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Zululandia

Líderes

Holanda
Habilidad exclusiva

Grote Rivieren

Gran bonificación de adyacencia por Campus, Teatros y Zonas industriales si se está al lado de un Río. Bombardeo cultural de casillas adyacentes cuando se completa un Puerto.

Contexto histórico
Los Países Bajos nunca han dejado que su pequeño tamaño fuera un impedimento para su avance. Con su persistencia e ingenio, los neerlandeses se han distinguido como una cultura única, que va más allá de los zuecos de madera, los tulipanes, los molinos de viento y el color naranja estereotípicos. Cuando necesitaron más terreno, surcaron las aguas del Mar del Norte y reclamaron territorios oceánicos. Sus formidables barcos se alejaron de las costas neerlandesas hasta tierras remotas mientras fundaban un imperio basado principalmente en el comercio.

En el siglo I, las tribus germánicas habían emigrado lejos del Rin hacia otras tierras. Aquellos que se asentaron en la región que posteriormente se convertiría en los Países Bajos no estaban demasiado convencidos, ya que era difícil cultivar en los humedales y tendían a ser un poco pestilentes. Sin embargo, los numerosos ríos y lagos hacían de ella una tierra muy fácil de defender. Los romanos pensaron lo mismo, y por ello instalaron dos puestos militares (Nimega y Utrecht) al borde de sus fronteras.

Durante un tiempo, esta frontera contuvo a las tribus. Las que se encontraban cerca de la zona que sería Ámsterdam solían comerciar con los romanos. Los bátavos lucharon del lado de los romanos, pero finalmente se rebelaron durante los últimos años de gobierno del emperador Nerón. Aunque esta rebelión fue sofocada, solo fue la primera de muchas.

Tras el declive del Imperio romano, una serie de pueblos con pretensiones conquistadoras (los francos, los frisios y los vikingos, por nombrar algunos) invadieron los Países Bajos. Los francos, que finalmente decidieron quedarse, introdujeron el cristianismo en la zona y construyeron un palacio en Nimega. Esto duró hasta el año 814, cuando tras la muerte de Carlomagno, el territorio del Imperio franco se dividió en una serie de pequeños estados. Ya por su cuenta, los Países Bajos se dedicaron a establecer rutas comerciales que llegaban a lugares tan lejanos como Asia. La pobre composición del suelo unida a la subida del nivel del mar obligó a los neerlandeses a comenzar el largo proceso de drenar los humedales.

En 1433 los duques de Borgoña reivindicaron los Países Bajos, lo que aumentó el flujo del comercio, necesario y vital en aquel momento para que la población creciera, pero las políticas de impuestos de los borgoñones no fueron bien acogidas. A mediados del siglo XVI, Felipe II heredó los Países Bajos como parte del Imperio español y esto no agradó a los neerlandeses autóctonos. Tras la sucesión, los neerlandeses se lanzaron a la sangrienta Guerra de los Ochenta Años. El noble neerlandés Guillermo de Orange lideró la rebelión contra España hasta que fue asesinado en 1584. No obstante, la lucha por la independencia no terminó aquí. Los neerlandeses resistieron hasta 1648, año en que se reconoció la independencia de los Países Bajos como nación con la firma del Tratado de Münster.

Liberados de una potencia europea, y con la esperanza de no caer en manos de ninguna otra, el imperio comercial neerlandés comenzó a expandirse sin descanso. La Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales se extendió por la costa este de las Américas y por la remota isla de Japón, con quienes establecieron derechos exclusivos de comercio. Ámsterdam se convirtió en un importante centro de intercambio y construcción naval, y en una ciudad de oportunidades en tiempos de incertidumbre.

