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Civilizaciones

Líderes

Introducción

Abraham Lincoln

Alejandro

Amanitore

Ambiórix

Basilio II

Bà Triệu

Catalina de Médici (de la magnificencia)

Catalina de Médici (Reina negra)

Chandragupta

Ciro

Cleopatra (egipcia)

Cleopatra (ptolemaica)

Eduviges

Federico Barbarroja

Felipe II

Gandhi

Gengis Kan

Gilgamesh

Gitarja

Gorgo

Guillermina

Hammurabi

Harald Haardrade (konge)

Harald Haardrade (varego)

Hōjō Tokimune

Isabel I

Jayavarman

John Curtin

Juan III

Julio César

Kublai Kan (China)

Kublai Kan (Mongolia)

Lautaro

Luis II

Menelik II

Moctezuma

Nader Shah

Nzinga Mbande

Nzinga Mvemba

Pedro

Pedro II

Pericles

Poundmaker

Qin (Mandato del cielo)

Qin (unificador)

Ramsés II

Roberto I de Escocia

Saladino (sultán)

Saladino (visir)

Sejong

Señora Seis Cielo

Seondeok

Shaka

Simón Bolívar

Tamara

Teddy Roosevelt (Alce)

Teddy Roosevelt (Jinete duro)

Teodora

Tokugawa

Tomiris

Trajano

Victoria (Era del imperio)

Victoria (Era del vapor)

Wu Zetian

Yongle

Tamara, la Santa y Justa
Habilidad exclusiva

Gloria del mundo, del reino y de la fe

Las victorias en combate proporcionan Fe equivalente al 50% de la Fuerza de combate de la unidad derrotada (a velocidad normal). Cada Enviado que envíes a una ciudad-estado de tu religión mayoritaria cuenta como dos Enviados (debes tener una religión mayoritaria).

Resumen
A través de la fe y sus influencias, Tamar defiende con uñas y dientes a su país y a los pequeños estados que están bajo su protección.
Visión detallada
Para Georgia resulta fundamental contar cuanto antes con una religión fuerte. En la guerra para obtener la superioridad religiosa, Tamar debe aliarse con ciudades-estado vecinas y propagar su religión. El casus belli Guerra de protectorado servirá para defender a las ciudades-estado aliadas, fortalecer su poderío religioso e implantar en ellas su influencia. El orgullo y los logros harán que Georgia disfrute de una edad de oro deslumbrante, más que la de cualquier otra civilización. Aprovéchala para superar a tus rivales y lanzar a Georgia hacia la victoria final.
Contexto histórico
El monarca ideal es sabio, diplomático, de pensamiento avanzado, un mecenas de las artes y las culturas y un bastión de la defensa del reino. Pocos viven de acuerdo con este ideal. Tamara, gobernante de Georgia en su edad de oro, alcanzó este estándar, incluso a juicio de sus enemigos.

Tamara nació alrededor del año 1160 (las fechas de su nacimiento varían según la fuente), fruto del rey Jorge III –de la antigua y venerable dinastía Bagrationi de Georgia (que decía descender del linaje de David, el rey bíblico de Israel)– y de Burdukhan, la hija del rey de Alania. Poco se sabe de sus primeros años de vida.

La sucesión dinástica es un tema peliagudo en el mejor de los casos. Como mujer, Tamara se enfrentó a la fuerte oposición de los nobles de la corte, que preferían a su primo, el príncipe Demna. En el 1177 estalló una rebelión de los nobles partidarios de Demna, que fue aplastada, y en 1178 el padre de Tamara la proclamó heredera y cogobernante. Cuando Jorge III murió en 1184, Tamara subió al trono de una Georgia que distaba mucho de estar unificada.

Una serie de intrigas políticas muy complicada comportó que Tamara se viera obligada a aceptar el marido que los nobles habían elegido para ella: Yuri, príncipe de la Rus. Los dos se casaron en 1185. Yuri era un soldado bastante decente y condujo a las fuerzas georgianas a la victoria en combate, pero también era una persona grosera y desagradable, y sus embrollos en la política cortesana contribuyeron bien poco a que se granjeara el cariño de Tamara. Así que solicitó divorciarse de él por su embriaguez e inmoralidad, y la autoridad eclesiástica se lo concedió. Es difícil exagerar el logro que representaba esto, que la monarca dinástica de una nación cristiana ferviente pudiera divorciarse de su esposo y recibir de la iglesia y los obispos el visto bueno para volver a casarse.

