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Territorios otomanos

Tierra Cri

Vietnam

Zululandia

Líderes

Imp. Azteca
Habilidad exclusiva

La leyenda de los cinco soles

Gasta cargas de Constructor para completar el 20% del coste original del distrito.

Contexto histórico
Cuando llegó la expedición de Hernán Cortés en 1519, el Imperio azteca aún no había cumplido los cien años de existencia. Aunque breve (1428–1521), su historia está repleta de acontecimientos.

Al principio había una serie de pequeños altépetl (ciudades estado) repartidos por el valle de México en las orillas de los lagos conectados Zumpango, Xaltocán, Texcoco, Xochimilco y Chalco. Era una región lluviosa de clima templado y tierras fértiles. En ella se asentaron los nahuas (también conocidos como mexicas) tras emigrar al sur desde Aztlán ("tierra blanca", de ahí el término "aztecas") alrededor del año 1250.

En la región ya había asentamientos de otras tribus, entre los que destacaban Azcapotzalco y Culhuacán. Los poderosos azcapotzalcas permitieron a los aztecas asentarse en un islote del lago Texcoco en el que fundaron la ciudad de Tenochtitlán. Según la leyenda, el lugar fue elegido porque un sacerdote vio a un águila anidar en un nopal, lo que probaba que era el sitio señalado. La ubicación de Tenochtitlán era ideal para que la ciudad se expandiese, pues al encontrarse en una isla se podía defender con facilidad y contaba con abundante agua, pesca y recursos con los que obtener materiales de construcción. Al parecer, los aztecas estaban dispuestos a pagar un tributo a los azcapotzalcas para gozar de cierta independencia... al menos de momento.

Durante un siglo, los aztecas siguieron siendo súbditos de Azcapotzalco. Mientras tanto, la ciudad-estado acolhua de Texcoco, situada en el extremo sur de la cuenca del lago, prosperó gracias al comercio y disputó el dominio de la región a los azcapotzalcas. En la guerra que enfrentó a ambos altépetl, Tenochtitlán permaneció fiel a Azcapotzalco y desempeñó un papel vital en la conquista de Texcoco. Para recompensar su lealtad, los aztecas recibieron la ciudad conquistada como provincia tributaria.

La cosas marcharon relativamente bien hasta la muerte del gobernante azcapotzalca Tezozómoc en 1426. Tras su fallecimiento estalló una breve guerra civil en la que los aztecas de Tenochtitlán apoyaron a Tayatzin, heredero predilecto del antiguo mandatario. Su hermano Maxtla ganó la contienda y castigó a todos los que habían apoyado a Tayatzin. Tras la muerte del gobernante azteca en extrañas circunstancias (seguramente asesinado por orden de Maxtla), su sucesor Itzcóatl siguió resistiéndose y Maxtla rodeó la ciudad, sitió la isla y exigió la rendición absoluta.

Al mismo tiempo, Maxtla quiso someter a los acolhuas de Texcoco y su gobernador, Nezahualcóyotl, se exilió para unirse a Itzcóatl. La disidente ciudad azcapotzalca de Tlacopan también apoyó a Itzcóatl formando así la famosa triple alianza, una unión de tres ciudades-estado con el objetivo común de derrocar a Maxtla, lo que lograron a finales de 1427. Tras destruir Azcapotzalco, los tres gobernantes acordaron "vivir en paz" y se repartieron las tierras de los perdedores, obteniendo Tenochtitlán la mayor parte. Las tres ciudades formalizaron la alianza, decidieron que se repartirían todos los tributos, que participarían conjuntamente en las futuras conquistas y compartirían el botín de las mismas. Además, se turnarían para ocupar el cargo de huey tlatoani (gran orador) como emperador de la alianza.

