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Líderes

Estados Unidos
Habilidad exclusiva

Padres fundadores

Todos los espacios de política diplomática del gobierno actual se convierten en espacios comodín. +1 Favor diplomático por turno por cada espacio comodín que haya en el gobierno.

Contexto histórico
El progreso de Estados Unidos como civilización ha sido meteórico, y en menos de dos siglos ha pasado de ser un grupo de colonias enfrentadas a una superpotencia. Producto de oleadas de inmigración, hoy en día es el cuarto país más grande del mundo y el tercero más poblado, abarca casi toda Norteamérica, de la costa del Pacífico a la del Atlántico, y cuenta con algunas de las grandes ciudades de la humanidad. Tiene el mayor producto interior bruto del mundo, el mayor sector de servicios y la mayor industria de medios de comunicación, además de ser la principal potencia militar. Podríamos considerar a Estados Unidos como el primer "hiperpoder" del mundo.

Estados Unidos se remonta a la fundación de las trece colonias inglesas a lo largo de la costa este de Norteamérica, formadas entre otros por los segundos hijos sin tierras de la clase alta británica, aventureros, convictos, personas con deudas, fanáticos religiosos, radicales políticos y gente que simplemente buscaba una vida mejor. Otros inmigrantes, como los esclavos africanos o los siervos europeos, llegaron por obligación y no por decisión propia. Independientemente de las circunstancias, estos grupos fueron los cimientos del "crisol de culturas".

Los recién llegados emplearon una tecnología y unas armas superiores a las de los indígenas con las que iniciaron dos siglos de conflictos y atrocidades. En 1776, las tribus nativas al este del Mississippi habían sido arrasadas, desplazadas o dominadas. Debido a la expansión de la frontera oeste y a su papel en la victoria británica en la guerra franco-india en 1763, los "estadounidenses" no tardaron en desarrollar un sentido de autosuficiencia e independencia. Apenas siglo y medio después de crearse los primeros asentamientos en lugares como Roanoke, Jamestown o Plymouth, los colonos empezaron a reclamar a la Corona el mismo trato que recibían los habitantes de la metrópoli.

Liderados por la clase alta de Virginia y los intelectuales de Nueva Inglaterra, en tan solo doce años los colonos pasaron de celebrar la victoria británica sobre Francia a participar en un conflicto armado contra los ingleses. Si el Parlamento británico hubiese prestado atención a las "Reglas para convertir un gran imperio en uno pequeño" de Ben Franklin (escrito satírico de 1773 en el que exponía brevemente las quejas de las colonias), quizá habría considerado mucho antes a Norteamérica como una inversión conflictiva. Como en casi todas las disputas familiares, el factor más importante era el dinero. Las colonias consideraban que las restricciones económicas y los impustos de Gran Bretaña eran injustos. Por otro lado, los británicos (junto con algunos fieles colonos) creían que los americanos eran unos desagradecidos e ignoraban cuánto dinero empleaba la Corona en su protección y progreso.

A finales de la década de 1770, las colonias ya se habían rebelado. Tras un intenso debate y muchas quejas, el Congreso de Estados Unidos aprobó la Declaración de Independencia el 4 de julio de 1776 que dio pie a la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. Los combates abarcaron desde abril de 1775 a octubre de 1781. Fue el clásico conflicto civil con guerras de guerrillas en el sur y marchas de un lado a otro en el norte. Al principio resultó desfavorable para los continentales (así llamaban a los rebeldes colonos), superados en medios y efectivos por un ejército británico que tenía el control absoluto de los mares con la Armada, pero la situación cambió con la entrada en escena de Francia (1778) y España (1779).

A finales de 1781, el ejército continental asedió a las fuerzas británicas del general Cornwallis en Yorktown. Con la Armada francesa en alta mar, los británicos no pudieron escapar y Cornwallis presentó su rendición a George Washington, héroe americano de la revolución. Dos años después se firmó el tratado de paz por el que Estados Unidos obtenía todas las tierras al este del Mississippi (excepto Florida, que fue para España) y se le reconocía como estado soberano e independiente.

