Conceptos
Grandes civilizaciones
Líderes
Ciudades-estado
Distritos
Edificios
Maravillas y proyectos
Unidades
Ascensos de unidades
Grandes personajes
Tecnologías
Principios
Gobiernos y políticas
Religiones
Terrenos y accidentes
Recursos
Mejoras y rutas

Introducción

Alemania

Arabia

Australia

Babilonia

Bizancio

Brasil

China

Congo

Egipto

Escitia

España

Estados Unidos

Etiopía

Francia

Galia

Gran Colombia

Grecia

Imp. Azteca

India

Indonesia

Inglaterra

Japón

Jémer

Macedonia

Maya

Noruega

Nubia

Persia

Polonia

Portugal

Roma

Rusia

Sumeria

Vietnam

Australia
Habilidad exclusiva

Antípodas

+3 al Alojamiento en las ciudades costeras. Los Pastizales activan un Bombardeo cultural. +1 al rendimiento por Campus, Centro comercial, Lugar sagrado y Teatro en casillas con un Atractivo Encantador, +3 en casillas con Atractivo Impresionante.

Contexto histórico
Las antípodas —colonizadas por los aborígenes, los delincuentes, los pobres, los "bushrangers" (prófugos) y los "bogans" (tirados) sucesivamente— fueron ocupadas por primera vez hace 45 000 años, cuando alguien consiguió emigrar desde las islas de Indonesia y llegar a la costa norte del continente. Estos cazadores-recolectores prosperaron en su aislamiento y desarrollaron una cultura de gran riqueza oral y espiritual hasta que, en el año 1770 d. C., el capitán James Cook recorrió su costa y tomó el lugar para la Gran Bretaña. El capitán Cook no fue el primero en toparse con Australia —el holandés Willem Janszoon y el inglés William Dampier ya lo habían hecho mucho antes—, pero sí que fue el primero en ver las oportunidades que ofrecía aquella tierra lejana y peligrosa.

Cuando los recién formados Estados Unidos se negaron a aceptar los barcos de prisioneros ingleses que estaban destinados en un principio a una colonia penal, las autoridades inglesas reconsideraron sus planes. El modo de pensar imperante en aquel momento era "¿qué mejor lugar para deshacernos de la chusma indeseable que el extremo opuesto del mundo?", así que el comodoro Arthur Phillip partió de Inglaterra con la Primera Flota, que comprendía 11 barcos (dos escoltas navales, seis transportes de condenados y tres buques de carga), con rumbo a Nueva Gales del Sur. Al llegar a Botany Bay en enero de 1788, Phillip vio pronto que el pantano circundante era demasiado insalubre para una colonia y reubicó el asentamiento al norte del puerto natural de Port Jackson, más conocido hoy como la bahía de Sídney.

Los primeros años fueron difíciles para la pequeña ciudad fronteriza de Sídney. Los delincuentes profesionales (y de poca monta) del siglo XVIII no eran agricultores muy competentes, y escaseaban los barcos de suministros. Entre 1788 y 1792 llegaron otros 3546 hombres y 766 mujeres condenados, la mayoría demasiado enfermos o no aptos para los trabajos forzosos. Cuando la Segunda Flota llegó en 1790, más de una cuarta parte de sus pasajeros había muerto en el camino y las condiciones de los recién llegados con la Tercera Flota consternaron incluso a los que habían deportado antes. Pero Phillip se volcó en el éxito de la colonia y en el bienestar de los colonos... pese a que la mayoría fueran convictos. Envió grupos de exploración en busca de mejores tierras de cultivo, dio la bienvenida a los barcos mercantes, promovió iniciativas de salud pública, fundó diversos pequeños asentamientos satélite para mitigar el hacinamiento e hizo caso omiso de muchas de las órdenes irrelevantes y obsoletas que le llegaban de Inglaterra. Cuando el gobernador Phillip regresó a Inglaterra a finales de 1792, la colonia ya era lo bastante estable como para acoger a los colonos que llegaban por voluntad propia.

