los Reinos Combatientes (desde 475 a. C. hasta 221 a. C.), China estaba dividida en siete reinos enfrentados entre ellos (Qi, Qin, Yan, Han, Wei, Chu y Zhao). El rey de los Qin, Ying Zheng, logró unificarlos a todos tras conquistar a su último enemigo, los Qi, y se autoproclamó Qin Shi Huang ("primer emperador de los Qin"). En su glorioso mandato, además de quemar libros y a los opositores eruditos (en el Periodo de los Reinos Combatientes surgieron las Cien Escuelas de Pensamiento, que eran un conjunto de filosofías liberales), construyó una amplia red de canales y caminos, e incluso empezó a levantar la Gran Muralla para repeler las invasiones (pero de poco sirvió). Aunque Ying Zheng buscó incesantemente el legendario elixir de la inmortalidad, obviamente no lo encontró y falleció en el año 210 a. C. Fue enterrado cerca de Chang'a en un majestuoso mausoleo construido por setecientos mil "trabajadores no asalariados" y protegido por los famosos guerreros de terracota. Tras su muerte, el imperio de los Qin tardó pocos años en caer.

Liu Bang, un campesino rebelde y conflictivo, derrocó al sucesor de Qin Shi Huang con la ayuda del ambicioso general Chu Xiang Yu e instauró la dinastía Han en el año 207 a. C. tras deshacerse de su aliado. Con los Han, el imperio viviría una época de consolidación lingüística, experimentación cultural, expresión política, prosperidad económica, exploración, expansión e innovaciones tecnológicas. Fue también bajo el mandato de los Han cuando el emperador Wu invadió a los xiongnu de la estepa y amplió las fronteras tradicionales de China. Los comerciantes Han viajaron hasta tierras remotas, como Partia y la India, y en algunas ruinas Han se han encontrado objetos de vidrio de fabricación romana. Los emperadores de esta dinastía también establecieron comunidades agrícolas de antiguos soldados a lo largo de las tierras occidentales de la Ruta de la seda.

El ascenso del general Cao Cao supuso el declive del emperador Han. En el año 208, Cao Cao abolió "las tres excelencias" (principales consejeros del emperador) y se convirtió en canciller; en 215, obligó al emperador Xian a divorciarse de la emperatriz y a casarse con su hija. Los presagios celestiales indicaban que los Han habían perdido el "tianming" (mandato del cielo), y en diciembre de 220 Xian abdicó en favor del hijo de Cao Cao, Cao Pi. El nuevo emperador proclamó la dinastía Wie y la China unificada no tardó en descomponerse.

Durante los sesenta años posteriores a la "Rebelión de los Turbantes Amarillos", tres reinos (Wei, Shu y Wu) se enfrentaron para reconstruir el imperio centralizado de los Qin y los Han, aunque sería la dinastía Jin la que lo conseguiría. Sima Yan obligó a Cao Huan a ceder a su favor el trono de Wei. Tras llevar a cabo excelentes campañas, los Wei conquistaron a los Shu (263) y los Wu (279). La dinastía Jin se encontraba muy debilitada por las disputas familiares de los príncipes imperiales y acabó perdiendo el control de las provincias occidentales y del norte (dinastía Jin oriental), comenzando así el periodo de los "dieciséis reinos" que duraría hasta el año 439.

A pesar de cierta consolidación (no exenta de ríos de sangre), la totalidad del territorio chino no volvería a estar bajo el control de un solo gobernante hasta el año 589 con la breve dinastía Sui. A esta le seguiría la dinastía Tang, que ocupó el trono de una China más o menos unificada hasta el año 907. El mandato de los Tang fue similar al de los Han; fomentaron el comercio y la diplomacia, la estabilidad y la prosperidad del imperio hicieron que la cultura y la religión floreciesen, completaron el Gran Canal comenzado por los Sui, reabrieron la Ruta de la seda y actualizaron el código penal. Esta última medida otorgó más derechos de propiedad a las mujeres e implantó el acceso a puestos burocráticos mediante exámenes, junto con algunas otras innovaciones. Los impuestos se estandarizaron en función del rango y se creó el primer censo chino para que toda la población pagase. Durante este periodo vivieron grandes poetas, como Li Bai y Du Fu, que serían referentes de la literatura china durante siglos.