A lo largo del siglo siguiente, y bajo el mandato de varios huey tlatoani, la alianza azteca prosperó y fue conquistando tierras hasta abarcar una superficie desde la costa del Atlántico hasta la del Pacífico por toda Mesoamérica. Por necesidades sociales o quizá religiosas, el imperio vivía en un estado de guerra casi constante. Según la visión azteca del mundo, la muerte era instrumental para perpetuar la vida y, en el orden natural de las cosas, tanto los dioses como los humanos tenían que realizar sacrificios para mantener el equilibrio de la creación. Para que el sol no se cayese del cielo había que derramar sangre humana. Como los ciudadanos no estaban dispuestos a que fuese la suya, era natural usar a prisioneros (de ahí la necesidad de guerras), esclavos, siervos y pobres. Los sacrificios masivos alcanzaban unos niveles asombrosos. Los historiadores calculan que en la inauguración del templo mayor (Gran Pirámide) de Tenochtitlán en 1487, por ejemplo, murieron entre diez mil y ochenta mil personas, la mayoría decapitadas.

A pesar de estos sanguinarios rituales, los aztecas desarrollaron una ciencia y una cultura sin igual en las Américas. Por ejemplo, el sofisticado calendario azteca era tan preciso como los empleados en Europa y Asia. El tonalpohualli (cuenta de los días) era un ciclo de 260 días, a cada uno de los cuales le correspondía un número del uno al trece y uno de los veinte signos de los días. El xiuhpohualli (cuenta de los años) dividía el año en dieciocho periodos de veinte días cada uno. Por lo tanto, cada año tenía trescientos sesenta días con nombre y cinco días sin él. Los que no tenían nombre eran considerados días de mala suerte en los que se celebraban sacrificios para equilibrar las fuerzas espirituales. Los aztecas hicieron de la astronomía un arte y desarrollaron el calendario a partir de un profundo estudio de los cielos. Todo esto lo escribían con su característico sistema ideográfico sobre papel amate (elaborado con corteza de árbol).

Tras la muerte de Itzcóatl en 1440, lo sucedió su sobrino Moctezuma (el primero, el segundo no era muy competente). Tlacaélel, hermanastro mayor de Moctezuma, fue nombrado cihuacóatl, segundo cargo más importante dentro de la estructura política. Entre los dos convirtieron Tenochtitlán en el socio dominante de la alianza y formalizaron el imperio azteca. Moctezuma era el encargado de las conquistas y sometió a los huastecos, los totonacas, los mixtecos, Cosamaloapan, Orizabas y Cotaxtla. Tlacaélel se encargó de reorganizar la civilización azteca según sus propias ideas.

Mientras Moctezuma combatía, Tlacaélel reescribía el pasado azteca y ordenaba la quema de cientos de textos que contenían "imprecisiones históricas". Con él, la nueva religión sostenía que los aztecas eran el pueblo elegido y superior al resto. También enfatizó la importancia del militarismo y los sacrificios rituales en la teología. Supervisó la construcción de multitud de templos y obras religiosas como el templo mayor de Tenochtitlán, dedicado (con muchos sacrificios) a la nueva deidad suprema Huitzilopochtli.

Los aztecas prosperaron bajo el mandato de los hermanos durante tres décadas. Con Moctezuma, el imperio se expandió hasta los 160 000 kilómetros cuadrados y llegó a alcanzar los cinco millones de habitantes. Con Tlacaélel, las tribus sometidas gozaban de cierta independencia, siempre y cuando pagasen los tributos requeridos (que incluían sacrificios) y proporcionasen guerreros. Tenochtitlán se convirtió en el núcleo de una gran red de comercio y los mercaderes aztecas hacían negocios tanto con aliados como con enemigos mediante el truque debido a la falta de moneda. Como no disponían de animales de tiro ni medios de transporte con ruedas y todo había que trasladarlo manualmente, Tlacaélel supervisó la construcción de una amplia red de caminos peatonales que todos usaban, e incluso las mujeres podían recorrer a salvo porque estaban protegidos por guerreros del imperio. También financió la construcción de telpochcalli (escuelas) para que los jóvenes recibiesen formación religiosa y militar.