En un principio, los colonos prestaron poca atención a los aborígenes indígenas, que vivían en un reino atemporal y mágico del Sueño. A finales del siglo XVIII había aproximadamente un millón de nativos, dispersos en 300 clanes y que hablaban 250 idiomas con cerca de 700 dialectos. Cada clan tenía una conexión espiritual con un trozo específico de la tierra... pedazos del desierto, de la selva tropical o de la montaña. Según los aborígenes, los antepasados espirituales totémicos habían forjado todos los aspectos de la vida durante el Sueño de la creación del mundo y entretejido el pasado, el presente y el futuro.

Aunque los holandeses reivindicaron la parte occidental del continente, los británicos fundaron asentamientos en las costas de Australia practicando esa forma de desacuerdo pasivo-agresivo tan al uso de las naciones-estado. La Tierra de Van Diemen (ahora conocida como Tasmania) se colonizó en 1803, un tal capitán Bremer fundó la efímera colonia de Fort Dundas en 1824, se creó una nueva colonia penal en la desembocadura del río Brisbane en 1824 y el mayor Lockyer creó un asentamiento en King George Sound en 1826. Así, ese mismo año Gran Bretaña se apoderó de todo el continente.

Las poblaciones coloniales experimentaron una gran expansión con la gran afluencia de personas que llegaban en busca de una vida nueva o de ganancias fáciles. Ex soldados y convictos desplazaron al clan Yuggera y se apoderaron de sus tierras cerca de la actual Brisbane. Perth fue colonizada por ingleses de buena cuna en 1829. Los colonizadores llegaron en barco a la bahía de Port Phillip y presuntamente fundaron Melbourne en 1835. Mientras tanto, la South Australian Company, con permiso de la corona británica, fundó Adelaida.

Según los cálculos del historiador Lloyd Robson, en ochenta años (1788-1868) se enviaron a unos 161 700 convictos a las diversas colonias australianas. Aproximadamente dos tercios de ellos eran ladrones de las ciudades industriales en auge y superpobladas (especialmente de las Midlands y del norte). Aparte de esto, cada vez con más frecuencia los barcos llevaban a los comerciantes y las personas con formación (médica, religiosa, legal, ingeniera) cada vez más necesarios para la Vieja Inglaterra de las Antípodas.

Desde principios de la década de 1820, un número creciente de colonizadores se aventuró en las tierras más allá de los límites de los asentamientos establecidos y las ocupó. Allí construyeron haciendas extensivas en las que criaron ovejas y cultivaron trigo y avena. Al tener pocos gastos fijos, obtuvieron ganancias considerables, lo que animó a otros a seguir su ejemplo. La producción de lana se convirtió en la exportación más importante —y rentable— de Australia, y la mayor parte se destinó a las fábricas inglesas. Hacia 1850, unos 200 colonizadores se habían apoderado de más de 300 000 kilómetros cuadrados de tierras que no les correspondían y ya formaban un segmento poderoso y "respetable" de la sociedad del continente.

Mientras tanto, el decreto del gobernador Burke del Ministerio Colonial Británico declaró que el continente australiano era "terra nullius" (o "tierra de nadie"). Al afirmar que ninguna nación o persona poseía la tierra australiana salvo la Corona, los británicos echaron por tierra la posibilidad de firmar tratados con los clanes aborígenes. Las enfermedades que importaron los europeos convirtieron esto en una sutileza legal, puesto que la viruela, la gripe, el sarampión, la tos ferina y la tuberculosis causaron estragos entre los nativos. De hecho, poco después de que se fundara la colonia de Sídney, una plaga de viruela mató a la mitad de los aborígenes de la zona. Eso no quiere decir que los propios colonos no tuvieran un papel activo en la masacre de los primeros habitantes: la guerra de Hawkesbury (1795-1816), la guerra de Pemulwuy (1795-1802), la guerra de Tedbury (1808-1809) y la guerra de Nepean (1814-1816) reforzaron aún más el tono de las relaciones entre europeos y aborígenes.