Pero el imperio Tang fue golpeado por una serie de desastres naturales. En un siglo, las inundaciones del río Amarillo y el Gran Canal primero, y una sequía generalizada después, provocaron un colapso de la economía y una hambruna devastadora. La producción agrícola disminuyó a la mitad y el pueblo, como ocurre en estas situaciones, comenzó a rebelarse. Zhu Wen, un antiguo contrabandista de sal convertido en gobernador militar, derrocó al último emperador Tang en 907 y dio comienzo al periodo de las Cinco Dinastías y los Diez Reinos, que concluiría alrededor del año 960. Durante los cuatro siglos siguientes gobernaron cinco dinastías en una China reunificada: Song, Liao, Jin, Xia occidental y Yuan (instaurada por Kublai Kan cuando los mongoles atravesaron la Gran Muralla). Las cinco aportaron a la civilización descubrimientos tecnológicos, corrientes filosóficas y avances sociales, pero ninguna tendría la importancia de la dinastía Ming.

El gran malestar con el gobierno mongol existente en todo el interior de China, agravado en la década de 1340 por la hambruna y la peste negra, tuvo como consecuencia múltiples revueltas de campesinos. Obviamente, los descendientes de Kublai no gozaban del mandato del cielo. Zhu Yuanzhang, un campesino convertido en líder rebelde (y conocido en la actualidad como el emperador Hongwu) , se autoproclamó emperador de los Ming en 1368 tras capturar la capital que hoy conocemos como Pekín. Según cuenta la leyenda, Zhu era el menor de siete u ocho hermanos, algunos de los cuales fueron vendidos para alimentar al resto de la familia. Cuando el río Amarillo inundó su aldea y la peste negra acabó con la familia que le quedaba, Zhu se refugió en un monasterio budista. El ejército mongol destruyó el monasterio como represalia contra los rebeldes zoroastras. Zhu se unió al movimiento rebelde y, cuando tenía 30 años, se convirtió en su líder.

China vivió una época de esplendor con la dinastía Ming. Zhu Yuanzhang estableció una serie de políticas cuando se afianzó en el trono. Una de las primeras fue limitar el ascenso y la influencia de los eunucos en la corte, donde varios habían disfrutado de mucho poder con anteriores dinastías (quizá algunos de los futuros enemigos del imperio fuesen culpables de que volviesen a tener influencia y creasen una administración paralela virtual). En el orden social, cuatro fueron las clases reconocidas, todas con sus derechos y obligaciones: nobles, granjeros, artesanos y mercaderes. Otros emperadores de la dinastía Ming concedieron más derechos a los mercaderes porque generaban riqueza e impuestos para el imperio. Una serie de desastres naturales volvió a sacudir el imperio y, en 1640, tras las revueltas de hambrientos campesinos incapaces de pagar impuestos, la dinastía Qing ascendió al poder.

Su gobierno fue bastante eficaz hasta que aparecieron los europeos para causar problemas. Aunque Marco Polo y otros comerciantes y aventureros habían llegado hasta China por la puerta trasera, la expedición del portugués Jorge Álvares lo hizo por mar en 1513. Poco después, y tras embaucar al emperador Ming, Portugal contaba con un enclave comercial en Macao y con un gobernador que tomó posesión del cargo en 1557. Mientras tanto, la economía y el gobierno disfrutaron de un periodo de estabilidad con los Qing, que preferían evitar a los extranjeros. El alto índice de alfabetización, una industria editorial apoyada por el estado, el crecimiento de las ciudades y la exploración pacífica del "yo interior" del confucianismo contribuyeron a una explosión de creatividad en el arte y la filosofía, y resurgieron artes tradicionales como la caligrafía, la pintura, la poesía o el teatro.

Pero los extranjeros siguieron entrometiéndose. A principios del siglo XIX, China era vulnerable a los europeos, al Japón de Meiji y al imperialismo ruso. Las potencias coloniales, con un armamento, unas comunicaciones, una armada y unas tácticas superiores, buscaban controlar indirectamente el gobierno Qing y dominar el comercio de China. En 1842, Gran Bretaña derrotó a China en la Primera Guerra del Opio y el país asiático se vio obligado a firmar el Tratado de Nankín, primero de una serie de "tratados desiguales" que terminarían arruinando la economía china con el cambio de siglo. Japón, que había sufrido un rápido proceso de modernización y se había unido a la contienda colonial, obligó a China a reconocer su soberanía sobre Corea y Taiwán. Aunque los Qing seguían en el poder, las potencias europeas, incluida Rusia, dividieron el país en "esferas de influencia" exclusivas. Por otra parte, Estados Unidos declaró de manera unilateral una política de "puertas abiertas" en China.

