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Galia
Habilidad exclusiva

Cultura de Hallstatt

Las Minas dan una bonificación por adyacencia menor para todos los distritos y un Bombardeo cultural de un territorio que no sea propio, y reciben +1 a Cultura . Los distritos especializados no reciben una adyacencia menor por estar adyacentes a otro distrito y no se pueden construir adyacentes al Centro urbano.

Contexto histórico
Nunca hubo un solo rey que gobernase toda la Galia. Pero los galos sí que eran un pueblo unificado por su idioma, religión y estructura social. Pusieron a prueba la paciencia de César y de los romanos, lo que acabó por provocar la invasión romana a gran escala. No obstante, ello no representó el fin de los galos, ya que estos llegaron a mezclar su cultura con los romanos para crear una identidad única durante la ocupación romana y después de esta, lo que sentó las bases de la futura Francia.

Según los relatos increíblemente precisos de César, al parecer los galos no se llamaron inicialmente así, sino más bien "celtas". El nombre final de la región, "Galia", deriva de una palabra celta que significa "extranjero". Así pues, la Galia era "el reino gobernado por extranjeros" (es decir, los romanos). Para añadir más confusión, la "Galacia" romana o "Gallia Celtae" deriva de otra palabra gala que significa "poderosa". Dicho de otra forma, mientras que los galos conquistados les decían a los romanos que eran "celtas poderosos", se consideraban a ellos mismos una "nación gobernada por extranjeros".

Unos mil años antes de conocer a César, las tribus que llegarían a formar la Galia vivían en el centro de Francia, alrededor del valle del Rin. Emigraron al sur, hacia la costa mediterránea, alrededor del siglo V a. C. y se establecieron en el norte de Italia. Los galos no se detuvieron allí. Se adentraron aún más en la península italiana y saquearon Roma en el año 390 a. C., comandados por un hombre llamado Breno (que no debe confundirse con otro líder homónimo, que ayudó a invadir Grecia alrededor del 278 a. C.). Los galos eran una fuerza temible y respetada. Se aliaron con Aníbal Barca durante la Segunda Guerra Púnica entre Roma y Cartago. Entre esta alianza y el posterior saqueo de Roma, era comprensible que los romanos estuvieran molestos con ellos. Contraatacaron a los galos invasores y consiguieron ganar algo de terreno contra ellos, y al final los conquistaron durante las guerras de las Galias. Para el año 51 a. C., Julio César y sus aliados ya controlaban la Galia. Esta conquista fue justo lo que César necesitaba para consolidarse: oro para pagar sus deudas (los galos tenían mucho) y una campaña militar exitosa contra una espina en el costado de Roma. Algunas tribus se rebelaron contra la ocupación romana, destacando entre ellas la tribu de Vercingetórix (los arvernos) y la de Ambiórix (los eburones). Ambas rebeliones terminaron no por falta de habilidad o determinación, sino por ausencia de recursos y unidad.

Con el Imperio romano, la Galia se dividió en tres territorios, alrededor del año 27 al 12 a. C. De manera sorprendente, el emperador Augusto intentó mantener los límites que ya existían usando los relatos de Julio César. La paz se conservó (de manera relativa) en la zona hasta la aparición de las tribus germánicas invasoras durante el siglo III d. C.

Antes de la ocupación romana, la Galia era una sociedad rica y distinta pese a la multitud de tribus separadas. Tenían numerosas minas de oro (lo que sin duda llamó la atención de César) y tales riquezas que, tras la intervención del líder romano, el precio del oro cayó por la cantidad de este que se saqueó en la Galia. Los artesanos galos utilizaban ese metal para crear joyas elegantes y prácticas. Los cascos estaban chapados en oro. Las mujeres llevaban unos collares conocidos como "torcos", con forma de herradura, con brazaletes a juego.