El descubrimiento de oro en 1851 en Nueva Gales del Sur y en la Victoria central supuso una afluencia masiva de personas que llegaron a superar la explosión demográfica de la fiebre del oro de 1848 en California. Barcos llenos de hombres jóvenes (y unas pocas jóvenes aventureras) llegaron de China, de los yacimientos de oro de California, de Irlanda, de Gran Bretaña y de la India, y conformaron un caótico carnaval de artistas, animadores, vagabundos, charlatanes, jugadores y cantineros mezclados con los buscadores de oro de verdad. La colonia de Victoria creció a un ritmo increíble y pasó de unos 76 000 habitantes en 1850 a más de 530 000 en 1859. El gobierno intentó imponer el orden con licencias y soldados de mano dura, pero esto derivó en violencia rápidamente y culminó en la revuelta de Ballarat a finales de 1854, que dejó al menos 30 "mineros" muertos y muchos otros heridos. Pero, unos meses más tarde, una comisión real introdujo reformas radicales en la administración de los yacimientos de oro en expansión, entre las que se incluyeron la abolición de las licencias, la reorganización de la policía y el derecho a voto de los mineros.

Pese al derramamiento de sangre en los yacimientos de oro y en el Outback (el desierto interior del continente), la abundancia de este metal noble y de lana llevó la inversión y la civilización a lugares como Melbourne, Victoria y Sídney. En la década de 1880, estas ya eran ciudades fronterizas modernas y cultas en las que era muy poco habitual que mataran a alguien a tiros por la calle. En ese momento, la mayoría de gente que vivía en el continente ya había nacido en Australia y comenzaba a considerarse de allí. Estilos marcadamente australianos impregnaron los movimientos literarios y artísticos nacionales. Con todo este progreso y cultura, fue inevitable que los colonos australianos empezaran a pensar en conseguir una autonomía mayor de la lejana Inglaterra.

En 1890, los representantes de seis colonias (y, en un principio, algunos neozelandeses) se reunieron en Melbourne para pedir que las diversas colonias se unieran y eligieran representantes para una asamblea constitucional. Al año siguiente se convocó la "Convención Nacional Australiana" en Sídney y, tras muchos debates, elaboró un borrador de constitución. A pesar de que hubo muchas dudas, en marzo de 1900, los delegados australianos se dirigieron a Londres con un proyecto de ley. El parlamento la aprobó en julio y la reina Victoria la firmó poco después. Enviaron a un lord británico a Australia para crear un consejo de ministros provisional, supervisar la creación de un estado libre asociado y celebrar las primeras elecciones. Así nació la Commonwealth de Australia el 1 de enero de 1901.

Pese a las sequías devastadoras y a una plaga de conejos que asolaba continuamente gran cantidad de las tierras agrícolas australianas, el nuevo país prosperó y llevó una existencia tranquila. El parlamento australiano aprobó leyes (algunas de dudosa catadura, como la ley de Restricción a la Inmigración de 1901), la nación formó un ejército y una armada propios a partir de los restos de las fuerzas armadas coloniales y empezaba a hacer sus pinitos en los asuntos de las colonias cuando la Nueva Guinea Británica se convirtió en el territorio australiano de Papúa en 1906. Todo parecía relativamente tranquilo hasta que la nueva nación se vio arrastrada a una guerra mundial.

Casi una décima parte de la población de 4,9 millones de australianos se ofreció voluntaria para hacer el servicio militar en la Primera Guerra Mundial, durante la cual más de 60 000 "aussies" morirían en Gallípoli, en el frente occidental y en Oriente Medio. A cambio de toda esta sangre derramada, los representantes australianos tomaron parte en la conferencia de paz de Versalles y firmaron el tratado internacional resultante de esas conversaciones, el primero en el que participara Australia. El país también ocupó un lugar en la Sociedad de Naciones y por sus tribulaciones recibió algunas colonias de los derrotados: la Nueva Guinea alemana, el archipiélago de Bismarck y la diminuta Naurú.

