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Maoríes

Maya

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Noruega

Nubia

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Polonia

Portugal

Roma

Rusia

Suecia

Sumeria

Territorios otomanos

Tierra Cri

Vietnam

Zululandia

Líderes

Maoríes
Habilidad exclusiva

Mana

Empieza la partida con las tecnologías Navegación a vela y Construcción naval desbloqueadas, así como con la habilidad de entrar en casillas de Océano. Las unidades embarcadas obtienen +2 al Movimiento . +1 a la Producción de Bosques y Selvas tropicales sin mejorar. +1 adicional a la Producción por Mercantilismo y +2 a la Producción por Conservación. Los Barcos pesqueros proporcionan +1 a Alimentos y un Bombardeo cultural sobre casillas adyacentes. Los recursos no se pueden recolectar y no se pueden obtener Grandes escritores .

Contexto histórico
En el siglo XIII, un grupo de personas de las Islas Marquesas, en el sur del Pacífico, partió hacia el sur y el oeste a bordo de canoas y llegó a las islas que nosotros conocemos como Nueva Zelanda y que para ellos eran Aotearoa: "la tierra de la gran nube blanca". Para llegar allí, el grupo de exploradores empleó las sofisticadas y tradicionales técnicas de navegación polinesias, que les permitieron interpretar los indicios presentes en el mundo natural y deducir la existencia de las islas. Desembarcaron en una zona sin asentamientos humanos que se había separado del continente hacía 100 millones de años y que, debido a esa separación geológica milenaria, contaba con un bioma precioso y con un aspecto único. Allí vivían innumerables especies de pájaros, incluyendo algunas enormes pero incapaces de volar, aves rapaces tan grandes como terroríficas o tímidos habitantes de los arbustos; había pocos mamíferos terrestres, pero contaba con algunos géneros de reptiles muy antiguos. El mar que lo rodeaba, además, estaba lleno de vida.

Los asentamientos maoríes más antiguos se encuentran cerca de Te Pokohiwi (Wairau Bar), en la isla Sur, donde el río Wairau desemboca en el estrecho que hay entre las dos islas principales de Nueva Zelanda. Sus relatos cuentan que los maoríes descienden de los habitantes de Hawaiki, que el héroe Maui arrastró las islas de Nueva Zelanda desde las profundidades del océano con su anzuelo y que los primeros asentamientos estuvieron a cargo de Kupe y Toitehuatahi. Uno de los aspectos más importantes de la cultura maorí es, sin duda alguna, la recitación del linaje, o "whakapapa", donde el orador se sitúa a sí mismo en la historia de su pueblo y se remonta hasta su pasado mitológico. El "whakapapa" siempre ha sido un sistema social maorí fundamental, muy complejo y cargado de un importante significado cultural.

Durante los 300 años siguientes, la tierra que colonizaron fue dando forma al patrimonio polinesio de los maoríes. La mayoría de los grupos, o "hapu", estaban liderados por jefes que estaban imbuidos de "mana" (prestigio y poder) y que podían responder a sus amigos con amabilidad y a sus enemigos con la venganza que se merecían. Los maoríes crearon preciosos objetos a partir de un tipo de jade conocido como "pounamu" y de las plumas de los pájaros de las islas. Además, cada "hapu" mantenía vivo su propio patrimonio oral, desde su época contemporánea hasta los colonos que llegaron a la isla en canoa. Este pueblo perfeccionó el "haka", un canto enérgico, representado a base de expresiones faciales y gestos intimidantes y ritualizados, que sirve para mostrar fuerza, coraje, destreza y respeto. Otra característica distintiva son las marcas faciales maoríes, o "tā moko", que varían según la persona; los hombres las tienen por toda la cara, mientras que las mujeres solamente se las ponen en los labios y la barbilla.

Los primeros europeos avistaron Nueva Zelanda en 1642, pero no fue hasta el siglo XVIII que empezó a haber un contacto regular entre europeos y maoríes. Estos últimos se referían a los primeros como "pakeha", que actualmente tiene un significado más amplio y designa a los "no maoríes". La introducción de armas de fuego y de enfermedades europeas tuvo un efecto muy negativo para los maoríes. Por su parte, los colonos empezaron a construir asentamientos permanentes y, en 1840, el gobierno británico redactó un borrador del Tratado de Waitangi, que luego sería firmado por muchos jefes maoríes.

