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Civilizaciones

Líderes

Introducción

Abraham Lincoln

Alejandro

Amanitore

Ambiórix

Basilio II

Bà Triệu

Catalina de Médici (de la magnificencia)

Catalina de Médici (Reina negra)

Chandragupta

Ciro

Cleopatra (egipcia)

Cleopatra (ptolemaica)

Eduviges

Federico Barbarroja

Felipe II

Gandhi

Gengis Kan

Gilgamesh

Gitarja

Gorgo

Guillermina

Hammurabi

Harald Haardrade (konge)

Harald Haardrade (varego)

Hōjō Tokimune

Isabel I

Jayavarman

John Curtin

Juan III

Julio César

Kublai Kan (China)

Kublai Kan (Mongolia)

Lautaro

Luis II

Menelik II

Moctezuma

Nader Shah

Nzinga Mbande

Nzinga Mvemba

Pedro

Pedro II

Pericles

Poundmaker

Qin (Mandato del cielo)

Qin (unificador)

Ramsés II

Roberto I de Escocia

Saladino (sultán)

Saladino (visir)

Sejong

Señora Seis Cielo

Seondeok

Shaka

Simón Bolívar

Tamara

Teddy Roosevelt (Alce)

Teddy Roosevelt (Jinete duro)

Teodora

Tokugawa

Tomiris

Trajano

Victoria (Era del imperio)

Victoria (Era del vapor)

Wu Zetian

Yongle

Hōjō Tokimune
Habilidad exclusiva

Viento divino

+5 a la Fuerza de combate de las unidades terrestres en casillas terrestres adyacentes a la Costa. +5 a la Fuerza de combate de las unidades navales en casillas de aguas poco profundas. Los distritos de Campamento, Lugar sagrado y Teatro se construyen en la mitad del tiempo normal.

Resumen
Con Hōjō al mando, "el camino del guerrero" para Japón es levantar un buen imperio costero y compacto, y mezclar desarrollo religioso y Cultural con avances militares.
Visión detallada
Japón consigue buenas bonificaciones por adyacencia tanto al colocar Lugares sagrados junto a Campus como al situarlos cerca de Montañas. Así que encontrar terrenos buenos no es un problema en Japón y, en su lugar, puede decantarse por una distribución urbana densa. Hōjō prospera en la costa, donde sus fuerzas terrestres y navales son más eficaces. ¡Ten cuidado con ellos en los mapas con mucha agua! Aunque puede parecer una simple potencia militar, el liderazgo de Hōjō permite competir a Japón en religión o en Cultura con gran eficacia. En el siglo XX, su industria electrónica entra en acción y puede hacerle firme candidato a la victoria cultural .
Contexto histórico
Hōjō Tokimune era el hijo mayor de Tokiyori, el quinto shikken (regente) del shogunato Kamakura y gobernante de facto de Japón. Desde su nacimiento fue reconocido como tokuso (cabeza) del clan Hōjō y preparado rigurosamente para ser el sucesor de su padre. A la no tan tierna edad de 18 años, en el 1268 d. C., se convirtió en shikken. En el momento de su muerte, a los 34 años, Tokimune había reformado completamente Japón.

Justo después de su ascenso al shikkenato, Tokimune se enfrentó a una crisis nacional. El emperador mongol de China, Kublai Kan, envió a un emisario exigiendo que Japón entablara una "relación tributaria" con los mongoles o sufriría una invasión y conquista. Mientras muchos miembros del gobierno de Japón, incluidos los de la familia real, le instaron a llegar a un trato, el regente adolescente rechazó desafiante la demanda de los mongoles y envió a los emisarios de vuelta (la historia no recoge en qué estado).

Los emisarios mongoles plantearon cuatro veces más estas exigencias durante los cuatro años siguientes, y cada vez obtuvieron una respuesta similar de Tokimune. Anticipándose a la impaciencia de los mongoles, envió una fuerza japonesa a la isla sureña de Kyushu para prepararse para una invasión, que se produjo en 1274, cuando unos 25 000 soldados mongoles y coreanos ocuparon las islas pequeñas de la periferia. Un viento divino obligó a la flota mongol a volver a casa, y el peligro cesó... de momento.

