Los pedazos del alótropo de carbono metaestable que se forman en el manto de la litosfera bajo condiciones de calor y presión extremas –más conocidos como diamantes–- han suscitado el asombro y la avaricia en la civilización desde los tiempos de la antigua India. Como se encuentra en depósitos cerca de la superficie, ya en el siglo IV a. C. varios asentamientos indios comerciaban con diamantes, que inevitablemente acabaron por llegar a Europa. Aunque sin cortar y sin pulir –la tecnología para ello no se desarrollaría hasta finales del siglo XIV–, los diamantes se convirtieron en un indicador de poder y de privilegio. Y lo siguen siendo, aunque ahora se pueden hacer diamantes artificiales en laboratorios.
Los pedazos del alótropo de carbono metaestable que se forman en el manto de la litosfera bajo condiciones de calor y presión extremas –más conocidos como diamantes–- han suscitado el asombro y la avaricia en la civilización desde los tiempos de la antigua India. Como se encuentra en depósitos cerca de la superficie, ya en el siglo IV a. C. varios asentamientos indios comerciaban con diamantes, que inevitablemente acabaron por llegar a Europa. Aunque sin cortar y sin pulir –la tecnología para ello no se desarrollaría hasta finales del siglo XIV–, los diamantes se convirtieron en un indicador de poder y de privilegio. Y lo siguen siendo, aunque ahora se pueden hacer diamantes artificiales en laboratorios.