El Tratado de Waitangi fue otro de esos acuerdos injustos entre los indígenas y los gobiernos coloniales, sobre todo en lo que concierne al reconocimiento de la propiedad de la tierra. La noción occidental de "poseer la tierra" no formaba parte del ideario maorí, por lo que estos entendieron el acuerdo de una manera radicalmente diferente a los británicos. De este modo, los ingleses les obligaron a malvender sus tierras a través de métodos un tanto cuestionables legalmente y que, desde luego, iban más allá de lo que los maoríes habían creído firmar.

Como consecuencia, se organizó el movimiento Kingitanga, que pretendía unificar a los maoríes tras una única figura política con el fin de evitar que los "hapu" se enfrentasen entre sí y se produjesen más divisiones. Sin embargo, el movimiento dio pie a medidas gubernamentales severas, a la expropiación de las tierras maoríes y a las Guerras de Nueva Zelanda entre los maoríes y los "pakeha". Por aquel entonces, los indígenas estaban siendo expulsados de las mejores tierras neozelandesas hacia zonas más pobre y con un terreno más complicado, sobre todo en la isla Norte. El gobierno siguió expropiando terrenos, y no solo como castigo a aquellos que se resistían, sino también a grupos maoríes aliados. Además de la expropiación directa, había más medios legales con los que se podía despojar a los maoríes de sus terrenos. Y así, estas prácticas continuaron durante casi un siglo.

Además, la isla estaba sufriendo importantes cambios ecológicos, pues la llegada de los maoríes había introducido ratas y perros en el frágil ecosistema neozelandés. Un siglo después de que pisaran las islas, los grandes pájaros moa ya se habían extinguido, así como las enormes águilas que se alimentaban de ellos. La presencia de otras especies (como zarigüeyas, armiños o cerdos, por ejemplo) dañó la flora y fauna indígena y provocó la pérdida de más del 40% de las especies de pájaros nativos de las islas. Por otra parte, los granjeros arrasaron con muchos de los bosques naturales para hacer sitio a sus tierras agrícolas y de pastoreo.

A principios del siglo XX aumentó la concienciación de las injusticias históricas cometidas contra los maoríes, y entre estos resurgió la necesidad de preservar y ensalzar su cultura. Sir Apriana Ngata, ministro de Asuntos Maoríes, luchó para mejorar el reconocimiento legal de los maoríes y promovió la poesía y la música tradicionales de su pueblo, e incluso defendió el servicio maorí en las Guerras Mundiales. Muchos maoríes sirvieron en las fuerzas armadas británicas durante dichas guerras y lucharon en los crudos enfrentamientos de Galípoli, el norte de África e Italia, granjeándose el respeto de sus aliados y de sus enemigos.

Los movimientos de protesta maoríes que se produjeron en la segunda mitad del siglo XX promovieron el reconocimiento de las injusticias históricas que habían sufrido. Como consecuencia, Nueva Zelanda ha tomado muchas medidas para preservar y promover el idioma y el patrimonio maoríes, y cada vez existe un mayor conocimiento de la naturaleza única de esta cultura. Aunque los maoríes siguen a la zaga con respeto a los "pakeha" en cuanto a medidas económicas, sanitarias y educativas, el compromiso nacional para alcanzar la igualdad es cada vez mayor.

Con el tiempo, la filosofía maorí respecto a la tierra y la naturaleza está cada vez más arraigada. Nueva Zelanda en todo su conjunto está comprometida a disminuir el daño ecológico, a preservar sus ecosistemas nativos y a reducir las especies invasoras; de hecho, hace poco ha prohibido la exploración petrolífera en sus aguas. El mensaje maorí que asegura que todos somos responsables del planeta está calando también fuera de Aotearoa.
PortraitSquare
icon_civilization_maori

Rasgos

Líderes
icon_leader_kupe
Kupe
Unidades especiales
icon_unit_maori_toa
Toa
Infraestructura especial
icon_building_marae
Marae
icon_improvement_maori_pa
Pā