Pese a la invasión, Kublai era un hombre razonable y envió a cinco enviados más para negociar el tributo de nuevo en 1275. Estos se negaron a partir sin una respuesta, por lo que Tokimune los hizo llevar a la ciudad de Kamakura y decapitarlos. En 1279 enviaron a otros cinco que corrieron una suerte parecida. La corte imperial, al verse ya estos en la muralla, ordenó a todos los templos y santuarios que empezaran a rezar para obtener una victoria sobre los mongoles. Tokimune se dedicó a fortificar la costa en los sitios donde la invasión fuera más probable.

En el verano de 1281, una fuerza mucho más grande que la anterior –los anales hablan de unos 140 000 mongoles y aliados en cerca de 4000 barcos– llegaron a aquellas aguas y se enfrentaron a todo el ejército y la Armada japonesa, al mando de Tokimune. Derrotados en los desembarcos de las islas de Tsushima y Shikano, los mongoles finalmente consiguieron abrir brecha en Iki, pero más tarde se retiraron a la isla de Hirato. Tres días más tarde, los japoneses atacaron la flota de los invasores y les causaron pérdidas considerables y una gran consternación, lo bastante como para que la mayoría de oficiales mongoles regresaran a China, dejando sin líderes a cerca de 100 000 soldados. En agosto llegó el famoso kamikaze (tifón) que azotó los barcos mongoles durante dos días y hundió la mayoría de ellos (incluido el buque insignia, con el almirante coreano a bordo). Poco después, los samuráis de Tokimune aniquilaron a los 100 000.

Japón se había salvado y no se vería amenazado de nuevo por una invasión hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Tokimune pudo centrarse en otros asuntos... como practicar la meditación zen y construir santuarios y monasterios budistas, como el de Engaku-ji, un monumento a los samuráis que habían muerto luchando contra los mongoles. De adolescente y joven había sido un gran defensor de la rama ritsu del budismo, pero se convirtió al zen en algún momento antes de la invasión. Tan comprometido estaba Tokimune con su fe que el día de su muerte "se realizó la tonsura y se convirtió en un monje zen" (quizá ya un poco tarde para encontrar la iluminación verdadera).

Gracias en parte a la victoria sobre los mongoles bajo la tutela de Tokimune, el budismo zen comenzó a extenderse entre la clase samurái con bastante rapidez. Puede que algunos creyeran realmente en las enseñanzas, pero es probable que otros lo hicieran para granjearse el favor del shikken. Esta fe, hasta entonces trivial, se extendió primero por Kamakura, sede de los Hōjō, y de allí a la capital imperial, en Kioto. Tokimune también vinculó el zen al código "moral" del bushidō (un término moderno para una filosofía muy antigua), que hacía hincapié en la frugalidad, las artes marciales, la lealtad y el "honor hasta la muerte". Nacido del neoconfucianismo, el bushidō con Tokimune se mezcló con elementos del sintoísmo y del zen, agregando unas dosis de sabiduría y serenidad a un código que, por lo demás, era muy violento. Con el tiempo, durante el último shogunato Tokugawa, algunas enseñanzas del bushidō se recogerían formalmente en el derecho feudal japonés.

Además de dedicar altares a los samuráis que habían caído para contener la horda mongol, Tokimune propició varias iniciativas para ayudarlos de manera más pragmática, aunque murió antes de que la mayoría se llevara a cabo (su hijo, Sadatoki las terminaría). Dio tierras (shōen) a los kyunin (oficiales) y myōshu (hacendados) que aún no habían sido recompensados y les devolvió sin penalización las que habían vendido o empeñado para mantener a las tropas, y creó una comisión especial de tokusei sin ontsukai ("agentes de gobierno virtuoso") para supervisar los detalles. Con otro decreto se aseguró de que las tierras de los santuarios que se habían empeñado se devolvieran a los monasterios zen, sin coste alguno, para agradecerles las oraciones durante las invasiones.

