Gran Colombia se levantó como una llama en el sur de Centroamérica y el norte de Sudamérica que ardió brillante y rápida. Durante doce años, representó una nación unificada que se fundó para proclamarse independiente del dominio europeo.

El territorio que se convertiría en la Gran Colombia tiene su origen en la conquista española del Nuevo Mundo. Antes de los españoles, la zona albergaba una variedad de pueblos: los quimbaya en el suroeste, los arahuacas y caribes en la costa del Caribe, y los chibchas (incluidos los muiscas de la ciudad de Hunza) en la sabana central y una miríada de gentes más. Los españoles –en busca de oro, mano de obra y conversos– golpearon con dureza a estos grupos. Las leyendas de El Dorado llevaron a los aventureros españoles tierra adentro hacia la Confederación Muisca, rica en oro, que quiso ocultar sus grandes ciudades... en vano. La actual Bogotá está construida sobre un pueblo muisca. Más tarde, esta zona se convirtió en el centro del Virreinato de la Nueva Granada, un distrito administrativo de las colonias españolas, rico y poderoso. Sin embargo, con la prosperidad creció el resentimiento, a medida que las élites locales intentaron afirmar su autoridad y desplazar el control europeo. Este resentimiento acabaría llevando a la revolución.

Tras el triunfo de Simón Bolívar durante las guerras de independencia colombiana y venezolana, los vencedores se apresuraron a crear gobiernos. Pero hubo desacuerdos en muchos frentes: el grupo de Bolívar abogaba por una Gran Colombia unida con un gobierno central, mientras que otros querían la independencia de Venezuela y Ecuador. Además, Bolívar era partidario de un gobierno fuerte y autoritario, con un senado hereditario, mientras que otros (en especial, Santander, el general de Bolívar) querían el imperio de la ley por encima del personalismo. La Gran Colombia siguió la visión de Bolívar, al menos al principio, y el nuevo país contó con un gobierno centralizado con los poderes judicial, legislativo y ejecutivo diferenciados.

El 17 de diciembre de 1819 se fundó la República de Colombia (o "la Gran Colombia", según la historiografía moderna, para diferenciarla de la actual Colombia). Sin embargo, las tropas españolas seguían presentes, y Bolívar no consiguió declarar el final de la guerra hasta 1822.

Pero la república no descansó tranquila. Además de las diferencias ideológicas entre Bolívar y Santander (que reflejan las grandes tensiones entre un gobierno centrado en el carisma personal del Libertador frente a uno de carácter constitucionalista), hubo disensiones territoriales. En 1826, José Antonio Páez –el famoso líder de caballería– encabezó una rebelión contra Bolívar exigiendo una Venezuela libre. Los intentos de Bolívar de calmarlo irritaron todavía más a Santander e hicieron más profundas las brechas del nuevo país.

El malestar creciente llevó a Bolívar a proponer una presidencia vitalicia en 1828, una medida que llevó a Santander a adoptar una constitución radicalmente federalista como oposición. Esta propuesta también conllevaría un intento de asesinato de Bolívar más tarde, ese mismo año.

Incapaz de mantenerse en el ámbito político o territorial, la Gran Colombia empezó a entrar en declive. En 1830, Bolívar se vio obligado a dimitir debido a su impopularidad creciente y al empeoramiento de su salud pese a los intentos de convencerlo de que volviera por parte del general Rafael Urdaneta y de simpatizantes del Libertador. La Gran Colombia se hundió en 1831 y acabó por disolverse en varios estados independientes. Entre 1830 y 1831, tres presidentes distintos trataron de salvar a la Gran Colombia de la fragmentación.

Pero España nunca regresó. Tras la Gran Colombia, los estados que se formaron son muy parecidos a los que existen en la actualidad: Colombia, Venezuela, Panamá, Ecuador y Guyana.