Geografía y datos sociales

Ubicación
Territorios maoríes
Tamaño
268 021 kilómetros cuadrados
Población
Unas 100 000 personas a principios del siglo XVIII
Capital
Aunque los maoríes no tenían una capital en el sentido habitual del término, Papawai marae hizo las veces de centro de la unificación política maorí a finales del siglo XIX.
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Rasgos

Líderes
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Kupe
Unidades especiales
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Toa
Infraestructura especial
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Marae
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Pā

Geografía y datos sociales

Ubicación
Territorios maoríes
Tamaño
268 021 kilómetros cuadrados
Población
Unas 100 000 personas a principios del siglo XVIII
Capital
Aunque los maoríes no tenían una capital en el sentido habitual del término, Papawai marae hizo las veces de centro de la unificación política maorí a finales del siglo XIX.
Habilidad exclusiva

Mana

Empieza la partida con las tecnologías Navegación a vela y Construcción naval desbloqueadas, así como con la habilidad de entrar en casillas de Océano. Las unidades embarcadas obtienen +2 al Movimiento . +1 a la Producción de Bosques y Selvas tropicales sin mejorar. +1 adicional a la Producción por Mercantilismo y +2 a la Producción por Conservación. Los Barcos pesqueros proporcionan +1 a Alimentos y un Bombardeo cultural sobre casillas adyacentes. Los recursos no se pueden recolectar y no se pueden obtener Grandes escritores .

Contexto histórico
En el siglo XIII, un grupo de personas de las Islas Marquesas, en el sur del Pacífico, partió hacia el sur y el oeste a bordo de canoas y llegó a las islas que nosotros conocemos como Nueva Zelanda y que para ellos eran Aotearoa: "la tierra de la gran nube blanca". Para llegar allí, el grupo de exploradores empleó las sofisticadas y tradicionales técnicas de navegación polinesias, que les permitieron interpretar los indicios presentes en el mundo natural y deducir la existencia de las islas. Desembarcaron en una zona sin asentamientos humanos que se había separado del continente hacía 100 millones de años y que, debido a esa separación geológica milenaria, contaba con un bioma precioso y con un aspecto único. Allí vivían innumerables especies de pájaros, incluyendo algunas enormes pero incapaces de volar, aves rapaces tan grandes como terroríficas o tímidos habitantes de los arbustos; había pocos mamíferos terrestres, pero contaba con algunos géneros de reptiles muy antiguos. El mar que lo rodeaba, además, estaba lleno de vida.

Los asentamientos maoríes más antiguos se encuentran cerca de Te Pokohiwi (Wairau Bar), en la isla Sur, donde el río Wairau desemboca en el estrecho que hay entre las dos islas principales de Nueva Zelanda. Sus relatos cuentan que los maoríes descienden de los habitantes de Hawaiki, que el héroe Maui arrastró las islas de Nueva Zelanda desde las profundidades del océano con su anzuelo y que los primeros asentamientos estuvieron a cargo de Kupe y Toitehuatahi. Uno de los aspectos más importantes de la cultura maorí es, sin duda alguna, la recitación del linaje, o "whakapapa", donde el orador se sitúa a sí mismo en la historia de su pueblo y se remonta hasta su pasado mitológico. El "whakapapa" siempre ha sido un sistema social maorí fundamental, muy complejo y cargado de un importante significado cultural.

Durante los 300 años siguientes, la tierra que colonizaron fue dando forma al patrimonio polinesio de los maoríes. La mayoría de los grupos, o "hapu", estaban liderados por jefes que estaban imbuidos de "mana" (prestigio y poder) y que podían responder a sus amigos con amabilidad y a sus enemigos con la venganza que se merecían. Los maoríes crearon preciosos objetos a partir de un tipo de jade conocido como "pounamu" y de las plumas de los pájaros de las islas. Además, cada "hapu" mantenía vivo su propio patrimonio oral, desde su época contemporánea hasta los colonos que llegaron a la isla en canoa. Este pueblo perfeccionó el "haka", un canto enérgico, representado a base de expresiones faciales y gestos intimidantes y ritualizados, que sirve para mostrar fuerza, coraje, destreza y respeto. Otra característica distintiva son las marcas faciales maoríes, o "tā moko", que varían según la persona; los hombres las tienen por toda la cara, mientras que las mujeres solamente se las ponen en los labios y la barbilla.