La situación era insostenible y en 1899 surgió un movimiento popular conocido como "levantamiento de los bóxers" para acabar con la influencia foránea en China, pero fracasó. Mediante el devastador tratado de paz de 1901, las ocho naciones atacadas por los bóxers ordenaron la ejecución de todos los miembros del gobierno Qing que habían apoyado a los rebeldes, aprobaron el estacionamiento de tropas extranjeras e impusieron una indemnización superior a la recaudación anual de impuestos. Para apaciguar los disturbios civiles, la emperatriz viuda Cixí solicitó una serie de propuestas de reformas a los gobernadores de las provincias pero, aunque estas eran amplias e innovadoras, ya era demasiado tarde. El emperador murió repentinamente (posiblemente envenenado) en noviembre de 1908 y Cixí lo hizo al día siguiente. Tras varias insurrecciones y rebeliones, en 1912 la emperatriz viuda Longyu hizo abdicar al pequeño emperador Puyi, que en ese momento tenía 5 años, poniendo así fin a los casi dos mil años del imperio y comenzando un periodo protagonizado por sanguinarios caudillos.
PortraitSquare
icon_civilization_china

Rasgos

Líderes
icon_leader_qin
Qin (Mandato del cielo)
icon_leader_default
Yongle
icon_leader_default
Wu Zetian
icon_leader_default
Qin (unificador)
icon_leader_default
Kublai Kan (China)
Unidades especiales
icon_unit_chinese_crouching_tiger
Tigre agazapado
Infraestructura especial
icon_improvement_great_wall
Gran Muralla

Geografía y datos sociales

Ubicación
Asia
Tamaño
Sobre 9 600 000 kilómetros cuadrados
Población
Sobre 1 100 000 000 en 1990 d. C.
Capital
Muchas (las cuatro principales son: Nanjing, Luoyang, Chang'an y en la actualidad Beijing)
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Qin (unificador)
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Kublai Kan (China)
Unidades especiales
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Tigre agazapado
Infraestructura especial
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Gran Muralla

Geografía y datos sociales

Ubicación
Asia
Tamaño
Sobre 9 600 000 kilómetros cuadrados
Población
Sobre 1 100 000 000 en 1990 d. C.
Capital
Muchas (las cuatro principales son: Nanjing, Luoyang, Chang'an y en la actualidad Beijing)
Habilidad exclusiva

Ciclo dinástico.

Las Eurekas e Inspiraciones proporcionan el 60% de principios y tecnología en lugar del 50%. Cuando se completa una maravilla, recibe una Eureka y una Inspiración al azar de la época de la maravilla, de haberlas.

Contexto histórico
El papel, la campana, el carrete de la caña de pescar, la pólvora, la brújula, el mamparo de las embarcaciones, los juegos de cartas, los pozos petrolíferos, la xilografía o la seda son algunas de las aportaciones de China a la civilización, además de grandes religiones (confucianismo, taoísmo o bimoísmo yi, entre otros) y corrientes filosóficas (moísmo, legalismo, naturalismo, neotaoísmo, etc.). Escritores como Shi Nai’an y Wu Cheng’an, artistas como Han Gan y Ma Yuan, y compositores como Wei Liangfu y Cai Yan han enriquecido enormemente la civilización. Además, China introdujo las ideas de la esclavitud, la monogamia, el espionaje, la subversión, la propaganda, el urbanismo, el Ling Chi (muerte por mil cortes) y muchas cosas más.

Durante el Periodo de los Reinos Combatientes (desde 475 a. C. hasta 221 a. C.), China estaba dividida en siete reinos enfrentados entre ellos (Qi, Qin, Yan, Han, Wei, Chu y Zhao). El rey de los Qin, Ying Zheng, logró unificarlos a todos tras conquistar a su último enemigo, los Qi, y se autoproclamó Qin Shi Huang ("primer emperador de los Qin"). En su glorioso mandato, además de quemar libros y a los opositores eruditos (en el Periodo de los Reinos Combatientes surgieron las Cien Escuelas de Pensamiento, que eran un conjunto de filosofías liberales), construyó una amplia red de canales y caminos, e incluso empezó a levantar la Gran Muralla para repeler las invasiones (pero de poco sirvió). Aunque Ying Zheng buscó incesantemente el legendario elixir de la inmortalidad, obviamente no lo encontró y falleció en el año 210 a. C. Fue enterrado cerca de Chang'a en un majestuoso mausoleo construido por setecientos mil "trabajadores no asalariados" y protegido por los famosos guerreros de terracota. Tras su muerte, el imperio de los Qin tardó pocos años en caer.

