Lleva la maravilla y la belleza a un mundo gris con el Rey Cisne, Luis II.

Con Luis, construye tantos distritos como pueda albergar una ciudad; lo cual, con la habilidad de civilización de Alemania, es uno más que todos los demás. Luego, coloca maravillas junto a tus distritos (aunque no las termines, te aportarán Cultura . El distrito único de la Hansa te ayudará a terminarlos con su Producción extra. En la Época Moderna estarás a salvo si algún rival celoso te intenta robar esas maravillas, porque seguro que entonces tus submarinos, los "cisnes" de esa era, frustrarán los intentos de invadirte. Desbloquear Castillos es el eje central de la búsqueda de la victoria cultural por parte de Luis, ya que estos dan Turismo a todos los distritos que aporten Cultura , incluidas las maravillas inacabadas.

Luis, "el Rey Cisne" del reino católico de Baviera, era un personaje extraño. Su reinado no fue rentable para el reino: con él, Baviera perdió su independencia frente a Alemania, pero estaba menos interesado en la política que en conseguir que los cuentos de hadas de la región cobraran vida. Sus proyectos y palacios eran reinos de imaginación... o de locura.

Baviera es el estado alemán más grande, aunque no el más poderoso. Durante mucho tiempo fue un reducto católico en una gran región protestante, pues se había visto influenciado desde tiempos lejanos por la presencia romana. En los años posteriores, Baviera fue un poderoso elector del Sacro Imperio Romano Germánico y sede de la monarquía de los Wittelsbach (desde 1214), una dinastía que compitió por el imperio con los Habsburgo de Austria, rivalidad que en muchas ocasiones condujo a la guerra abierta. Cabe señalar que Baviera y Austria son más parecidas en idioma, cultura y religión que el norte, dominado por Prusia.

En la Edad Moderna, Baviera enfrentó a sus rivales austríacos contra la potencia emergente de Prusia, con bastante éxito, aunque al final se vio obligada a claudicar y entrar en la Federación Alemana bajo el dominio prusiano; así, Baviera se convirtió en una parte de la actual Alemania.

Hoy en día, Baviera es una tierra de agricultores acomodados, de perspectiva algo conservadora, con una fuerte inclinación católica. También es el hogar simbólico de gran parte de la cultura popular alemana: es inevitable soñar un poco a la sombra de los Alpes.

Y con ello llegamos a Luis "el Loco". Nació en la realeza bávara (su madre era una princesa heredera de Prusia), en lo que era una familia relativamente fría. Desde muy joven se vio rodeado de mitos, desde caminar por los Alpes hasta la casa de su infancia en Hohenschwangau (un palacio de fantasía de estilo gótico dedicado a Lohengrin, el Caballero del Cisne) hasta su fascinación por Wagner. Caballeros, dragones, duendes y hadas reinaron en la vida del joven Luis, incluso cuando, a los 19 años, llegó a gobernar Baviera.

También vale la pena destacar aquí la sexualidad de Luis. Era homosexual y tuvo varias aventuras con sus guardias. De hecho, esta sexualidad compartida era otra razón por la que Wagner y Luis se llevaban bien (sin embargo, Luis no compartía el antisemitismo de Wagner).

La lealtad de Luis a los Alpes y su amistad con la realeza austríaca movieron sus simpatías en esa dirección, lo cual fue una imprudencia diplomática: cuando Prusia derrotó a Austria, Baviera entró en la órbita diplomática de esta y al final se vio obligada a unirse a Alemania (aunque, como correspondía a su tamaño y poder, se le permitió tener un ejército propio y una gran independencia).

Esta abdicación forzosa de las ambiciones políticas de Luis permitió que sus fantasías levantaran el vuelo. El siglo XIX fue una era de nacionalismos en la que varios países, nuevos y antiguos, se dedicaron a descubrir, embellecer y, en ocasiones, inventar por completo sus propias culturas nacionales. Para Luis, construir castillos (además de ser mecenas de Wagner) fue una parte esencial de ello, su Neuschwanstein. Era un palacio inspirado en las leyendas del Caballero del Cisne que formaron parte de los primeros años de Luis: la historia de un caballero que llega en un barco con forma de cisne para defender el honor de los inocentes, pero al que nunca se le debe preguntar su nombre. También es un monumento a la monarquía absoluta y el derecho divino de los reyes en combinación con el nacionalismo: el poder real se deriva de los espíritus de la tierra. Pero este no fue su único proyecto: planeó una réplica de Versalles y otro palacio gótico en el "salvaje y romántico" Falkenstein, y construyó uno de estilo francés en Linderhof y un ala magnífica en el castillo bávaro de Múnich.

Los palacios son maravillosos. Pero también muy caros. Luis se endeudó mucho, tanto que su administración decidió que estaba loco. Lo mandaron prender, pero al día siguiente, mientras esperaba el transporte, los encontraron a él y su médico muertos en un lago de los terrenos reales. Declararon que la muerte fue un suicidio (y, en el caso del médico, un asesinato), pero las pruebas forenses –pese a que esa ciencia no estaba muy avanzada por aquel entonces– no parecían indicar esto, lo que implicaba algo más siniestro. Quizá fuera un final apropiado para él; cuentan que Luis decía a menudo: "Quiero seguir siendo un enigma eterno, para mí y para todos".