Moctezuma I murió en el año 1469 y lo sucedió su hijo Axayácatl, que dedicó los trece años de su mandato a consolidar las conquistas de su padre, sofocar rebeliones y repeler al imperio tarasco (Tlacaélel, para alivio de muchos, murió en 1487). Al fallecer Axayácatl, su incompetente hermano Tízoc lo sucedió, pero fue asesinado por sus nobles cinco años después. Su sucesor fue otro hermano, Ahuízotl, que tomó el poder en 1486 e hizo las cosas mejor. Conquistó la ciudad-estado de Otzoma, cuya población desapareció (exterminada o en un sacrificio masivo), y empezó a construir una serie de fortalezas a lo largo de varias regiones fronterizas. Ahuízotl murió en el año 10 conejo (por usar el calendario azteca) y su sobrino, Moctezuma II, pasó a ocupar el trono.

El mandato del nuevo Moctezuma empezó mal y terminó peor. Apartó a los mejores consejeros de Ahuízotl y la mayoría fueron ejecutados. Abolió la clase cuauhpipiltin (una especie de nobleza menor), impidiendo así que los plebeyos pudiesen progresar en la sociedad azteca y haciendo que no tuviesen ningún incentivo para servir al imperio. Tras enfurecer a las familias nobles más poderosas y alienar al pueblo, Moctezuma no estaba preparado para enfrentarse a los españoles, que llamaron a las puertas del imperio en febrero de 1519.

Ese mismo año, una expedición liderada por Hernán Cortés había alcanzado la península de Yucatán, parte del imperio maya, con once barcos, seiscientos treinta hombres, trece caballos y algunos cañones. El gobernador español en Cuba desautorizó la expedición antes de que Cortés zarpase, pero este desobedeció sus órdenes. Tras varias aventuras, los conquistadores tomaron el pequeño asentamiento nativo de Veracruz, donde se encontraron con dos representantes aztecas que accedieron a organizar una reunión entre Cortés y Moctezuma II.

Moctezuma se negó a celebrar el encuentro, pero Cortés partió hacia Tenochtitlán de todos modos sembrando el caos en su camino hacia la capital. Cortés llegó a la ciudad de Cholula acompañado por un grupo de guerreros nativos que se habían unido a él en busca de aventuras, botín o venganza. En Cholula masacraron a miles de miembros desarmados de la nobleza azteca frente a la explanada de la Gran Pirámide (una de las más grande del mundo) y quemaron la ciudad. Los oprimidos vasallos aztecas quedaron tan impresionados ante tal derramamiento de sangre que muchos de ellos se unieron a los españoles. Cuando Cortés llegó a Tenochtitlán, su expedición había aumentado considerablemente.

Moctezuma II recibió a los españoles en son de paz y dispuesto a hablar, pero fue hecho preso por Cortés. En resumen, al final los aztecas lapidaron a Moctezuma y expulsaron a los españoles de Tenochtitlán, pero Cortés volvió con refuerzos y asedió la capital. Al contar con armas de fuego, cañones y caballos (para asombro de los aztecas) la ciudad no tardó en caer y, en agosto de 1521, Cuauhtémoc, último gobernante azteca, fue capturado y posteriormente ejecutado.

