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Tierra Cri

Vietnam

Zululandia

Líderes

Mali
Habilidad exclusiva

Canciones del jeli

Los Centros urbanos obtienen +1 a la Fe y +1 a los Alimentos por cada casilla de Desierto y Colinas del desierto adyacente. Las Minas reciben -1 a la Producción y +4 de Oro . Se pueden comprar edificios del distrito de Centro comercial con Fe . -30% a la Producción dirigida a construir edificios o entrenar unidades.

Contexto histórico
El reino y lo que más tarde sería el Imperio de Mali fue longevo, devoto y rico, y se formó a partir del comercio entre el Sáhara, el Sahel y las regiones subsaharianas de África. Durante 300 años se mantuvo unido por la fe islámica y la competente administración de sus soberanos. El Imperio de Mali vivió su mejor momento entre los siglos XIII y XVI, hasta que las presiones interiores y las amenazas exteriores acabaron por fragmentarlo.

África Occidental cuenta con tres valiosos tesoros: oro, sal y cobre. La demanda de estos bienes llevó a la formación de rutas comerciales a través de la región que perduraron durante la mayor parte de la historia de Occidente. Con la incorporación del camello como bestia de carga durante el siglo II, se incrementó el volumen del comercio transahariano.

Esta situación propició el surgimiento del reino de Mali en el siglo IX como potencia local. El islam se propagó por la región en los siglos X y XI. Mali inició una campaña de expansión y conquista al mando de Sundiata Keita a principios del siglo XIII. En honor a este soberano, los jelis o griots malienses compusieron algunas de sus canciones de alabanza más famosas. Sundiata venció a Sosso en la Batalla de Kirina en 1235, hecho que marcó el inicio de su apogeo. Según la Epopeya de Sundiata, este convocó a los nobles para establecer un gobierno para Mali, organizar la sociedad, declarar derechos de propiedad, proteger el medio ambiente, declarar derechos para la mujer y una lista de responsabilidades personales. Este singular documento, que incluye incluso una lista de personas que pueden bromear con la familia real, ha sido declarado Patrimonio Intangible por la UNESCO.

El reino tenía una organización parecida a una confederación de ciudades-estado aliadas y territorios administrados localmente. Existía una aristocracia formada por clanes guerreros, al igual que en otras partes del mundo. Los gobernantes recibían consejo del jeli o griot, una persona que combinaba las funciones de trovador, historiador y bardo, y que sigue siendo una figura relevante a en África Occidental a día de hoy. Sundiata se embarcó en un proceso centralizador siguiendo el Mandén (su constitución), pero los mandatarios locales y familias dirigentes mantuvieron su autoridad tras jurar lealtad a los mansas de Keita.

Mansa Musa Keita I, sobrino nieto de Sundiata, reinó durante 25 años a principios del siglo XIV. Durante esta época realizó un famoso hajj a la Meca en el que gastó una inmensa fortuna en oro. Durante su paso por el extranjero, reclutó a juristas islámicos, eruditos, artistas y científicos de todo el mundo musulmán y los invitó a volver a Mali con él. Además, en el transcurso de su "hajj", los generales malienses conquistaron el reino de Songhai e incorporaron a su imperio las ciudades de Tombuctú y Gao, y Musa volvió a su trono atravesando los nuevos territorios conquistados.

Tombuctú ya era una rica ciudad comercial situada al borde del Sáhara y un importante punto en las rutas de comercio de oro y sal. Mansa Musa ordenó la construcción de mezquitas y la ampliación de la madrasa de Sankore, que se convirtió en una de las mayores bibliotecas de África, así como en un centro de jurisprudencia (de la misma forma en la que en esas fechas Bolonia se convertía en un centro de aprendizaje en Europa). Estas particulares construcciones de tierra eran nuevas para la época, pero ahora se consideran distintivas de la arquitectura maliense.

Ibn Battuta, el legendario viajero y cronista, viajó por Mali entre 1349 y 1353, y se considera que sus relatos son una de las mejores fuentes sobre la vida maliense en el cénit del Imperio. Durante su visita alabó el respeto de los malienses por la justicia, la seguridad pública, la ausencia de bandidos y su devoción por el islam. Sin embargo, no le entusiasmaba tanto la integración de ambos sexos (no le parecía adecuado, y ni hablar ya del código de vestimenta), la tolerancia de tradiciones y culturas preislámicas (lo consideraba un insulto a la fe) y el obsequio de comidas tradicionales de Mansa Suleyman Keita (que le pareció insuficiente para su estatus).