Con el fin de las hostilidades, los "patriotas" estadounidenses se dispusieron a formar una república federal. El primer intento, los "Artículos de la Confederación y la Unión Perpetua" ratificados en 1781, resultó infructuoso porque no confería autoridad al gobierno para cobrar impuestos a los ciudadanos, no le otorgaba la capacidad de mantener un ejército y carecía de un cargo ejecutivo para supervisarlo todo. Los líderes del nuevo congreso de Estados Unidos no tardaron en percatarse de estos errores y en 1787 convocaron una reunión secreta en Filadelfia para revisar los artículos. De este encuentro surgió el borrador de una nueva constitución que fue adoptada por los estados en 1789 y sentó las bases de la democracia estadounidense actual. Ese mismo año, Washington fue elegido como primer presidente. En 1791 se añadió la Carta de Derechos a la Constitución y desde entonces se han incorporado diecisiete enmiendas y propuesto otras seis.

Con "la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad" garantizadas para sus ciudadanos, el nuevo país buscaba ya su propia felicidad, que no era otra que una rápida expansión. En 1803, Napoleón renunció a su ansiado "imperio americano" y vendió el territorio francés de Luisiana a los Estados Unidos por 11,25 millones de dólares. El presidente Jefferson no conocía muy bien las tierras que había comprado y envió a un par de oficiales del ejército a explorarlas. Con la adquisición, el nuevo país había prácticamente duplicado su tamaño. Este no sería de ninguna manera el último territorio incorporado y, a finales de 1853, Estados Unidos ya contaba con la expansión continental actual.

Pero con la expansión llegaron los conflictos, y en 1861 estalló la Guerra de Secesión. Durante cuatro años, los estados del norte se enfrentaron a los del sur en la peor clase de guerra. Más de 600 000 estadounidenses perdieron la vida y otros 400 000 resultaron heridos. La guerra trajo como consecuencia la emancipación de los esclavos, lo que supuso la práctica desaparición de la economía del sur (que dependía de la mano de obra esclavizada). Esta división entre norte y sur aún está presente en la política estadounidense hoy en día.

Sin distracciones, motivados por un destino manifiesto, la esperanza de una vida mejor y la búsqueda de aventuras y riqueza, hacendados, buscadores de oro, comerciantes, predicadores y forajidos inundaron las tierras del oeste. En un par de generaciones, hasta en las zonas más remotas del país había indicios de sofisticación (tras masacrar a los indígenas) gracias a las fortunas hechas con los minerales, el ganado o la madera, y sensibilidad, gracias a las familias religiosas que se asentaron en el "Salvaje Oeste". A lo largo de la costa este y el litoral del golfo, los inmigrantes europeos, atraídos por el "sueño americano", llegaron en masa al país para arar la tierra, construir los ferrocarriles, trabajar en las minas y acabar con la anarquía.

A pesar de los conflictos en tierras lejanas, los estadounidenses de principios del siglo XX eran optimistas y creían con complacencia en el liberalismo y el progreso, señalados por las reformas políticas, los progresos científicos, el mundo urbano y el imperialismo. Mientras tanto, distintos escritores y compositores daban forma a una nueva clase de literatura y música norteamericanas. El poder económico, industrial y cultural de Estados Unidos seguía creciendo, pero el militar no lo hacía al mismo ritmo.

El optimismo y el idealismo se vieron interrumpidos en las primeras décadas del nuevo siglo por la participación de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial, la epidemia de gripe de 1918, el crac del 29, la Gran Depresión, la decadencia moral de los "felices años veinte" y la sequía de los años 30. Los buenos tiempos se habían terminado. Con la ley seca, a los grandes negocios y las grandes políticas se unieron los "grandes delincuentes" (y más tarde los grandes medios de comunicación). Las familias del hampa, que hasta entonces solo daban pequeños mordiscos a la economía del país, se organizaron para empezar a dar grandes mordiscos, y gánsteres como Dillinger y Al Capone se hicieron famosos.

La situación cambiaría con la Segunda Guerra Mundial. Tras dos años de conflicto en Europa en los que Estados Unidos había permanecido aparentemente al margen, Japón atacó Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941. Días después, Alemania e Italia declararon la guerra a Estados Unidos. Los norteamericanos, que habían aprendido de sus errores del pasado, estuvieron presentes en todos los teatros de operaciones a finales de 1942 y suministraron a los aliados el material necesario para ganar la guerra. El conflicto finalizó en 1945, cuando Estados Unidos lanzó sendas bombas atómicas sobre dos ciudades japonesas.