La década de 1920 trajo consigo problemas laborales, una modernización galopante, la Gran Depresión y varias crisis políticas. A esto se le sumó la creciente tensión internacional de la siguiente década, sobre todo con el aumento de la expansión japonesa hacia el sur del Pacífico, tanto que el partido liberal y el laborista convirtieron el gasto en defensa en un tema clave de la campaña electoral de 1937. La acentuada cooperación del gobierno con Gran Bretaña en "una política de defensa del imperio" llevó inevitablemente a Australia a otra guerra mundial en septiembre de 1939. Aunque las unidades australianas se distinguieron combatiendo en el Mediterráneo y en Oriente Medio, en dos años se enfrentarían a una amenaza más inmediata cuando el Japón imperial atacó el sudeste asiático a través de la gran extensión del Pacífico y de Indonesia y Filipinas. En febrero de 1942, el puerto de Darwin sufrió una incursión aérea devastadora, la primera de más de 100 que vería el continente australiano.

Alentada por el primer ministro Curtin, Australia se encontró participando en diversos frentes... en especial en las selvas de Nueva Guinea, al norte; la punta de lanza para cualquier invasión japonesa. En el frente interno, el gobierno de Curtin puso al país en pie de guerra total imponiendo el racionamiento, acogiendo a refugiados, construyendo fábricas, astilleros y animando a todos a "mantener el rumbo". Cuando la contienda finalizó, Australia había perdido a 27 000 soldados, aviadores y marinos.

Australia disfrutó de un boom durante la posguerra marcado por una próspera economía de exportación, un programa de inmigración europea masiva auspiciado por el estado, una explosión urbana, un "nuevo nacionalismo" en las artes, la institución de los derechos civiles para los aborígenes y los logros por evitar la mayor parte de la paranoia de la Guerra Fría. El siglo XXI promete cosas todavía mejores para los australianos.
PortraitSquare
icon_civilization_unknown

Rasgos

Líderes
icon_leader_default
John Curtin
Unidades especiales
icon_civilization_unknown
Digger
Infraestructura especial
icon_civilization_unknown
Station del Outback

Geografía y datos sociales

Ubicación
El continente australiano
Tamaño
Sobre 7 700 000 kilómetros cuadrados
Población
Aproximadamente 24 millones (estimación de 2017)
Capital
Melbourne, ahora Canberra
PortraitSquare
icon_civilization_unknown

Rasgos

Líderes
icon_leader_default
John Curtin
Unidades especiales
icon_civilization_unknown
Digger
Infraestructura especial
icon_civilization_unknown
Station del Outback

Geografía y datos sociales

Ubicación
El continente australiano
Tamaño
Sobre 7 700 000 kilómetros cuadrados
Población
Aproximadamente 24 millones (estimación de 2017)
Capital
Melbourne, ahora Canberra
Habilidad exclusiva

Antípodas

+3 al Alojamiento en las ciudades costeras. Los Pastizales activan un Bombardeo cultural. +1 al rendimiento por Campus, Centro comercial, Lugar sagrado y Teatro en casillas con un Atractivo Encantador, +3 en casillas con Atractivo Impresionante.

Contexto histórico
Las antípodas —colonizadas por los aborígenes, los delincuentes, los pobres, los "bushrangers" (prófugos) y los "bogans" (tirados) sucesivamente— fueron ocupadas por primera vez hace 45 000 años, cuando alguien consiguió emigrar desde las islas de Indonesia y llegar a la costa norte del continente. Estos cazadores-recolectores prosperaron en su aislamiento y desarrollaron una cultura de gran riqueza oral y espiritual hasta que, en el año 1770 d. C., el capitán James Cook recorrió su costa y tomó el lugar para la Gran Bretaña. El capitán Cook no fue el primero en toparse con Australia —el holandés Willem Janszoon y el inglés William Dampier ya lo habían hecho mucho antes—, pero sí que fue el primero en ver las oportunidades que ofrecía aquella tierra lejana y peligrosa.