Pero, en medio de todas estas dádivas, Hōjō Tokimune murió repentinamente por causas desconocidas después de caer enfermo en el año 1284. Tokimune había prestado sus servicios heroicos a Japón, y fue adorado por ello. Pero los enormes gastos en los que había incurrido para luchar contra la invasión y propagar el zen debilitaron el shogunato Kanakura y al clan Hōjō (se gastó una gran parte de la fortuna familiar en esos santuarios), hasta el punto en que entraron en declive y fueron sustituidos por la Restauración Kenmu cincuenta años más tarde y por el shogunato Ashikaga poco después.
icon_leader_hojo
El único motivo por el que un guerrero vive es para luchar, y el único motivo por el que un guerrero lucha es para ganar.

Rasgos

Civilizaciones
icon_civilization_japan
Japón

Preferencias

Agendas
Bushido
Le gustan las civilizaciones que tienen un gran ejército y un buen rendimiento de Fe y de Cultura . No le gustan las civilizaciones que tienen un gran ejército pero poco rendimiento de Fe y Cultura .
Religión
icon_religion_buddhism
Budismo
icon_leader_hojo
El único motivo por el que un guerrero vive es para luchar, y el único motivo por el que un guerrero lucha es para ganar.

Rasgos

Civilizaciones
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Japón

Preferencias

Agendas
Bushido
Le gustan las civilizaciones que tienen un gran ejército y un buen rendimiento de Fe y de Cultura . No le gustan las civilizaciones que tienen un gran ejército pero poco rendimiento de Fe y Cultura .
Religión
icon_religion_buddhism
Budismo
Habilidad exclusiva

Viento divino

+5 a la Fuerza de combate de las unidades terrestres en casillas terrestres adyacentes a la Costa. +5 a la Fuerza de combate de las unidades navales en casillas de aguas poco profundas. Los distritos de Campamento, Lugar sagrado y Teatro se construyen en la mitad del tiempo normal.

Resumen
Con Hōjō al mando, "el camino del guerrero" para Japón es levantar un buen imperio costero y compacto, y mezclar desarrollo religioso y Cultural con avances militares.
Visión detallada
Japón consigue buenas bonificaciones por adyacencia tanto al colocar Lugares sagrados junto a Campus como al situarlos cerca de Montañas. Así que encontrar terrenos buenos no es un problema en Japón y, en su lugar, puede decantarse por una distribución urbana densa. Hōjō prospera en la costa, donde sus fuerzas terrestres y navales son más eficaces. ¡Ten cuidado con ellos en los mapas con mucha agua! Aunque puede parecer una simple potencia militar, el liderazgo de Hōjō permite competir a Japón en religión o en Cultura con gran eficacia. En el siglo XX, su industria electrónica entra en acción y puede hacerle firme candidato a la victoria cultural .
Contexto histórico
Hōjō Tokimune era el hijo mayor de Tokiyori, el quinto shikken (regente) del shogunato Kamakura y gobernante de facto de Japón. Desde su nacimiento fue reconocido como tokuso (cabeza) del clan Hōjō y preparado rigurosamente para ser el sucesor de su padre. A la no tan tierna edad de 18 años, en el 1268 d. C., se convirtió en shikken. En el momento de su muerte, a los 34 años, Tokimune había reformado completamente Japón.

Justo después de su ascenso al shikkenato, Tokimune se enfrentó a una crisis nacional. El emperador mongol de China, Kublai Kan, envió a un emisario exigiendo que Japón entablara una "relación tributaria" con los mongoles o sufriría una invasión y conquista. Mientras muchos miembros del gobierno de Japón, incluidos los de la familia real, le instaron a llegar a un trato, el regente adolescente rechazó desafiante la demanda de los mongoles y envió a los emisarios de vuelta (la historia no recoge en qué estado).

Los emisarios mongoles plantearon cuatro veces más estas exigencias durante los cuatro años siguientes, y cada vez obtuvieron una respuesta similar de Tokimune. Anticipándose a la impaciencia de los mongoles, envió una fuerza japonesa a la isla sureña de Kyushu para prepararse para una invasión, que se produjo en 1274, cuando unos 25 000 soldados mongoles y coreanos ocuparon las islas pequeñas de la periferia. Un viento divino obligó a la flota mongol a volver a casa, y el peligro cesó... de momento.