Sin embargo, la nueva superpotencia no tardaría en verse involucrada en un nuevo tipo de guerra, la conocida como "Guerra Fría". Con la "frontera" del Telón de Acero, la revolución china de 1949 y las pruebas rusas con la bomba atómica, el "mundo libre" se enfrentaba al "imperio del mal" (así denominó el presidente Reagan a la Unión Soviética en 1983) en una batalla entre Oriente y Occidente por "los corazones y las mentes" de los habitantes del planeta. Ambos bandos invirtieron mucho dinero y esfuerzo en todos los campos (como la carrera espacial o el progreso científico) para fabricar armas más letales, derrocar gobiernos, crear alianzas armadas, realizar actos de espionaje, contener o asesinar a disidentes políticos, participar en guerras ajenas y emitir propaganda en los medios de comunicación, mientras los ciudadanos vivían bajo la amenaza de la bomba atómica. El Telón de Acero por fin se vino abajo en 1989 con las revoluciones que pondrían fin a los regímenes comunistas en la Europa del este. En cuanto al coste razonable, la Guerra Fría resultó un disparato enorme y muy costosa para todos los implicados.

Estados Unidos disfrutó de una nueva etapa de paz y autosatisfacción que duraría... aproximadamente una década. El 11 de septiembre de 2001, un grupo de terroristas de la organización “al-Qaeda” secuestró cuatro aviones y los estrelló contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono, en Washington DC. En los ataques perdieron la vida cerca de 3000 personas, la mayoría civiles, y se produjeron daños por valor de 10 000 millones de dólares. La guerra contra el terrorismo había comenzado.

En este escenario, Estados Unidos empezó a poner en práctica los ideales de libertad e igualdad que había defendido (aunque no siempre puesto en práctica) desde sus inicios. Tras la Segunda Guerra Mundial surgieron varios movimientos en defensa de la igualdad de género, sexual y racial que han ido alterando el modelo de vida estadounidense. Esto se ha visto acompañado de una proyección de la influencia (y a menudo del poder puro y duro) del país fuera de sus fronteras. Estados Unidos ha cautivado a otros con sus medios de comunicación y su cultura, y cuando esto no ha funcionado, ha recurrido a revoluciones y golpes de estado.
PortraitSquare
icon_civilization_america

Rasgos

Líderes
icon_leader_t_roosevelt
Teddy Roosevelt (Alce)
icon_leader_default
Teddy Roosevelt (Jinete duro)
icon_leader_default
Abraham Lincoln
Unidades especiales
icon_unit_american_p51
P-51 Mustang
Infraestructura especial
icon_building_film_studio
Estudio cinematográfico

Geografía y datos sociales

Ubicación
América del Norte
Tamaño
Aproximadamente 9 600 000 kilómetros cuadrados
Población
Sobre 318 000 000
Capital
Varias (Filadelfia, Nueva York, actualmente Washington)
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Ubicación
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Aproximadamente 9 600 000 kilómetros cuadrados
Población
Sobre 318 000 000
Capital
Varias (Filadelfia, Nueva York, actualmente Washington)
Habilidad exclusiva

Padres fundadores

Todos los espacios de política diplomática del gobierno actual se convierten en espacios comodín. +1 Favor diplomático por turno por cada espacio comodín que haya en el gobierno.

Contexto histórico
El progreso de Estados Unidos como civilización ha sido meteórico, y en menos de dos siglos ha pasado de ser un grupo de colonias enfrentadas a una superpotencia. Producto de oleadas de inmigración, hoy en día es el cuarto país más grande del mundo y el tercero más poblado, abarca casi toda Norteamérica, de la costa del Pacífico a la del Atlántico, y cuenta con algunas de las grandes ciudades de la humanidad. Tiene el mayor producto interior bruto del mundo, el mayor sector de servicios y la mayor industria de medios de comunicación, además de ser la principal potencia militar. Podríamos considerar a Estados Unidos como el primer "hiperpoder" del mundo.

Estados Unidos se remonta a la fundación de las trece colonias inglesas a lo largo de la costa este de Norteamérica, formadas entre otros por los segundos hijos sin tierras de la clase alta británica, aventureros, convictos, personas con deudas, fanáticos religiosos, radicales políticos y gente que simplemente buscaba una vida mejor. Otros inmigrantes, como los esclavos africanos o los siervos europeos, llegaron por obligación y no por decisión propia. Independientemente de las circunstancias, estos grupos fueron los cimientos del "crisol de culturas".

Los recién llegados emplearon una tecnología y unas armas superiores a las de los indígenas con las que iniciaron dos siglos de conflictos y atrocidades. En 1776, las tribus nativas al este del Mississippi habían sido arrasadas, desplazadas o dominadas. Debido a la expansión de la frontera oeste y a su papel en la victoria británica en la guerra franco-india en 1763, los "estadounidenses" no tardaron en desarrollar un sentido de autosuficiencia e independencia. Apenas siglo y medio después de crearse los primeros asentamientos en lugares como Roanoke, Jamestown o Plymouth, los colonos empezaron a reclamar a la Corona el mismo trato que recibían los habitantes de la metrópoli.