Cuando los recién formados Estados Unidos se negaron a aceptar los barcos de prisioneros ingleses que estaban destinados en un principio a una colonia penal, las autoridades inglesas reconsideraron sus planes. El modo de pensar imperante en aquel momento era "¿qué mejor lugar para deshacernos de la chusma indeseable que el extremo opuesto del mundo?", así que el comodoro Arthur Phillip partió de Inglaterra con la Primera Flota, que comprendía 11 barcos (dos escoltas navales, seis transportes de condenados y tres buques de carga), con rumbo a Nueva Gales del Sur. Al llegar a Botany Bay en enero de 1788, Phillip vio pronto que el pantano circundante era demasiado insalubre para una colonia y reubicó el asentamiento al norte del puerto natural de Port Jackson, más conocido hoy como la bahía de Sídney.

Los primeros años fueron difíciles para la pequeña ciudad fronteriza de Sídney. Los delincuentes profesionales (y de poca monta) del siglo XVIII no eran agricultores muy competentes, y escaseaban los barcos de suministros. Entre 1788 y 1792 llegaron otros 3546 hombres y 766 mujeres condenados, la mayoría demasiado enfermos o no aptos para los trabajos forzosos. Cuando la Segunda Flota llegó en 1790, más de una cuarta parte de sus pasajeros había muerto en el camino y las condiciones de los recién llegados con la Tercera Flota consternaron incluso a los que habían deportado antes. Pero Phillip se volcó en el éxito de la colonia y en el bienestar de los colonos... pese a que la mayoría fueran convictos. Envió grupos de exploración en busca de mejores tierras de cultivo, dio la bienvenida a los barcos mercantes, promovió iniciativas de salud pública, fundó diversos pequeños asentamientos satélite para mitigar el hacinamiento e hizo caso omiso de muchas de las órdenes irrelevantes y obsoletas que le llegaban de Inglaterra. Cuando el gobernador Phillip regresó a Inglaterra a finales de 1792, la colonia ya era lo bastante estable como para acoger a los colonos que llegaban por voluntad propia.

En un principio, los colonos prestaron poca atención a los aborígenes indígenas, que vivían en un reino atemporal y mágico del Sueño. A finales del siglo XVIII había aproximadamente un millón de nativos, dispersos en 300 clanes y que hablaban 250 idiomas con cerca de 700 dialectos. Cada clan tenía una conexión espiritual con un trozo específico de la tierra... pedazos del desierto, de la selva tropical o de la montaña. Según los aborígenes, los antepasados espirituales totémicos habían forjado todos los aspectos de la vida durante el Sueño de la creación del mundo y entretejido el pasado, el presente y el futuro.

Aunque los holandeses reivindicaron la parte occidental del continente, los británicos fundaron asentamientos en las costas de Australia practicando esa forma de desacuerdo pasivo-agresivo tan al uso de las naciones-estado. La Tierra de Van Diemen (ahora conocida como Tasmania) se colonizó en 1803, un tal capitán Bremer fundó la efímera colonia de Fort Dundas en 1824, se creó una nueva colonia penal en la desembocadura del río Brisbane en 1824 y el mayor Lockyer creó un asentamiento en King George Sound en 1826. Así, ese mismo año Gran Bretaña se apoderó de todo el continente.

Las poblaciones coloniales experimentaron una gran expansión con la gran afluencia de personas que llegaban en busca de una vida nueva o de ganancias fáciles. Ex soldados y convictos desplazaron al clan Yuggera y se apoderaron de sus tierras cerca de la actual Brisbane. Perth fue colonizada por ingleses de buena cuna en 1829. Los colonizadores llegaron en barco a la bahía de Port Phillip y presuntamente fundaron Melbourne en 1835. Mientras tanto, la South Australian Company, con permiso de la corona británica, fundó Adelaida.