Tener las arcas llenas permitió a los neerlandeses invertir en las ciencias y el arte. El maestro Rembrandt creó pinturas increíbles durante este periodo, y el matemático y científico Christiaan Huygens descubrió Titán, la luna de Saturno, y formuló una teoría ondulatoria de la luz. Joan Blaeu, cartógrafo neerlandés, fue autor del atlas más completo y extenso del siglo XVII: el Atlas Maior reunía 594 mapas diferentes escritos en latín, francés, alemán, español y, por supuesto, neerlandés.

El aumento de la fortuna de los Países Bajos –y sobre todo, su cada vez más imponente flota– inquietaron a algunos de sus vecinos europeos. En particular, Inglaterra trató de imponer regulaciones para impedir que los neerlandeses actuaran de "intermediarios" en sus tratos comerciales. Esto, junto con la insistencia inglesa de la "unificación", que significaba la disolución de los Países Bajos después de todo lo que les había costado conseguir su independencia, condujo a las múltiples guerras anglo-neerlandesas a finales del siglo XVII. Finalmente, los ingleses lograron poner fin al crecimiento exponencial de la riqueza, la influencia y el poder naval neerlandés, pero una vez pasada la tormenta, los Países Bajos siguieron conservando su independencia.

Por desgracia para ellos, Napoleón Bonaparte y su Imperio francés no tenían demasiado respeto por las naciones independientes que rodeaban sus fronteras. A finales del siglo XVIII, Napoleón asedió los Países Bajos y designó a su hermano Luis rey de Holanda. Sorprendentemente, Luis se granjeó la simpatía de sus súbditos, pero un Napoleón frustrado acabó deponiéndolo tras cuatro años de reinado, debido a una disputa entre hermanos. Los neerlandeses continuaron sirviendo al Imperio francés, combatiendo en sus guerras y siguiendo sus políticas, hasta que en 1813 recuperaron su independencia sin derramamientos de sangre. El nuevo "Reino de los Países Bajos" incluyó a Bélgica y a Luxemburgo... por un breve periodo de tiempo. Bélgica se rebeló y ganó su independencia en 1830. Luxemburgo se separó casi a finales del siglo XIX por un capricho de las leyes de sucesión (los detalles son todavía menos interesantes de lo que parecen).

Los Países Bajos establecieron y mantuvieron una postura de neutralidad para centrarse en la política interna, la seguridad y el crecimiento económico. Gracias a esto, las secuelas de la Gran Guerra no les afectaron apenas, pero no les valió para quedarse al margen de la Segunda Guerra Mundial. La familia real y el gobierno holandés tuvieron que refugiarse en Londres para escapar de la invasión germánica. La reina Guillermina desafió activamente a los ocupantes alemanes de su país, y levantó la moral de la gente que continuaba allí, entre los cuales había una resistencia muy activa. Los Países Bajos aguantaron cuatro largos años de ocupación y colaboraron en la liberación del país por parte de los Aliados. Tras ello, comenzó el arduo proceso de reconstrucción.

Hoy en día, los Países Bajos son un sostén de la Europa posbélica. No solo albergan tribunales legales internacionales y un centro de comercio importante, sino que además la nación es famosa por conceder considerables libertades individuales a sus ciudadanos, lo que refleja su larga historia de tolerancia social. Además de ser unos exportadores netos de alimentos, los Países Bajos se encuentran a la vanguardia de la recuperación de tierras y del desarrollo, y están realizando algunos de los proyectos de ingeniería más impresionantes de esta época. Mientras los polos se derriten y los niveles de agua de los océanos aumentan, los Países Bajos se enfrentan a un futuro incierto con determinación, ingenio e ironía. Al fin y al cabo, ¿quién mejor para retener el mar que un pueblo que lo ha estado haciendo durante milenios?
PortraitSquare
icon_civilization_netherlands

Rasgos

Líderes
icon_leader_wilhelmina
Guillermina
Unidades especiales
icon_unit_de_zeven_provincien
De Zeven Provinciën
Infraestructura especial
icon_improvement_polder
Pólder