Liderados por la clase alta de Virginia y los intelectuales de Nueva Inglaterra, en tan solo doce años los colonos pasaron de celebrar la victoria británica sobre Francia a participar en un conflicto armado contra los ingleses. Si el Parlamento británico hubiese prestado atención a las "Reglas para convertir un gran imperio en uno pequeño" de Ben Franklin (escrito satírico de 1773 en el que exponía brevemente las quejas de las colonias), quizá habría considerado mucho antes a Norteamérica como una inversión conflictiva. Como en casi todas las disputas familiares, el factor más importante era el dinero. Las colonias consideraban que las restricciones económicas y los impustos de Gran Bretaña eran injustos. Por otro lado, los británicos (junto con algunos fieles colonos) creían que los americanos eran unos desagradecidos e ignoraban cuánto dinero empleaba la Corona en su protección y progreso.

A finales de la década de 1770, las colonias ya se habían rebelado. Tras un intenso debate y muchas quejas, el Congreso de Estados Unidos aprobó la Declaración de Independencia el 4 de julio de 1776 que dio pie a la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. Los combates abarcaron desde abril de 1775 a octubre de 1781. Fue el clásico conflicto civil con guerras de guerrillas en el sur y marchas de un lado a otro en el norte. Al principio resultó desfavorable para los continentales (así llamaban a los rebeldes colonos), superados en medios y efectivos por un ejército británico que tenía el control absoluto de los mares con la Armada, pero la situación cambió con la entrada en escena de Francia (1778) y España (1779).

A finales de 1781, el ejército continental asedió a las fuerzas británicas del general Cornwallis en Yorktown. Con la Armada francesa en alta mar, los británicos no pudieron escapar y Cornwallis presentó su rendición a George Washington, héroe americano de la revolución. Dos años después se firmó el tratado de paz por el que Estados Unidos obtenía todas las tierras al este del Mississippi (excepto Florida, que fue para España) y se le reconocía como estado soberano e independiente.

Con el fin de las hostilidades, los "patriotas" estadounidenses se dispusieron a formar una república federal. El primer intento, los "Artículos de la Confederación y la Unión Perpetua" ratificados en 1781, resultó infructuoso porque no confería autoridad al gobierno para cobrar impuestos a los ciudadanos, no le otorgaba la capacidad de mantener un ejército y carecía de un cargo ejecutivo para supervisarlo todo. Los líderes del nuevo congreso de Estados Unidos no tardaron en percatarse de estos errores y en 1787 convocaron una reunión secreta en Filadelfia para revisar los artículos. De este encuentro surgió el borrador de una nueva constitución que fue adoptada por los estados en 1789 y sentó las bases de la democracia estadounidense actual. Ese mismo año, Washington fue elegido como primer presidente. En 1791 se añadió la Carta de Derechos a la Constitución y desde entonces se han incorporado diecisiete enmiendas y propuesto otras seis.

Con "la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad" garantizadas para sus ciudadanos, el nuevo país buscaba ya su propia felicidad, que no era otra que una rápida expansión. En 1803, Napoleón renunció a su ansiado "imperio americano" y vendió el territorio francés de Luisiana a los Estados Unidos por 11,25 millones de dólares. El presidente Jefferson no conocía muy bien las tierras que había comprado y envió a un par de oficiales del ejército a explorarlas. Con la adquisición, el nuevo país había prácticamente duplicado su tamaño. Este no sería de ninguna manera el último territorio incorporado y, a finales de 1853, Estados Unidos ya contaba con la expansión continental actual.

Pero con la expansión llegaron los conflictos, y en 1861 estalló la Guerra de Secesión. Durante cuatro años, los estados del norte se enfrentaron a los del sur en la peor clase de guerra. Más de 600 000 estadounidenses perdieron la vida y otros 400 000 resultaron heridos. La guerra trajo como consecuencia la emancipación de los esclavos, lo que supuso la práctica desaparición de la economía del sur (que dependía de la mano de obra esclavizada). Esta división entre norte y sur aún está presente en la política estadounidense hoy en día.