No existen muchos registros del Imperio de Mali entre los siglos XIV y XVI, posiblemente debido al debilitamiento de la autoridad central y a la ineficacia de sus soberanos. Es posible que los cambios ecológicos contribuyeran a algunos de los problemas del imperio durante su ocaso. La expansión hacia el sur del desierto del Sáhara afectó a las tierras boscosas, con lo que se redujo la madera disponible para combustible. Además, el clima húmedo de principios del siglo XVI pudo haber sido la causa de la propagación de la mosca tse tse, que evitó el avance de la caballería mandekalu hacia el sur. La debilidad de los soberanos, unida al creciente poder de Marruecos, un resurgente Songhai y la crisis sucesoria tras la muerte de Mahmud Keita IV, resultaron en la partición de las tierras del Mandén en una serie de estados sucesores.

La característica mezcla de culturas islámica y de África occidental, su tradición oral (sobre todo en lo relativo al jeli o griot) y su inmensa riqueza hacen del Imperio de Mali un interesante objeto de estudio. Los habitantes de este territorio aún recuerdan con orgullo el reinado de los Mansa, una época en la que en Europa se hablaba en susurros y con asombro de Tombuctú, y en la que los mapas que dibujaban los europeos representaban a un rey de piel negra sentado en un trono dorado mientras sostiene una inmensa moneda de oro, todo un legado material y cultural.
PortraitSquare
icon_civilization_mali

Rasgos

Líderes
icon_leader_mansa_musa
Mansa Musa
icon_leader_default
Sundiata Keita
Unidades especiales
icon_unit_mali_mandekalu_cavalry
Caballería mandekalu
Infraestructura especial
icon_district_suguba
Suguba

Geografía y datos sociales

Ubicación
África
Tamaño
Unos de 400 000 kilómetros cuadrados en su mejor momento
Población
Unos 40 millones de personas en su mejor momento
Capital
Niani y Kangaba
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Rasgos

Líderes
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Mansa Musa
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Sundiata Keita
Unidades especiales
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Caballería mandekalu
Infraestructura especial
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Suguba

Geografía y datos sociales

Ubicación
África
Tamaño
Unos de 400 000 kilómetros cuadrados en su mejor momento
Población
Unos 40 millones de personas en su mejor momento
Capital
Niani y Kangaba
Habilidad exclusiva

Canciones del jeli

Los Centros urbanos obtienen +1 a la Fe y +1 a los Alimentos por cada casilla de Desierto y Colinas del desierto adyacente. Las Minas reciben -1 a la Producción y +4 de Oro . Se pueden comprar edificios del distrito de Centro comercial con Fe . -30% a la Producción dirigida a construir edificios o entrenar unidades.

Contexto histórico
El reino y lo que más tarde sería el Imperio de Mali fue longevo, devoto y rico, y se formó a partir del comercio entre el Sáhara, el Sahel y las regiones subsaharianas de África. Durante 300 años se mantuvo unido por la fe islámica y la competente administración de sus soberanos. El Imperio de Mali vivió su mejor momento entre los siglos XIII y XVI, hasta que las presiones interiores y las amenazas exteriores acabaron por fragmentarlo.

África Occidental cuenta con tres valiosos tesoros: oro, sal y cobre. La demanda de estos bienes llevó a la formación de rutas comerciales a través de la región que perduraron durante la mayor parte de la historia de Occidente. Con la incorporación del camello como bestia de carga durante el siglo II, se incrementó el volumen del comercio transahariano.

Esta situación propició el surgimiento del reino de Mali en el siglo IX como potencia local. El islam se propagó por la región en los siglos X y XI. Mali inició una campaña de expansión y conquista al mando de Sundiata Keita a principios del siglo XIII. En honor a este soberano, los jelis o griots malienses compusieron algunas de sus canciones de alabanza más famosas. Sundiata venció a Sosso en la Batalla de Kirina en 1235, hecho que marcó el inicio de su apogeo. Según la Epopeya de Sundiata, este convocó a los nobles para establecer un gobierno para Mali, organizar la sociedad, declarar derechos de propiedad, proteger el medio ambiente, declarar derechos para la mujer y una lista de responsabilidades personales. Este singular documento, que incluye incluso una lista de personas que pueden bromear con la familia real, ha sido declarado Patrimonio Intangible por la UNESCO.