Liu Bang, un campesino rebelde y conflictivo, derrocó al sucesor de Qin Shi Huang con la ayuda del ambicioso general Chu Xiang Yu e instauró la dinastía Han en el año 207 a. C. tras deshacerse de su aliado. Con los Han, el imperio viviría una época de consolidación lingüística, experimentación cultural, expresión política, prosperidad económica, exploración, expansión e innovaciones tecnológicas. Fue también bajo el mandato de los Han cuando el emperador Wu invadió a los xiongnu de la estepa y amplió las fronteras tradicionales de China. Los comerciantes Han viajaron hasta tierras remotas, como Partia y la India, y en algunas ruinas Han se han encontrado objetos de vidrio de fabricación romana. Los emperadores de esta dinastía también establecieron comunidades agrícolas de antiguos soldados a lo largo de las tierras occidentales de la Ruta de la seda.

El ascenso del general Cao Cao supuso el declive del emperador Han. En el año 208, Cao Cao abolió "las tres excelencias" (principales consejeros del emperador) y se convirtió en canciller; en 215, obligó al emperador Xian a divorciarse de la emperatriz y a casarse con su hija. Los presagios celestiales indicaban que los Han habían perdido el "tianming" (mandato del cielo), y en diciembre de 220 Xian abdicó en favor del hijo de Cao Cao, Cao Pi. El nuevo emperador proclamó la dinastía Wie y la China unificada no tardó en descomponerse.

Durante los sesenta años posteriores a la "Rebelión de los Turbantes Amarillos", tres reinos (Wei, Shu y Wu) se enfrentaron para reconstruir el imperio centralizado de los Qin y los Han, aunque sería la dinastía Jin la que lo conseguiría. Sima Yan obligó a Cao Huan a ceder a su favor el trono de Wei. Tras llevar a cabo excelentes campañas, los Wei conquistaron a los Shu (263) y los Wu (279). La dinastía Jin se encontraba muy debilitada por las disputas familiares de los príncipes imperiales y acabó perdiendo el control de las provincias occidentales y del norte (dinastía Jin oriental), comenzando así el periodo de los "dieciséis reinos" que duraría hasta el año 439.

A pesar de cierta consolidación (no exenta de ríos de sangre), la totalidad del territorio chino no volvería a estar bajo el control de un solo gobernante hasta el año 589 con la breve dinastía Sui. A esta le seguiría la dinastía Tang, que ocupó el trono de una China más o menos unificada hasta el año 907. El mandato de los Tang fue similar al de los Han; fomentaron el comercio y la diplomacia, la estabilidad y la prosperidad del imperio hicieron que la cultura y la religión floreciesen, completaron el Gran Canal comenzado por los Sui, reabrieron la Ruta de la seda y actualizaron el código penal. Esta última medida otorgó más derechos de propiedad a las mujeres e implantó el acceso a puestos burocráticos mediante exámenes, junto con algunas otras innovaciones. Los impuestos se estandarizaron en función del rango y se creó el primer censo chino para que toda la población pagase. Durante este periodo vivieron grandes poetas, como Li Bai y Du Fu, que serían referentes de la literatura china durante siglos.

Pero el imperio Tang fue golpeado por una serie de desastres naturales. En un siglo, las inundaciones del río Amarillo y el Gran Canal primero, y una sequía generalizada después, provocaron un colapso de la economía y una hambruna devastadora. La producción agrícola disminuyó a la mitad y el pueblo, como ocurre en estas situaciones, comenzó a rebelarse. Zhu Wen, un antiguo contrabandista de sal convertido en gobernador militar, derrocó al último emperador Tang en 907 y dio comienzo al periodo de las Cinco Dinastías y los Diez Reinos, que concluiría alrededor del año 960. Durante los cuatro siglos siguientes gobernaron cinco dinastías en una China reunificada: Song, Liao, Jin, Xia occidental y Yuan (instaurada por Kublai Kan cuando los mongoles atravesaron la Gran Muralla). Las cinco aportaron a la civilización descubrimientos tecnológicos, corrientes filosóficas y avances sociales, pero ninguna tendría la importancia de la dinastía Ming.