Geografía y datos sociales

Ubicación
Europa Occidental
Tamaño
41 543 kilómetros cuadrados
Población
Aproximadamente 17 millones en 2017
Capital
Ámsterdam
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Líderes
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Guillermina
Unidades especiales
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De Zeven Provinciën
Infraestructura especial
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Pólder

Geografía y datos sociales

Ubicación
Europa Occidental
Tamaño
41 543 kilómetros cuadrados
Población
Aproximadamente 17 millones en 2017
Capital
Ámsterdam
Habilidad exclusiva

Grote Rivieren

Gran bonificación de adyacencia por Campus, Teatros y Zonas industriales si se está al lado de un Río. Bombardeo cultural de casillas adyacentes cuando se completa un Puerto.

Contexto histórico
Los Países Bajos nunca han dejado que su pequeño tamaño fuera un impedimento para su avance. Con su persistencia e ingenio, los neerlandeses se han distinguido como una cultura única, que va más allá de los zuecos de madera, los tulipanes, los molinos de viento y el color naranja estereotípicos. Cuando necesitaron más terreno, surcaron las aguas del Mar del Norte y reclamaron territorios oceánicos. Sus formidables barcos se alejaron de las costas neerlandesas hasta tierras remotas mientras fundaban un imperio basado principalmente en el comercio.

En el siglo I, las tribus germánicas habían emigrado lejos del Rin hacia otras tierras. Aquellos que se asentaron en la región que posteriormente se convertiría en los Países Bajos no estaban demasiado convencidos, ya que era difícil cultivar en los humedales y tendían a ser un poco pestilentes. Sin embargo, los numerosos ríos y lagos hacían de ella una tierra muy fácil de defender. Los romanos pensaron lo mismo, y por ello instalaron dos puestos militares (Nimega y Utrecht) al borde de sus fronteras.

Durante un tiempo, esta frontera contuvo a las tribus. Las que se encontraban cerca de la zona que sería Ámsterdam solían comerciar con los romanos. Los bátavos lucharon del lado de los romanos, pero finalmente se rebelaron durante los últimos años de gobierno del emperador Nerón. Aunque esta rebelión fue sofocada, solo fue la primera de muchas.

Tras el declive del Imperio romano, una serie de pueblos con pretensiones conquistadoras (los francos, los frisios y los vikingos, por nombrar algunos) invadieron los Países Bajos. Los francos, que finalmente decidieron quedarse, introdujeron el cristianismo en la zona y construyeron un palacio en Nimega. Esto duró hasta el año 814, cuando tras la muerte de Carlomagno, el territorio del Imperio franco se dividió en una serie de pequeños estados. Ya por su cuenta, los Países Bajos se dedicaron a establecer rutas comerciales que llegaban a lugares tan lejanos como Asia. La pobre composición del suelo unida a la subida del nivel del mar obligó a los neerlandeses a comenzar el largo proceso de drenar los humedales.

En 1433 los duques de Borgoña reivindicaron los Países Bajos, lo que aumentó el flujo del comercio, necesario y vital en aquel momento para que la población creciera, pero las políticas de impuestos de los borgoñones no fueron bien acogidas. A mediados del siglo XVI, Felipe II heredó los Países Bajos como parte del Imperio español y esto no agradó a los neerlandeses autóctonos. Tras la sucesión, los neerlandeses se lanzaron a la sangrienta Guerra de los Ochenta Años. El noble neerlandés Guillermo de Orange lideró la rebelión contra España hasta que fue asesinado en 1584. No obstante, la lucha por la independencia no terminó aquí. Los neerlandeses resistieron hasta 1648, año en que se reconoció la independencia de los Países Bajos como nación con la firma del Tratado de Münster.

Liberados de una potencia europea, y con la esperanza de no caer en manos de ninguna otra, el imperio comercial neerlandés comenzó a expandirse sin descanso. La Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales se extendió por la costa este de las Américas y por la remota isla de Japón, con quienes establecieron derechos exclusivos de comercio. Ámsterdam se convirtió en un importante centro de intercambio y construcción naval, y en una ciudad de oportunidades en tiempos de incertidumbre.