La organización política y social gala era muy compleja. Los druidas se contaban entre los ciudadanos de rango más alto y actuaban como líderes espirituales y políticos. Contrariamente a la creencia popular y a la mala prensa por parte de los romanos, no eran famosos por los sacrificios humanos. En cambio, sí que eran los protectores y curanderos de la tribu. Daban consejos religiosos y políticos y, cuando era necesario, juzgaban a su gente. Los romanos (en especial el emperador Claudio I) se empeñaron en suprimir sus prácticas y conocimientos debido a la influencia que tenían sobre sus seguidores. Esto, junto con la introducción de la religión monoteísta del cristianismo, aplastó por completo la religión "celta" de los druidas y dejó tan solo un mosaico para que los historiadores intentaran recomponerlo más adelante.

Además de los druidas, los galos también estaban liderados por un consejo de ancianos y su rey, lo que llevó a que hubiera tribus cogobernadas en algunos casos. Las tribus eran autónomas en gran parte, y esta división facilitó la invasión por parte de César. Con el dominio romano, las divisiones de clase se acentuaron y solidificaron a medida que los galos más ricos asumieron los atributos culturales romanos: se vestían al estilo romano y hablaban una mezcla de su galo natal combinado con latín (que se acabaría convirtiendo en el francés). Comenzaron a construir sus hogares y aldeas a imagen y semejanza de los romanos.

Los descendientes de los galos –los celtas– viven en la actualidad en la Gran Bretaña, Alemania, los Balcanes, Turquía, España y, por supuesto, Francia. Su legado se ha mezclado con el de otros: además de los galos, Francia se creó a partir de los francos (una tribu germánica), godos invasores que se asentaron durante el Imperio romano y grupos de nórdicos invasores, así como los propios romanos.
PortraitSquare
icon_civilization_unknown

Rasgos

Líderes
icon_leader_default
Ambiórix
Unidades especiales
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Gaesatae
Infraestructura especial
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Oppidum

Geografía y datos sociales

Ubicación
Europa Occidental (más o menos la actual Francia)
Tamaño
Unos 500 000 kilómetros cuadrados
Población
Sin datos claros, se estima que unos 6-8 millones en tiempos de Ambiórix.
Capital
Sin capital centralizada; la tribu de Ambiórix tenía un fuerte en Aduátuca
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Rasgos

Líderes
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Ambiórix
Unidades especiales
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Gaesatae
Infraestructura especial
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Oppidum

Geografía y datos sociales

Ubicación
Europa Occidental (más o menos la actual Francia)
Tamaño
Unos 500 000 kilómetros cuadrados
Población
Sin datos claros, se estima que unos 6-8 millones en tiempos de Ambiórix.
Capital
Sin capital centralizada; la tribu de Ambiórix tenía un fuerte en Aduátuca
Habilidad exclusiva

Cultura de Hallstatt

Las Minas dan una bonificación por adyacencia menor para todos los distritos y un Bombardeo cultural de un territorio que no sea propio, y reciben +1 a Cultura . Los distritos especializados no reciben una adyacencia menor por estar adyacentes a otro distrito y no se pueden construir adyacentes al Centro urbano.

Contexto histórico
Nunca hubo un solo rey que gobernase toda la Galia. Pero los galos sí que eran un pueblo unificado por su idioma, religión y estructura social. Pusieron a prueba la paciencia de César y de los romanos, lo que acabó por provocar la invasión romana a gran escala. No obstante, ello no representó el fin de los galos, ya que estos llegaron a mezclar su cultura con los romanos para crear una identidad única durante la ocupación romana y después de esta, lo que sentó las bases de la futura Francia.

Según los relatos increíblemente precisos de César, al parecer los galos no se llamaron inicialmente así, sino más bien "celtas". El nombre final de la región, "Galia", deriva de una palabra celta que significa "extranjero". Así pues, la Galia era "el reino gobernado por extranjeros" (es decir, los romanos). Para añadir más confusión, la "Galacia" romana o "Gallia Celtae" deriva de otra palabra gala que significa "poderosa". Dicho de otra forma, mientras que los galos conquistados les decían a los romanos que eran "celtas poderosos", se consideraban a ellos mismos una "nación gobernada por extranjeros".