El gran malestar con el gobierno mongol existente en todo el interior de China, agravado en la década de 1340 por la hambruna y la peste negra, tuvo como consecuencia múltiples revueltas de campesinos. Obviamente, los descendientes de Kublai no gozaban del mandato del cielo. Zhu Yuanzhang, un campesino convertido en líder rebelde (y conocido en la actualidad como el emperador Hongwu) , se autoproclamó emperador de los Ming en 1368 tras capturar la capital que hoy conocemos como Pekín. Según cuenta la leyenda, Zhu era el menor de siete u ocho hermanos, algunos de los cuales fueron vendidos para alimentar al resto de la familia. Cuando el río Amarillo inundó su aldea y la peste negra acabó con la familia que le quedaba, Zhu se refugió en un monasterio budista. El ejército mongol destruyó el monasterio como represalia contra los rebeldes zoroastras. Zhu se unió al movimiento rebelde y, cuando tenía 30 años, se convirtió en su líder.

China vivió una época de esplendor con la dinastía Ming. Zhu Yuanzhang estableció una serie de políticas cuando se afianzó en el trono. Una de las primeras fue limitar el ascenso y la influencia de los eunucos en la corte, donde varios habían disfrutado de mucho poder con anteriores dinastías (quizá algunos de los futuros enemigos del imperio fuesen culpables de que volviesen a tener influencia y creasen una administración paralela virtual). En el orden social, cuatro fueron las clases reconocidas, todas con sus derechos y obligaciones: nobles, granjeros, artesanos y mercaderes. Otros emperadores de la dinastía Ming concedieron más derechos a los mercaderes porque generaban riqueza e impuestos para el imperio. Una serie de desastres naturales volvió a sacudir el imperio y, en 1640, tras las revueltas de hambrientos campesinos incapaces de pagar impuestos, la dinastía Qing ascendió al poder.

Su gobierno fue bastante eficaz hasta que aparecieron los europeos para causar problemas. Aunque Marco Polo y otros comerciantes y aventureros habían llegado hasta China por la puerta trasera, la expedición del portugués Jorge Álvares lo hizo por mar en 1513. Poco después, y tras embaucar al emperador Ming, Portugal contaba con un enclave comercial en Macao y con un gobernador que tomó posesión del cargo en 1557. Mientras tanto, la economía y el gobierno disfrutaron de un periodo de estabilidad con los Qing, que preferían evitar a los extranjeros. El alto índice de alfabetización, una industria editorial apoyada por el estado, el crecimiento de las ciudades y la exploración pacífica del "yo interior" del confucianismo contribuyeron a una explosión de creatividad en el arte y la filosofía, y resurgieron artes tradicionales como la caligrafía, la pintura, la poesía o el teatro.

Pero los extranjeros siguieron entrometiéndose. A principios del siglo XIX, China era vulnerable a los europeos, al Japón de Meiji y al imperialismo ruso. Las potencias coloniales, con un armamento, unas comunicaciones, una armada y unas tácticas superiores, buscaban controlar indirectamente el gobierno Qing y dominar el comercio de China. En 1842, Gran Bretaña derrotó a China en la Primera Guerra del Opio y el país asiático se vio obligado a firmar el Tratado de Nankín, primero de una serie de "tratados desiguales" que terminarían arruinando la economía china con el cambio de siglo. Japón, que había sufrido un rápido proceso de modernización y se había unido a la contienda colonial, obligó a China a reconocer su soberanía sobre Corea y Taiwán. Aunque los Qing seguían en el poder, las potencias europeas, incluida Rusia, dividieron el país en "esferas de influencia" exclusivas. Por otra parte, Estados Unidos declaró de manera unilateral una política de "puertas abiertas" en China.

La situación era insostenible y en 1899 surgió un movimiento popular conocido como "levantamiento de los bóxers" para acabar con la influencia foránea en China, pero fracasó. Mediante el devastador tratado de paz de 1901, las ocho naciones atacadas por los bóxers ordenaron la ejecución de todos los miembros del gobierno Qing que habían apoyado a los rebeldes, aprobaron el estacionamiento de tropas extranjeras e impusieron una indemnización superior a la recaudación anual de impuestos. Para apaciguar los disturbios civiles, la emperatriz viuda Cixí solicitó una serie de propuestas de reformas a los gobernadores de las provincias pero, aunque estas eran amplias e innovadoras, ya era demasiado tarde. El emperador murió repentinamente (posiblemente envenenado) en noviembre de 1908 y Cixí lo hizo al día siguiente. Tras varias insurrecciones y rebeliones, en 1912 la emperatriz viuda Longyu hizo abdicar al pequeño emperador Puyi, que en ese momento tenía 5 años, poniendo así fin a los casi dos mil años del imperio y comenzando un periodo protagonizado por sanguinarios caudillos.
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