Así comenzó el período que marcó la mayor expansión de Georgia. Los georgianos lucharon contra los sultanatos musulmanes vecinos, con la ayuda de generales excepcionales (incluido el nuevo consorte rey, David Soslan), y los conquistaron. Los reinos cercanos se convirtieron en vasallos y protectorados. Los nobles georgianos dejaron de intrigar para derrocar o restringir el poder de Tamara y se reunieron bajo el pendón de esta y combatieron a su lado. Los georgianos llegaron incluso a fundar el Imperio de Trebisonda y situarse entre las potencias de Oriente Medio.

El estatus de Tamara como reina casadera con un reino sólido la convirtió en el blanco frecuente de propuestas de matrimonio; y no resulta difícil imaginar que, después de vérselas con Yuri, descartara a la mayor parte de ellos. Una de las historias más famosas de Tamara nos cuenta que el sultán de Rum declaró la guerra a Georgia, diciendo que tendría a Tamara "como mujer musulmana o concubina cristiana". El diplomático enviado para entregar este mensaje recibió un puñetazo expeditivo en la cara de manos de un cortesano georgiano (es de suponer que con el consentimiento regio). Se había enviado un claro mensaje al sultán de Rum.

Se dice que Tamara, siempre piadosa, rezó en las cuevas y el monasterio de Vardzia y se dirigió a sus tropas desde los escalones de la iglesia. Inspirados por su devoción, los georgianos aplastaron a los invasores y enviaron al sultán de Rum por donde había venido, tal vez para que meditara sobre los fundamentos de la diplomacia.

Tamara fue una gran mecenas de las artes y la cultura. Reforzó el comercio y acuñó monedas que llevaban su monograma y sus títulos. Se codificaron leyes y se construyeron iglesias y catedrales. La cultura georgiana se desarrolló como una mezcla sincrética, fuerte y viva de cristianismo bizantino con ideas de inspiración persa.

Se dice que Tamara murió en 1213, pero se sigue desconociendo su tumba. Algunos dicen que la enterraron en secreto en algún monasterio, para evitar que profanaran su cuerpo. Otros afirman que sus restos se llevaron en peregrinación a Tierra Santa para enterrarlos cerca del Santo Sepulcro.

Tamara llegó al poder en un reino dividido y, al morir, lo dejó más grande, más poderoso y más seguro de su identidad cultural. Fue canonizada como santa por la fe ortodoxa oriental y es un símbolo nacional para los georgianos incluso hoy en día. Ninguno de sus descendientes pudo igualar las gestas de la mayor monarca de Georgia.
icon_leader_tamar
No permitas que la riqueza de los nobles ni la pobreza de las masas sean un obstáculo para tu trabajo.

Rasgos

Civilizaciones
icon_civilization_georgia
Georgia

Preferencias

Agendas
Fortaleza de Narikala
Intenta levantar las mejores murallas alrededor de sus ciudades y respeta a las civilizaciones que siguen su liderato. No le gustan las civilizaciones que no fortifican sus ciudades.
Religión
icon_religion_orthodoxy
Cristianismo ortodoxo
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No permitas que la riqueza de los nobles ni la pobreza de las masas sean un obstáculo para tu trabajo.

Rasgos

Civilizaciones
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Georgia

Preferencias

Agendas
Fortaleza de Narikala
Intenta levantar las mejores murallas alrededor de sus ciudades y respeta a las civilizaciones que siguen su liderato. No le gustan las civilizaciones que no fortifican sus ciudades.
Religión
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Cristianismo ortodoxo
Habilidad exclusiva

Gloria del mundo, del reino y de la fe

Las victorias en combate proporcionan Fe equivalente al 50% de la Fuerza de combate de la unidad derrotada (a velocidad normal). Cada Enviado que envíes a una ciudad-estado de tu religión mayoritaria cuenta como dos Enviados (debes tener una religión mayoritaria).

Resumen
A través de la fe y sus influencias, Tamar defiende con uñas y dientes a su país y a los pequeños estados que están bajo su protección.
Visión detallada
Para Georgia resulta fundamental contar cuanto antes con una religión fuerte. En la guerra para obtener la superioridad religiosa, Tamar debe aliarse con ciudades-estado vecinas y propagar su religión. El casus belli Guerra de protectorado servirá para defender a las ciudades-estado aliadas, fortalecer su poderío religioso e implantar en ellas su influencia. El orgullo y los logros harán que Georgia disfrute de una edad de oro deslumbrante, más que la de cualquier otra civilización. Aprovéchala para superar a tus rivales y lanzar a Georgia hacia la victoria final.
Contexto histórico
El monarca ideal es sabio, diplomático, de pensamiento avanzado, un mecenas de las artes y las culturas y un bastión de la defensa del reino. Pocos viven de acuerdo con este ideal. Tamara, gobernante de Georgia en su edad de oro, alcanzó este estándar, incluso a juicio de sus enemigos.