Los sanguinarios líderes aztecas habían desaparecido y el imperio, controlado ahora por los españoles, volvió a dividirse en distintas ciudades-estado.
PortraitSquare
icon_civilization_aztec

Rasgos

Líderes
icon_leader_montezuma
Moctezuma
Unidades especiales
icon_unit_aztec_eagle_warrior
Guerrero águila
Infraestructura especial
icon_building_tlachtli
Tlachtli

Geografía y datos sociales

Ubicación
América del Norte
Tamaño
Sobre 304 000 kilómetros cuadrados
Población
Sobre 5 100 000 en su máximo esplendor
Capital
Tenochtitlán
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Rasgos

Líderes
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Moctezuma
Unidades especiales
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Guerrero águila
Infraestructura especial
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Tlachtli

Geografía y datos sociales

Ubicación
América del Norte
Tamaño
Sobre 304 000 kilómetros cuadrados
Población
Sobre 5 100 000 en su máximo esplendor
Capital
Tenochtitlán
Habilidad exclusiva

La leyenda de los cinco soles

Gasta cargas de Constructor para completar el 20% del coste original del distrito.

Contexto histórico
Cuando llegó la expedición de Hernán Cortés en 1519, el Imperio azteca aún no había cumplido los cien años de existencia. Aunque breve (1428–1521), su historia está repleta de acontecimientos.

Al principio había una serie de pequeños altépetl (ciudades estado) repartidos por el valle de México en las orillas de los lagos conectados Zumpango, Xaltocán, Texcoco, Xochimilco y Chalco. Era una región lluviosa de clima templado y tierras fértiles. En ella se asentaron los nahuas (también conocidos como mexicas) tras emigrar al sur desde Aztlán ("tierra blanca", de ahí el término "aztecas") alrededor del año 1250.

En la región ya había asentamientos de otras tribus, entre los que destacaban Azcapotzalco y Culhuacán. Los poderosos azcapotzalcas permitieron a los aztecas asentarse en un islote del lago Texcoco en el que fundaron la ciudad de Tenochtitlán. Según la leyenda, el lugar fue elegido porque un sacerdote vio a un águila anidar en un nopal, lo que probaba que era el sitio señalado. La ubicación de Tenochtitlán era ideal para que la ciudad se expandiese, pues al encontrarse en una isla se podía defender con facilidad y contaba con abundante agua, pesca y recursos con los que obtener materiales de construcción. Al parecer, los aztecas estaban dispuestos a pagar un tributo a los azcapotzalcas para gozar de cierta independencia... al menos de momento.

Durante un siglo, los aztecas siguieron siendo súbditos de Azcapotzalco. Mientras tanto, la ciudad-estado acolhua de Texcoco, situada en el extremo sur de la cuenca del lago, prosperó gracias al comercio y disputó el dominio de la región a los azcapotzalcas. En la guerra que enfrentó a ambos altépetl, Tenochtitlán permaneció fiel a Azcapotzalco y desempeñó un papel vital en la conquista de Texcoco. Para recompensar su lealtad, los aztecas recibieron la ciudad conquistada como provincia tributaria.

La cosas marcharon relativamente bien hasta la muerte del gobernante azcapotzalca Tezozómoc en 1426. Tras su fallecimiento estalló una breve guerra civil en la que los aztecas de Tenochtitlán apoyaron a Tayatzin, heredero predilecto del antiguo mandatario. Su hermano Maxtla ganó la contienda y castigó a todos los que habían apoyado a Tayatzin. Tras la muerte del gobernante azteca en extrañas circunstancias (seguramente asesinado por orden de Maxtla), su sucesor Itzcóatl siguió resistiéndose y Maxtla rodeó la ciudad, sitió la isla y exigió la rendición absoluta.

Al mismo tiempo, Maxtla quiso someter a los acolhuas de Texcoco y su gobernador, Nezahualcóyotl, se exilió para unirse a Itzcóatl. La disidente ciudad azcapotzalca de Tlacopan también apoyó a Itzcóatl formando así la famosa triple alianza, una unión de tres ciudades-estado con el objetivo común de derrocar a Maxtla, lo que lograron a finales de 1427. Tras destruir Azcapotzalco, los tres gobernantes acordaron "vivir en paz" y se repartieron las tierras de los perdedores, obteniendo Tenochtitlán la mayor parte. Las tres ciudades formalizaron la alianza, decidieron que se repartirían todos los tributos, que participarían conjuntamente en las futuras conquistas y compartirían el botín de las mismas. Además, se turnarían para ocupar el cargo de huey tlatoani (gran orador) como emperador de la alianza.