El reino tenía una organización parecida a una confederación de ciudades-estado aliadas y territorios administrados localmente. Existía una aristocracia formada por clanes guerreros, al igual que en otras partes del mundo. Los gobernantes recibían consejo del jeli o griot, una persona que combinaba las funciones de trovador, historiador y bardo, y que sigue siendo una figura relevante a en África Occidental a día de hoy. Sundiata se embarcó en un proceso centralizador siguiendo el Mandén (su constitución), pero los mandatarios locales y familias dirigentes mantuvieron su autoridad tras jurar lealtad a los mansas de Keita.

Mansa Musa Keita I, sobrino nieto de Sundiata, reinó durante 25 años a principios del siglo XIV. Durante esta época realizó un famoso hajj a la Meca en el que gastó una inmensa fortuna en oro. Durante su paso por el extranjero, reclutó a juristas islámicos, eruditos, artistas y científicos de todo el mundo musulmán y los invitó a volver a Mali con él. Además, en el transcurso de su "hajj", los generales malienses conquistaron el reino de Songhai e incorporaron a su imperio las ciudades de Tombuctú y Gao, y Musa volvió a su trono atravesando los nuevos territorios conquistados.

Tombuctú ya era una rica ciudad comercial situada al borde del Sáhara y un importante punto en las rutas de comercio de oro y sal. Mansa Musa ordenó la construcción de mezquitas y la ampliación de la madrasa de Sankore, que se convirtió en una de las mayores bibliotecas de África, así como en un centro de jurisprudencia (de la misma forma en la que en esas fechas Bolonia se convertía en un centro de aprendizaje en Europa). Estas particulares construcciones de tierra eran nuevas para la época, pero ahora se consideran distintivas de la arquitectura maliense.

Ibn Battuta, el legendario viajero y cronista, viajó por Mali entre 1349 y 1353, y se considera que sus relatos son una de las mejores fuentes sobre la vida maliense en el cénit del Imperio. Durante su visita alabó el respeto de los malienses por la justicia, la seguridad pública, la ausencia de bandidos y su devoción por el islam. Sin embargo, no le entusiasmaba tanto la integración de ambos sexos (no le parecía adecuado, y ni hablar ya del código de vestimenta), la tolerancia de tradiciones y culturas preislámicas (lo consideraba un insulto a la fe) y el obsequio de comidas tradicionales de Mansa Suleyman Keita (que le pareció insuficiente para su estatus).

No existen muchos registros del Imperio de Mali entre los siglos XIV y XVI, posiblemente debido al debilitamiento de la autoridad central y a la ineficacia de sus soberanos. Es posible que los cambios ecológicos contribuyeran a algunos de los problemas del imperio durante su ocaso. La expansión hacia el sur del desierto del Sáhara afectó a las tierras boscosas, con lo que se redujo la madera disponible para combustible. Además, el clima húmedo de principios del siglo XVI pudo haber sido la causa de la propagación de la mosca tse tse, que evitó el avance de la caballería mandekalu hacia el sur. La debilidad de los soberanos, unida al creciente poder de Marruecos, un resurgente Songhai y la crisis sucesoria tras la muerte de Mahmud Keita IV, resultaron en la partición de las tierras del Mandén en una serie de estados sucesores.

La característica mezcla de culturas islámica y de África occidental, su tradición oral (sobre todo en lo relativo al jeli o griot) y su inmensa riqueza hacen del Imperio de Mali un interesante objeto de estudio. Los habitantes de este territorio aún recuerdan con orgullo el reinado de los Mansa, una época en la que en Europa se hablaba en susurros y con asombro de Tombuctú, y en la que los mapas que dibujaban los europeos representaban a un rey de piel negra sentado en un trono dorado mientras sostiene una inmensa moneda de oro, todo un legado material y cultural.
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