Tamara nació alrededor del año 1160 (las fechas de su nacimiento varían según la fuente), fruto del rey Jorge III –de la antigua y venerable dinastía Bagrationi de Georgia (que decía descender del linaje de David, el rey bíblico de Israel)– y de Burdukhan, la hija del rey de Alania. Poco se sabe de sus primeros años de vida.

La sucesión dinástica es un tema peliagudo en el mejor de los casos. Como mujer, Tamara se enfrentó a la fuerte oposición de los nobles de la corte, que preferían a su primo, el príncipe Demna. En el 1177 estalló una rebelión de los nobles partidarios de Demna, que fue aplastada, y en 1178 el padre de Tamara la proclamó heredera y cogobernante. Cuando Jorge III murió en 1184, Tamara subió al trono de una Georgia que distaba mucho de estar unificada.

Una serie de intrigas políticas muy complicada comportó que Tamara se viera obligada a aceptar el marido que los nobles habían elegido para ella: Yuri, príncipe de la Rus. Los dos se casaron en 1185. Yuri era un soldado bastante decente y condujo a las fuerzas georgianas a la victoria en combate, pero también era una persona grosera y desagradable, y sus embrollos en la política cortesana contribuyeron bien poco a que se granjeara el cariño de Tamara. Así que solicitó divorciarse de él por su embriaguez e inmoralidad, y la autoridad eclesiástica se lo concedió. Es difícil exagerar el logro que representaba esto, que la monarca dinástica de una nación cristiana ferviente pudiera divorciarse de su esposo y recibir de la iglesia y los obispos el visto bueno para volver a casarse.

Así comenzó el período que marcó la mayor expansión de Georgia. Los georgianos lucharon contra los sultanatos musulmanes vecinos, con la ayuda de generales excepcionales (incluido el nuevo consorte rey, David Soslan), y los conquistaron. Los reinos cercanos se convirtieron en vasallos y protectorados. Los nobles georgianos dejaron de intrigar para derrocar o restringir el poder de Tamara y se reunieron bajo el pendón de esta y combatieron a su lado. Los georgianos llegaron incluso a fundar el Imperio de Trebisonda y situarse entre las potencias de Oriente Medio.

El estatus de Tamara como reina casadera con un reino sólido la convirtió en el blanco frecuente de propuestas de matrimonio; y no resulta difícil imaginar que, después de vérselas con Yuri, descartara a la mayor parte de ellos. Una de las historias más famosas de Tamara nos cuenta que el sultán de Rum declaró la guerra a Georgia, diciendo que tendría a Tamara "como mujer musulmana o concubina cristiana". El diplomático enviado para entregar este mensaje recibió un puñetazo expeditivo en la cara de manos de un cortesano georgiano (es de suponer que con el consentimiento regio). Se había enviado un claro mensaje al sultán de Rum.

Se dice que Tamara, siempre piadosa, rezó en las cuevas y el monasterio de Vardzia y se dirigió a sus tropas desde los escalones de la iglesia. Inspirados por su devoción, los georgianos aplastaron a los invasores y enviaron al sultán de Rum por donde había venido, tal vez para que meditara sobre los fundamentos de la diplomacia.

Tamara fue una gran mecenas de las artes y la cultura. Reforzó el comercio y acuñó monedas que llevaban su monograma y sus títulos. Se codificaron leyes y se construyeron iglesias y catedrales. La cultura georgiana se desarrolló como una mezcla sincrética, fuerte y viva de cristianismo bizantino con ideas de inspiración persa.

Se dice que Tamara murió en 1213, pero se sigue desconociendo su tumba. Algunos dicen que la enterraron en secreto en algún monasterio, para evitar que profanaran su cuerpo. Otros afirman que sus restos se llevaron en peregrinación a Tierra Santa para enterrarlos cerca del Santo Sepulcro.

Tamara llegó al poder en un reino dividido y, al morir, lo dejó más grande, más poderoso y más seguro de su identidad cultural. Fue canonizada como santa por la fe ortodoxa oriental y es un símbolo nacional para los georgianos incluso hoy en día. Ninguno de sus descendientes pudo igualar las gestas de la mayor monarca de Georgia.
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