A lo largo del siglo siguiente, y bajo el mandato de varios huey tlatoani, la alianza azteca prosperó y fue conquistando tierras hasta abarcar una superficie desde la costa del Atlántico hasta la del Pacífico por toda Mesoamérica. Por necesidades sociales o quizá religiosas, el imperio vivía en un estado de guerra casi constante. Según la visión azteca del mundo, la muerte era instrumental para perpetuar la vida y, en el orden natural de las cosas, tanto los dioses como los humanos tenían que realizar sacrificios para mantener el equilibrio de la creación. Para que el sol no se cayese del cielo había que derramar sangre humana. Como los ciudadanos no estaban dispuestos a que fuese la suya, era natural usar a prisioneros (de ahí la necesidad de guerras), esclavos, siervos y pobres. Los sacrificios masivos alcanzaban unos niveles asombrosos. Los historiadores calculan que en la inauguración del templo mayor (Gran Pirámide) de Tenochtitlán en 1487, por ejemplo, murieron entre diez mil y ochenta mil personas, la mayoría decapitadas.

A pesar de estos sanguinarios rituales, los aztecas desarrollaron una ciencia y una cultura sin igual en las Américas. Por ejemplo, el sofisticado calendario azteca era tan preciso como los empleados en Europa y Asia. El tonalpohualli (cuenta de los días) era un ciclo de 260 días, a cada uno de los cuales le correspondía un número del uno al trece y uno de los veinte signos de los días. El xiuhpohualli (cuenta de los años) dividía el año en dieciocho periodos de veinte días cada uno. Por lo tanto, cada año tenía trescientos sesenta días con nombre y cinco días sin él. Los que no tenían nombre eran considerados días de mala suerte en los que se celebraban sacrificios para equilibrar las fuerzas espirituales. Los aztecas hicieron de la astronomía un arte y desarrollaron el calendario a partir de un profundo estudio de los cielos. Todo esto lo escribían con su característico sistema ideográfico sobre papel amate (elaborado con corteza de árbol).

Tras la muerte de Itzcóatl en 1440, lo sucedió su sobrino Moctezuma (el primero, el segundo no era muy competente). Tlacaélel, hermanastro mayor de Moctezuma, fue nombrado cihuacóatl, segundo cargo más importante dentro de la estructura política. Entre los dos convirtieron Tenochtitlán en el socio dominante de la alianza y formalizaron el imperio azteca. Moctezuma era el encargado de las conquistas y sometió a los huastecos, los totonacas, los mixtecos, Cosamaloapan, Orizabas y Cotaxtla. Tlacaélel se encargó de reorganizar la civilización azteca según sus propias ideas.

Mientras Moctezuma combatía, Tlacaélel reescribía el pasado azteca y ordenaba la quema de cientos de textos que contenían "imprecisiones históricas". Con él, la nueva religión sostenía que los aztecas eran el pueblo elegido y superior al resto. También enfatizó la importancia del militarismo y los sacrificios rituales en la teología. Supervisó la construcción de multitud de templos y obras religiosas como el templo mayor de Tenochtitlán, dedicado (con muchos sacrificios) a la nueva deidad suprema Huitzilopochtli.