Tener las arcas llenas permitió a los neerlandeses invertir en las ciencias y el arte. El maestro Rembrandt creó pinturas increíbles durante este periodo, y el matemático y científico Christiaan Huygens descubrió Titán, la luna de Saturno, y formuló una teoría ondulatoria de la luz. Joan Blaeu, cartógrafo neerlandés, fue autor del atlas más completo y extenso del siglo XVII: el Atlas Maior reunía 594 mapas diferentes escritos en latín, francés, alemán, español y, por supuesto, neerlandés.

El aumento de la fortuna de los Países Bajos –y sobre todo, su cada vez más imponente flota– inquietaron a algunos de sus vecinos europeos. En particular, Inglaterra trató de imponer regulaciones para impedir que los neerlandeses actuaran de "intermediarios" en sus tratos comerciales. Esto, junto con la insistencia inglesa de la "unificación", que significaba la disolución de los Países Bajos después de todo lo que les había costado conseguir su independencia, condujo a las múltiples guerras anglo-neerlandesas a finales del siglo XVII. Finalmente, los ingleses lograron poner fin al crecimiento exponencial de la riqueza, la influencia y el poder naval neerlandés, pero una vez pasada la tormenta, los Países Bajos siguieron conservando su independencia.

Por desgracia para ellos, Napoleón Bonaparte y su Imperio francés no tenían demasiado respeto por las naciones independientes que rodeaban sus fronteras. A finales del siglo XVIII, Napoleón asedió los Países Bajos y designó a su hermano Luis rey de Holanda. Sorprendentemente, Luis se granjeó la simpatía de sus súbditos, pero un Napoleón frustrado acabó deponiéndolo tras cuatro años de reinado, debido a una disputa entre hermanos. Los neerlandeses continuaron sirviendo al Imperio francés, combatiendo en sus guerras y siguiendo sus políticas, hasta que en 1813 recuperaron su independencia sin derramamientos de sangre. El nuevo "Reino de los Países Bajos" incluyó a Bélgica y a Luxemburgo... por un breve periodo de tiempo. Bélgica se rebeló y ganó su independencia en 1830. Luxemburgo se separó casi a finales del siglo XIX por un capricho de las leyes de sucesión (los detalles son todavía menos interesantes de lo que parecen).

Los Países Bajos establecieron y mantuvieron una postura de neutralidad para centrarse en la política interna, la seguridad y el crecimiento económico. Gracias a esto, las secuelas de la Gran Guerra no les afectaron apenas, pero no les valió para quedarse al margen de la Segunda Guerra Mundial. La familia real y el gobierno holandés tuvieron que refugiarse en Londres para escapar de la invasión germánica. La reina Guillermina desafió activamente a los ocupantes alemanes de su país, y levantó la moral de la gente que continuaba allí, entre los cuales había una resistencia muy activa. Los Países Bajos aguantaron cuatro largos años de ocupación y colaboraron en la liberación del país por parte de los Aliados. Tras ello, comenzó el arduo proceso de reconstrucción.

Hoy en día, los Países Bajos son un sostén de la Europa posbélica. No solo albergan tribunales legales internacionales y un centro de comercio importante, sino que además la nación es famosa por conceder considerables libertades individuales a sus ciudadanos, lo que refleja su larga historia de tolerancia social. Además de ser unos exportadores netos de alimentos, los Países Bajos se encuentran a la vanguardia de la recuperación de tierras y del desarrollo, y están realizando algunos de los proyectos de ingeniería más impresionantes de esta época. Mientras los polos se derriten y los niveles de agua de los océanos aumentan, los Países Bajos se enfrentan a un futuro incierto con determinación, ingenio e ironía. Al fin y al cabo, ¿quién mejor para retener el mar que un pueblo que lo ha estado haciendo durante milenios?
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