Fenicia no era un estado nacional al uso, más bien una unión de ciudades marítimas e independientes que compartían una historia cultural común y que estaban gobernadas por reyes. Los fenicios eran unos magníficos comerciantes y marineros y, además, su sistema de escritura es la base de la mayoría de escrituras occidentales. El término "fenicio" proviene del griego, mientras que en la Biblia se los denomina "Kinahna", que significa "cananeos" en acadio. Los arqueólogos modernos creen que ellos se llamaban a sí mismos "Kena’ani".

Sus cuatro principales ciudades eran Tiro, Sidón, Arward y Biblos, situadas en la región del Levante, en lo que actualmente serían Líbano y Siria. Según las pruebas arqueológicas encontradas, la zona de Biblos ha estado ocupada durante casi 10 000 años, y los vestigios sitúan a los primeros fenicios de la región alrededor del año 3000 a. C., época en la que estuvieron gobernados por los faraones de Egipto. La identidad fenicia como tal surgió alrededor del 1500 a. C. Los registros que existen de negocios entre los fenicios y los egipcios son algunas de las primeras pruebas de la existencia de la cultura fenicia.

Los fenicios acabaron sorprendentemente bien tras el colapso de la Edad del Bronce tardía. La derrota de los egipcios propició que la región del Levante continuara expandiéndose, avanzando hacia el sur hasta llegar a la actual Israel, y los fenicios parecían llevar magníficamente la situación de vacío político. Sus redes comerciales se ampliaron, y parece que decidieron explorar y colonizar otras tierras alrededor del Mediterráneo con la intención de llegar hasta las Islas Británicas para buscar estaño. Heródoto registró que los navíos fenicios circunnavegaron África durante esta época.

Alejandro Magno conquistó sus ciudades, pero les permitió mantener su función de comerciantes. Los romanos incorporaron sus ciudades orientales a la provincia de Siria, pero les permitieron actuar como entidades prácticamente independientes. La colonia fenicia de Cartago ocupa un lugar especial en la historia, ya que el por aquel entonces invencible Imperio romano, en pleno auge y periodo de expansión, no conseguía derrotarlos. Las guerras púnicas libradas entre Cartago y Roma marcaron el inicio del dominio romano en el Mediterráneo y el declive definitivo del pueblo fenicio.

Parece ser que los constructores de buques fenicios fueron los primeros que añadieron un segundo banco de remeros a las galeras de la época, y así crearon el birreme (consulta esa entrada para obtener más información). Ofrecían sus servicios de construcción de barcos a distintos reinos, imperios y pueblos del Mediterráneo. De hecho, Heródoto describió a los contratistas fenicios que construían navíos para la invasión persa de Grecia. A menudo resulta complicado ver las diferencias entre barcos griegos y persas, pero los que los fenicios vendían a sus clientes sí eran distintos. Además, también construyeron puertos enormes y faros para ayudar a la navegación, como el asombroso "cothon" de Cartago.

Siempre se presenta a los fenicios como unos fantásticos comerciantes, capaces de transportar mercancías valiosas como estaño, cedro del Líbano o marfil por toda la región. Sobre todo se les asociaba con el tinte púrpura que obtenían de las conchas de los murex, considerado un tinte de lujo y del que tenían el monopolio de la producción. Hay fuentes tan diferentes como la Ilíada y la Biblia que hablan de la destreza de sus herreros y, de hecho, los arqueólogos han hallado estatuas de bronce de gran valor que, aparentemente, sacrificaban en sus rituales. Hiram, el maestro artesano de Tiro, era el mítico arquitecto del Templo de Salomón. Se cree que los artistas fenicios inventaron la técnica del vidrio soplado en el siglo I.

La información que tenemos actualmente sobre los fenicios no los deja en muy buen lugar porque, aunque destacaban por sus fabulosas riquezas y sus lujos, no veían con buenos ojos la importación o exportación de bienes. La relación entre las ciudades independientes fenicias era bastantes tensa, y la expansión y el establecimiento de ciudades con frecuencia acababan en disputa con los vecinos por tierras y prestigio. De hecho, las guerras púnicas con Roma se iniciaron debido a estos conflictos.

Los fenicios adoraban a un panteón de dioses conectados con los panteones locales que a menudo recibían varios nombres. La mayoría de académicos coinciden en que el panteón estaba liderado por el gran dios El, y que Astarté era la principal deidad femenina y una figura de culto importante en los territorios fenicios del Mediterráneo. Los autores de la obra más representativa del monoteísmo de Levante, la Biblia, sentían especial repulsa por el politeísmo semítico de los fenicios y no se molestaban en ocultarlo.

Pero la contribución más duradera de los fenicios a la historia fueron las bases de su sistema de escritura, que usaba glifos individuales para representar los distintos sonidos que componían una palabra. Esto facilitaba la alfabetización, pues los escribas tenían que recordar menos símbolos que en otros sistemas logográficos (como los jeroglíficos egipcios). Dado que los fenicios eran grandes comerciantes, extendieron su sistema a sus socios comerciales, que empezaron a usarlo en poco tiempo. Los primeros indicios de lenguaje escrito conocidos se remontan a mediados del siglo XVI a. C., y es posible que se empezara a escribir varios siglos antes. El griego (y sus derivados), el hebreo y el arameo (y por extensión el árabe) desarrollaron sus grafías a partir del fenicio. Si tenemos en cuenta que las dos primeras letras del alfabeto fenicio eran "alep" y "bet", y que una de las primeras cosas que aprenden los niños hoy en día es el "alfabeto", es asombroso pensar en las conexiones de la historia humana que nos unen a los fenicios.