Según los cálculos del historiador Lloyd Robson, en ochenta años (1788-1868) se enviaron a unos 161 700 convictos a las diversas colonias australianas. Aproximadamente dos tercios de ellos eran ladrones de las ciudades industriales en auge y superpobladas (especialmente de las Midlands y del norte). Aparte de esto, cada vez con más frecuencia los barcos llevaban a los comerciantes y las personas con formación (médica, religiosa, legal, ingeniera) cada vez más necesarios para la Vieja Inglaterra de las Antípodas.

Desde principios de la década de 1820, un número creciente de colonizadores se aventuró en las tierras más allá de los límites de los asentamientos establecidos y las ocupó. Allí construyeron haciendas extensivas en las que criaron ovejas y cultivaron trigo y avena. Al tener pocos gastos fijos, obtuvieron ganancias considerables, lo que animó a otros a seguir su ejemplo. La producción de lana se convirtió en la exportación más importante —y rentable— de Australia, y la mayor parte se destinó a las fábricas inglesas. Hacia 1850, unos 200 colonizadores se habían apoderado de más de 300 000 kilómetros cuadrados de tierras que no les correspondían y ya formaban un segmento poderoso y "respetable" de la sociedad del continente.

Mientras tanto, el decreto del gobernador Burke del Ministerio Colonial Británico declaró que el continente australiano era "terra nullius" (o "tierra de nadie"). Al afirmar que ninguna nación o persona poseía la tierra australiana salvo la Corona, los británicos echaron por tierra la posibilidad de firmar tratados con los clanes aborígenes. Las enfermedades que importaron los europeos convirtieron esto en una sutileza legal, puesto que la viruela, la gripe, el sarampión, la tos ferina y la tuberculosis causaron estragos entre los nativos. De hecho, poco después de que se fundara la colonia de Sídney, una plaga de viruela mató a la mitad de los aborígenes de la zona. Eso no quiere decir que los propios colonos no tuvieran un papel activo en la masacre de los primeros habitantes: la guerra de Hawkesbury (1795-1816), la guerra de Pemulwuy (1795-1802), la guerra de Tedbury (1808-1809) y la guerra de Nepean (1814-1816) reforzaron aún más el tono de las relaciones entre europeos y aborígenes.

El descubrimiento de oro en 1851 en Nueva Gales del Sur y en la Victoria central supuso una afluencia masiva de personas que llegaron a superar la explosión demográfica de la fiebre del oro de 1848 en California. Barcos llenos de hombres jóvenes (y unas pocas jóvenes aventureras) llegaron de China, de los yacimientos de oro de California, de Irlanda, de Gran Bretaña y de la India, y conformaron un caótico carnaval de artistas, animadores, vagabundos, charlatanes, jugadores y cantineros mezclados con los buscadores de oro de verdad. La colonia de Victoria creció a un ritmo increíble y pasó de unos 76 000 habitantes en 1850 a más de 530 000 en 1859. El gobierno intentó imponer el orden con licencias y soldados de mano dura, pero esto derivó en violencia rápidamente y culminó en la revuelta de Ballarat a finales de 1854, que dejó al menos 30 "mineros" muertos y muchos otros heridos. Pero, unos meses más tarde, una comisión real introdujo reformas radicales en la administración de los yacimientos de oro en expansión, entre las que se incluyeron la abolición de las licencias, la reorganización de la policía y el derecho a voto de los mineros.

Pese al derramamiento de sangre en los yacimientos de oro y en el Outback (el desierto interior del continente), la abundancia de este metal noble y de lana llevó la inversión y la civilización a lugares como Melbourne, Victoria y Sídney. En la década de 1880, estas ya eran ciudades fronterizas modernas y cultas en las que era muy poco habitual que mataran a alguien a tiros por la calle. En ese momento, la mayoría de gente que vivía en el continente ya había nacido en Australia y comenzaba a considerarse de allí. Estilos marcadamente australianos impregnaron los movimientos literarios y artísticos nacionales. Con todo este progreso y cultura, fue inevitable que los colonos australianos empezaran a pensar en conseguir una autonomía mayor de la lejana Inglaterra.