Pese a la invasión, Kublai era un hombre razonable y envió a cinco enviados más para negociar el tributo de nuevo en 1275. Estos se negaron a partir sin una respuesta, por lo que Tokimune los hizo llevar a la ciudad de Kamakura y decapitarlos. En 1279 enviaron a otros cinco que corrieron una suerte parecida. La corte imperial, al verse ya estos en la muralla, ordenó a todos los templos y santuarios que empezaran a rezar para obtener una victoria sobre los mongoles. Tokimune se dedicó a fortificar la costa en los sitios donde la invasión fuera más probable.

En el verano de 1281, una fuerza mucho más grande que la anterior –los anales hablan de unos 140 000 mongoles y aliados en cerca de 4000 barcos– llegaron a aquellas aguas y se enfrentaron a todo el ejército y la Armada japonesa, al mando de Tokimune. Derrotados en los desembarcos de las islas de Tsushima y Shikano, los mongoles finalmente consiguieron abrir brecha en Iki, pero más tarde se retiraron a la isla de Hirato. Tres días más tarde, los japoneses atacaron la flota de los invasores y les causaron pérdidas considerables y una gran consternación, lo bastante como para que la mayoría de oficiales mongoles regresaran a China, dejando sin líderes a cerca de 100 000 soldados. En agosto llegó el famoso kamikaze (tifón) que azotó los barcos mongoles durante dos días y hundió la mayoría de ellos (incluido el buque insignia, con el almirante coreano a bordo). Poco después, los samuráis de Tokimune aniquilaron a los 100 000.

Japón se había salvado y no se vería amenazado de nuevo por una invasión hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Tokimune pudo centrarse en otros asuntos... como practicar la meditación zen y construir santuarios y monasterios budistas, como el de Engaku-ji, un monumento a los samuráis que habían muerto luchando contra los mongoles. De adolescente y joven había sido un gran defensor de la rama ritsu del budismo, pero se convirtió al zen en algún momento antes de la invasión. Tan comprometido estaba Tokimune con su fe que el día de su muerte "se realizó la tonsura y se convirtió en un monje zen" (quizá ya un poco tarde para encontrar la iluminación verdadera).

Gracias en parte a la victoria sobre los mongoles bajo la tutela de Tokimune, el budismo zen comenzó a extenderse entre la clase samurái con bastante rapidez. Puede que algunos creyeran realmente en las enseñanzas, pero es probable que otros lo hicieran para granjearse el favor del shikken. Esta fe, hasta entonces trivial, se extendió primero por Kamakura, sede de los Hōjō, y de allí a la capital imperial, en Kioto. Tokimune también vinculó el zen al código "moral" del bushidō (un término moderno para una filosofía muy antigua), que hacía hincapié en la frugalidad, las artes marciales, la lealtad y el "honor hasta la muerte". Nacido del neoconfucianismo, el bushidō con Tokimune se mezcló con elementos del sintoísmo y del zen, agregando unas dosis de sabiduría y serenidad a un código que, por lo demás, era muy violento. Con el tiempo, durante el último shogunato Tokugawa, algunas enseñanzas del bushidō se recogerían formalmente en el derecho feudal japonés.

Además de dedicar altares a los samuráis que habían caído para contener la horda mongol, Tokimune propició varias iniciativas para ayudarlos de manera más pragmática, aunque murió antes de que la mayoría se llevara a cabo (su hijo, Sadatoki las terminaría). Dio tierras (shōen) a los kyunin (oficiales) y myōshu (hacendados) que aún no habían sido recompensados y les devolvió sin penalización las que habían vendido o empeñado para mantener a las tropas, y creó una comisión especial de tokusei sin ontsukai ("agentes de gobierno virtuoso") para supervisar los detalles. Con otro decreto se aseguró de que las tierras de los santuarios que se habían empeñado se devolvieran a los monasterios zen, sin coste alguno, para agradecerles las oraciones durante las invasiones.

Pero, en medio de todas estas dádivas, Hōjō Tokimune murió repentinamente por causas desconocidas después de caer enfermo en el año 1284. Tokimune había prestado sus servicios heroicos a Japón, y fue adorado por ello. Pero los enormes gastos en los que había incurrido para luchar contra la invasión y propagar el zen debilitaron el shogunato Kanakura y al clan Hōjō (se gastó una gran parte de la fortuna familiar en esos santuarios), hasta el punto en que entraron en declive y fueron sustituidos por la Restauración Kenmu cincuenta años más tarde y por el shogunato Ashikaga poco después.
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