Sin distracciones, motivados por un destino manifiesto, la esperanza de una vida mejor y la búsqueda de aventuras y riqueza, hacendados, buscadores de oro, comerciantes, predicadores y forajidos inundaron las tierras del oeste. En un par de generaciones, hasta en las zonas más remotas del país había indicios de sofisticación (tras masacrar a los indígenas) gracias a las fortunas hechas con los minerales, el ganado o la madera, y sensibilidad, gracias a las familias religiosas que se asentaron en el "Salvaje Oeste". A lo largo de la costa este y el litoral del golfo, los inmigrantes europeos, atraídos por el "sueño americano", llegaron en masa al país para arar la tierra, construir los ferrocarriles, trabajar en las minas y acabar con la anarquía.

A pesar de los conflictos en tierras lejanas, los estadounidenses de principios del siglo XX eran optimistas y creían con complacencia en el liberalismo y el progreso, señalados por las reformas políticas, los progresos científicos, el mundo urbano y el imperialismo. Mientras tanto, distintos escritores y compositores daban forma a una nueva clase de literatura y música norteamericanas. El poder económico, industrial y cultural de Estados Unidos seguía creciendo, pero el militar no lo hacía al mismo ritmo.

El optimismo y el idealismo se vieron interrumpidos en las primeras décadas del nuevo siglo por la participación de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial, la epidemia de gripe de 1918, el crac del 29, la Gran Depresión, la decadencia moral de los "felices años veinte" y la sequía de los años 30. Los buenos tiempos se habían terminado. Con la ley seca, a los grandes negocios y las grandes políticas se unieron los "grandes delincuentes" (y más tarde los grandes medios de comunicación). Las familias del hampa, que hasta entonces solo daban pequeños mordiscos a la economía del país, se organizaron para empezar a dar grandes mordiscos, y gánsteres como Dillinger y Al Capone se hicieron famosos.

La situación cambiaría con la Segunda Guerra Mundial. Tras dos años de conflicto en Europa en los que Estados Unidos había permanecido aparentemente al margen, Japón atacó Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941. Días después, Alemania e Italia declararon la guerra a Estados Unidos. Los norteamericanos, que habían aprendido de sus errores del pasado, estuvieron presentes en todos los teatros de operaciones a finales de 1942 y suministraron a los aliados el material necesario para ganar la guerra. El conflicto finalizó en 1945, cuando Estados Unidos lanzó sendas bombas atómicas sobre dos ciudades japonesas.

Sin embargo, la nueva superpotencia no tardaría en verse involucrada en un nuevo tipo de guerra, la conocida como "Guerra Fría". Con la "frontera" del Telón de Acero, la revolución china de 1949 y las pruebas rusas con la bomba atómica, el "mundo libre" se enfrentaba al "imperio del mal" (así denominó el presidente Reagan a la Unión Soviética en 1983) en una batalla entre Oriente y Occidente por "los corazones y las mentes" de los habitantes del planeta. Ambos bandos invirtieron mucho dinero y esfuerzo en todos los campos (como la carrera espacial o el progreso científico) para fabricar armas más letales, derrocar gobiernos, crear alianzas armadas, realizar actos de espionaje, contener o asesinar a disidentes políticos, participar en guerras ajenas y emitir propaganda en los medios de comunicación, mientras los ciudadanos vivían bajo la amenaza de la bomba atómica. El Telón de Acero por fin se vino abajo en 1989 con las revoluciones que pondrían fin a los regímenes comunistas en la Europa del este. En cuanto al coste razonable, la Guerra Fría resultó un disparato enorme y muy costosa para todos los implicados.

Estados Unidos disfrutó de una nueva etapa de paz y autosatisfacción que duraría... aproximadamente una década. El 11 de septiembre de 2001, un grupo de terroristas de la organización “al-Qaeda” secuestró cuatro aviones y los estrelló contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono, en Washington DC. En los ataques perdieron la vida cerca de 3000 personas, la mayoría civiles, y se produjeron daños por valor de 10 000 millones de dólares. La guerra contra el terrorismo había comenzado.

En este escenario, Estados Unidos empezó a poner en práctica los ideales de libertad e igualdad que había defendido (aunque no siempre puesto en práctica) desde sus inicios. Tras la Segunda Guerra Mundial surgieron varios movimientos en defensa de la igualdad de género, sexual y racial que han ido alterando el modelo de vida estadounidense. Esto se ha visto acompañado de una proyección de la influencia (y a menudo del poder puro y duro) del país fuera de sus fronteras. Estados Unidos ha cautivado a otros con sus medios de comunicación y su cultura, y cuando esto no ha funcionado, ha recurrido a revoluciones y golpes de estado.
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