En 1890, los representantes de seis colonias (y, en un principio, algunos neozelandeses) se reunieron en Melbourne para pedir que las diversas colonias se unieran y eligieran representantes para una asamblea constitucional. Al año siguiente se convocó la "Convención Nacional Australiana" en Sídney y, tras muchos debates, elaboró un borrador de constitución. A pesar de que hubo muchas dudas, en marzo de 1900, los delegados australianos se dirigieron a Londres con un proyecto de ley. El parlamento la aprobó en julio y la reina Victoria la firmó poco después. Enviaron a un lord británico a Australia para crear un consejo de ministros provisional, supervisar la creación de un estado libre asociado y celebrar las primeras elecciones. Así nació la Commonwealth de Australia el 1 de enero de 1901.

Pese a las sequías devastadoras y a una plaga de conejos que asolaba continuamente gran cantidad de las tierras agrícolas australianas, el nuevo país prosperó y llevó una existencia tranquila. El parlamento australiano aprobó leyes (algunas de dudosa catadura, como la ley de Restricción a la Inmigración de 1901), la nación formó un ejército y una armada propios a partir de los restos de las fuerzas armadas coloniales y empezaba a hacer sus pinitos en los asuntos de las colonias cuando la Nueva Guinea Británica se convirtió en el territorio australiano de Papúa en 1906. Todo parecía relativamente tranquilo hasta que la nueva nación se vio arrastrada a una guerra mundial.

Casi una décima parte de la población de 4,9 millones de australianos se ofreció voluntaria para hacer el servicio militar en la Primera Guerra Mundial, durante la cual más de 60 000 "aussies" morirían en Gallípoli, en el frente occidental y en Oriente Medio. A cambio de toda esta sangre derramada, los representantes australianos tomaron parte en la conferencia de paz de Versalles y firmaron el tratado internacional resultante de esas conversaciones, el primero en el que participara Australia. El país también ocupó un lugar en la Sociedad de Naciones y por sus tribulaciones recibió algunas colonias de los derrotados: la Nueva Guinea alemana, el archipiélago de Bismarck y la diminuta Naurú.

La década de 1920 trajo consigo problemas laborales, una modernización galopante, la Gran Depresión y varias crisis políticas. A esto se le sumó la creciente tensión internacional de la siguiente década, sobre todo con el aumento de la expansión japonesa hacia el sur del Pacífico, tanto que el partido liberal y el laborista convirtieron el gasto en defensa en un tema clave de la campaña electoral de 1937. La acentuada cooperación del gobierno con Gran Bretaña en "una política de defensa del imperio" llevó inevitablemente a Australia a otra guerra mundial en septiembre de 1939. Aunque las unidades australianas se distinguieron combatiendo en el Mediterráneo y en Oriente Medio, en dos años se enfrentarían a una amenaza más inmediata cuando el Japón imperial atacó el sudeste asiático a través de la gran extensión del Pacífico y de Indonesia y Filipinas. En febrero de 1942, el puerto de Darwin sufrió una incursión aérea devastadora, la primera de más de 100 que vería el continente australiano.

Alentada por el primer ministro Curtin, Australia se encontró participando en diversos frentes... en especial en las selvas de Nueva Guinea, al norte; la punta de lanza para cualquier invasión japonesa. En el frente interno, el gobierno de Curtin puso al país en pie de guerra total imponiendo el racionamiento, acogiendo a refugiados, construyendo fábricas, astilleros y animando a todos a "mantener el rumbo". Cuando la contienda finalizó, Australia había perdido a 27 000 soldados, aviadores y marinos.

Australia disfrutó de un boom durante la posguerra marcado por una próspera economía de exportación, un programa de inmigración europea masiva auspiciado por el estado, una explosión urbana, un "nuevo nacionalismo" en las artes, la institución de los derechos civiles para los aborígenes y los logros por evitar la mayor parte de la paranoia de la Guerra Fría. El siglo XXI promete cosas todavía mejores para los australianos.
Idioma
Elegir reglamento
Get it on App StoreGet it on Google Play
Derechos de autorPolítica de privacidad