Unos mil años antes de conocer a César, las tribus que llegarían a formar la Galia vivían en el centro de Francia, alrededor del valle del Rin. Emigraron al sur, hacia la costa mediterránea, alrededor del siglo V a. C. y se establecieron en el norte de Italia. Los galos no se detuvieron allí. Se adentraron aún más en la península italiana y saquearon Roma en el año 390 a. C., comandados por un hombre llamado Breno (que no debe confundirse con otro líder homónimo, que ayudó a invadir Grecia alrededor del 278 a. C.). Los galos eran una fuerza temible y respetada. Se aliaron con Aníbal Barca durante la Segunda Guerra Púnica entre Roma y Cartago. Entre esta alianza y el posterior saqueo de Roma, era comprensible que los romanos estuvieran molestos con ellos. Contraatacaron a los galos invasores y consiguieron ganar algo de terreno contra ellos, y al final los conquistaron durante las guerras de las Galias. Para el año 51 a. C., Julio César y sus aliados ya controlaban la Galia. Esta conquista fue justo lo que César necesitaba para consolidarse: oro para pagar sus deudas (los galos tenían mucho) y una campaña militar exitosa contra una espina en el costado de Roma. Algunas tribus se rebelaron contra la ocupación romana, destacando entre ellas la tribu de Vercingetórix (los arvernos) y la de Ambiórix (los eburones). Ambas rebeliones terminaron no por falta de habilidad o determinación, sino por ausencia de recursos y unidad.

Con el Imperio romano, la Galia se dividió en tres territorios, alrededor del año 27 al 12 a. C. De manera sorprendente, el emperador Augusto intentó mantener los límites que ya existían usando los relatos de Julio César. La paz se conservó (de manera relativa) en la zona hasta la aparición de las tribus germánicas invasoras durante el siglo III d. C.

Antes de la ocupación romana, la Galia era una sociedad rica y distinta pese a la multitud de tribus separadas. Tenían numerosas minas de oro (lo que sin duda llamó la atención de César) y tales riquezas que, tras la intervención del líder romano, el precio del oro cayó por la cantidad de este que se saqueó en la Galia. Los artesanos galos utilizaban ese metal para crear joyas elegantes y prácticas. Los cascos estaban chapados en oro. Las mujeres llevaban unos collares conocidos como "torcos", con forma de herradura, con brazaletes a juego.

La organización política y social gala era muy compleja. Los druidas se contaban entre los ciudadanos de rango más alto y actuaban como líderes espirituales y políticos. Contrariamente a la creencia popular y a la mala prensa por parte de los romanos, no eran famosos por los sacrificios humanos. En cambio, sí que eran los protectores y curanderos de la tribu. Daban consejos religiosos y políticos y, cuando era necesario, juzgaban a su gente. Los romanos (en especial el emperador Claudio I) se empeñaron en suprimir sus prácticas y conocimientos debido a la influencia que tenían sobre sus seguidores. Esto, junto con la introducción de la religión monoteísta del cristianismo, aplastó por completo la religión "celta" de los druidas y dejó tan solo un mosaico para que los historiadores intentaran recomponerlo más adelante.

Además de los druidas, los galos también estaban liderados por un consejo de ancianos y su rey, lo que llevó a que hubiera tribus cogobernadas en algunos casos. Las tribus eran autónomas en gran parte, y esta división facilitó la invasión por parte de César. Con el dominio romano, las divisiones de clase se acentuaron y solidificaron a medida que los galos más ricos asumieron los atributos culturales romanos: se vestían al estilo romano y hablaban una mezcla de su galo natal combinado con latín (que se acabaría convirtiendo en el francés). Comenzaron a construir sus hogares y aldeas a imagen y semejanza de los romanos.

Los descendientes de los galos –los celtas– viven en la actualidad en la Gran Bretaña, Alemania, los Balcanes, Turquía, España y, por supuesto, Francia. Su legado se ha mezclado con el de otros: además de los galos, Francia se creó a partir de los francos (una tribu germánica), godos invasores que se asentaron durante el Imperio romano y grupos de nórdicos invasores, así como los propios romanos.
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