Los aztecas prosperaron bajo el mandato de los hermanos durante tres décadas. Con Moctezuma, el imperio se expandió hasta los 160 000 kilómetros cuadrados y llegó a alcanzar los cinco millones de habitantes. Con Tlacaélel, las tribus sometidas gozaban de cierta independencia, siempre y cuando pagasen los tributos requeridos (que incluían sacrificios) y proporcionasen guerreros. Tenochtitlán se convirtió en el núcleo de una gran red de comercio y los mercaderes aztecas hacían negocios tanto con aliados como con enemigos mediante el truque debido a la falta de moneda. Como no disponían de animales de tiro ni medios de transporte con ruedas y todo había que trasladarlo manualmente, Tlacaélel supervisó la construcción de una amplia red de caminos peatonales que todos usaban, e incluso las mujeres podían recorrer a salvo porque estaban protegidos por guerreros del imperio. También financió la construcción de telpochcalli (escuelas) para que los jóvenes recibiesen formación religiosa y militar.

Moctezuma I murió en el año 1469 y lo sucedió su hijo Axayácatl, que dedicó los trece años de su mandato a consolidar las conquistas de su padre, sofocar rebeliones y repeler al imperio tarasco (Tlacaélel, para alivio de muchos, murió en 1487). Al fallecer Axayácatl, su incompetente hermano Tízoc lo sucedió, pero fue asesinado por sus nobles cinco años después. Su sucesor fue otro hermano, Ahuízotl, que tomó el poder en 1486 e hizo las cosas mejor. Conquistó la ciudad-estado de Otzoma, cuya población desapareció (exterminada o en un sacrificio masivo), y empezó a construir una serie de fortalezas a lo largo de varias regiones fronterizas. Ahuízotl murió en el año 10 conejo (por usar el calendario azteca) y su sobrino, Moctezuma II, pasó a ocupar el trono.

El mandato del nuevo Moctezuma empezó mal y terminó peor. Apartó a los mejores consejeros de Ahuízotl y la mayoría fueron ejecutados. Abolió la clase cuauhpipiltin (una especie de nobleza menor), impidiendo así que los plebeyos pudiesen progresar en la sociedad azteca y haciendo que no tuviesen ningún incentivo para servir al imperio. Tras enfurecer a las familias nobles más poderosas y alienar al pueblo, Moctezuma no estaba preparado para enfrentarse a los españoles, que llamaron a las puertas del imperio en febrero de 1519.

Ese mismo año, una expedición liderada por Hernán Cortés había alcanzado la península de Yucatán, parte del imperio maya, con once barcos, seiscientos treinta hombres, trece caballos y algunos cañones. El gobernador español en Cuba desautorizó la expedición antes de que Cortés zarpase, pero este desobedeció sus órdenes. Tras varias aventuras, los conquistadores tomaron el pequeño asentamiento nativo de Veracruz, donde se encontraron con dos representantes aztecas que accedieron a organizar una reunión entre Cortés y Moctezuma II.

Moctezuma se negó a celebrar el encuentro, pero Cortés partió hacia Tenochtitlán de todos modos sembrando el caos en su camino hacia la capital. Cortés llegó a la ciudad de Cholula acompañado por un grupo de guerreros nativos que se habían unido a él en busca de aventuras, botín o venganza. En Cholula masacraron a miles de miembros desarmados de la nobleza azteca frente a la explanada de la Gran Pirámide (una de las más grande del mundo) y quemaron la ciudad. Los oprimidos vasallos aztecas quedaron tan impresionados ante tal derramamiento de sangre que muchos de ellos se unieron a los españoles. Cuando Cortés llegó a Tenochtitlán, su expedición había aumentado considerablemente.

Moctezuma II recibió a los españoles en son de paz y dispuesto a hablar, pero fue hecho preso por Cortés. En resumen, al final los aztecas lapidaron a Moctezuma y expulsaron a los españoles de Tenochtitlán, pero Cortés volvió con refuerzos y asedió la capital. Al contar con armas de fuego, cañones y caballos (para asombro de los aztecas) la ciudad no tardó en caer y, en agosto de 1521, Cuauhtémoc, último gobernante azteca, fue capturado y posteriormente ejecutado.

Los sanguinarios líderes aztecas habían desaparecido y el imperio, controlado ahora por los españoles, volvió a dividirse en distintas ciudades-estado.
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