Los primeros europeos avistaron Nueva Zelanda en 1642, pero no fue hasta el siglo XVIII que empezó a haber un contacto regular entre europeos y maoríes. Estos últimos se referían a los primeros como "pakeha", que actualmente tiene un significado más amplio y designa a los "no maoríes". La introducción de armas de fuego y de enfermedades europeas tuvo un efecto muy negativo para los maoríes. Por su parte, los colonos empezaron a construir asentamientos permanentes y, en 1840, el gobierno británico redactó un borrador del Tratado de Waitangi, que luego sería firmado por muchos jefes maoríes.

El Tratado de Waitangi fue otro de esos acuerdos injustos entre los indígenas y los gobiernos coloniales, sobre todo en lo que concierne al reconocimiento de la propiedad de la tierra. La noción occidental de "poseer la tierra" no formaba parte del ideario maorí, por lo que estos entendieron el acuerdo de una manera radicalmente diferente a los británicos. De este modo, los ingleses les obligaron a malvender sus tierras a través de métodos un tanto cuestionables legalmente y que, desde luego, iban más allá de lo que los maoríes habían creído firmar.

Como consecuencia, se organizó el movimiento Kingitanga, que pretendía unificar a los maoríes tras una única figura política con el fin de evitar que los "hapu" se enfrentasen entre sí y se produjesen más divisiones. Sin embargo, el movimiento dio pie a medidas gubernamentales severas, a la expropiación de las tierras maoríes y a las Guerras de Nueva Zelanda entre los maoríes y los "pakeha". Por aquel entonces, los indígenas estaban siendo expulsados de las mejores tierras neozelandesas hacia zonas más pobre y con un terreno más complicado, sobre todo en la isla Norte. El gobierno siguió expropiando terrenos, y no solo como castigo a aquellos que se resistían, sino también a grupos maoríes aliados. Además de la expropiación directa, había más medios legales con los que se podía despojar a los maoríes de sus terrenos. Y así, estas prácticas continuaron durante casi un siglo.

Además, la isla estaba sufriendo importantes cambios ecológicos, pues la llegada de los maoríes había introducido ratas y perros en el frágil ecosistema neozelandés. Un siglo después de que pisaran las islas, los grandes pájaros moa ya se habían extinguido, así como las enormes águilas que se alimentaban de ellos. La presencia de otras especies (como zarigüeyas, armiños o cerdos, por ejemplo) dañó la flora y fauna indígena y provocó la pérdida de más del 40% de las especies de pájaros nativos de las islas. Por otra parte, los granjeros arrasaron con muchos de los bosques naturales para hacer sitio a sus tierras agrícolas y de pastoreo.

A principios del siglo XX aumentó la concienciación de las injusticias históricas cometidas contra los maoríes, y entre estos resurgió la necesidad de preservar y ensalzar su cultura. Sir Apriana Ngata, ministro de Asuntos Maoríes, luchó para mejorar el reconocimiento legal de los maoríes y promovió la poesía y la música tradicionales de su pueblo, e incluso defendió el servicio maorí en las Guerras Mundiales. Muchos maoríes sirvieron en las fuerzas armadas británicas durante dichas guerras y lucharon en los crudos enfrentamientos de Galípoli, el norte de África e Italia, granjeándose el respeto de sus aliados y de sus enemigos.

Los movimientos de protesta maoríes que se produjeron en la segunda mitad del siglo XX promovieron el reconocimiento de las injusticias históricas que habían sufrido. Como consecuencia, Nueva Zelanda ha tomado muchas medidas para preservar y promover el idioma y el patrimonio maoríes, y cada vez existe un mayor conocimiento de la naturaleza única de esta cultura. Aunque los maoríes siguen a la zaga con respeto a los "pakeha" en cuanto a medidas económicas, sanitarias y educativas, el compromiso nacional para alcanzar la igualdad es cada vez mayor.

Con el tiempo, la filosofía maorí respecto a la tierra y la naturaleza está cada vez más arraigada. Nueva Zelanda en todo su conjunto está comprometida a disminuir el daño ecológico, a preservar sus ecosistemas nativos y a reducir las especies invasoras; de hecho, hace poco ha prohibido la exploración petrolífera en sus aguas. El mensaje maorí que asegura que todos somos responsables del planeta está calando también fuera de Aotearoa.
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