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Rusia

Sumeria

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Vietnam

Zululandia

Líderes

España
Habilidad exclusiva

Flota del tesoro

Se pueden formar flotas y armadas con Mercantilismo, en vez de con Nacionalismo y Movilización. Las Rutas comerciales reciben +3 de Oro , +2 a Fe y +1 a Producción . Las Rutas comerciales entre varios continentes reciben el triple de estas cantidades. Al fundarse, las ciudades que no estén en el continente de origen de la capital reciben un +25% a la Producción destinada a distritos y un Constructor.

Contexto histórico
Federico García Lorca escribió: "En España, los muertos están más vivos que en cualquier otro país del mundo". Por desgracia, la historia de España no está exenta de sangre. Nacida al finalizar la Reconquista con la unión de las coronas de Castilla y Aragón, a lo largo de los siglos ha vivido múltiples guerras y conflictos políticos y ha protagonizado movimientos religiosos y épocas doradas. Gracias al descubrimiento y la colonización del Nuevo Mundo, a la creación de un "imperio en el que nunca se ponía el sol" y a sus aportaciones al mundo de la cultura, España es una de las naciones que más ha influido en la historia de la civilización.

En el año 711 d. C., la dinastía Omeya llegó a Iberia procedente del Norte de África, convirtió o mató a los visigodos y en siete años conquistó prácticamente toda la península. A pesar de compartir religión y objetivos (económicos), los invasores sarracenos no estaban unificados; a principios del siglo XI había varios reinos sarracenos, entre los que destacaban el de Valencia y el de Granada. Sus líderes eran bastante tolerantes y permitían tanto a judíos como a cristianos practicar su propia fe, siempre que pagasen un impuesto especial y renunciasen a algunas prácticas. A pesar de ello, muchos habitantes de la península empezaron a convertirse al islam.

Pero los sarracenos tenían muchas disputas entre ellos, y los reinos cristianos del norte aprovecharon estos conflictos para ir expandiendo sus territorios y comenzar la "liberación" de Iberia. Así empezó la Reconquista, que hizo correr ríos de sangre durante cientos de años en una cruzada para expulsar a los sarracenos liderada por los reinos cristianos de León, Navarra, Aragón, Castilla y Portugal con el apoyo del papa y los buenos católicos de todo el mundo. Durante este periodo, los reinos cristianos también se enfrentaron entre sí hasta que, con el matrimonio de Isabel I y Fernando II en 1469, las coronas de Castilla y León y Aragón se unificaron para acabar con la invasión. Los dos monarcas dirigieron un ataque concentrado contra el último bastión islámico, y así, en 1492, la conquista del reino nazarí de Granada supuso el fin de los 781 años de presencia musulmana en Iberia.

Para garantizar que el nuevo reino de España se mantuviese en la fe cristiana, Isabel (sobre todo) y Fernando crearon el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición a instancias del papa. La monarquía tenía el control directo del tribunal y la Iglesia actuaba en calidad de consejera. Varios inquisidores, comenzando por Torquemada, persiguieron a musulmanes, judíos, protestantes o moriscos no arrepentidos y a cualquiera que renegase de la Iglesia de Roma. La Inquisición condenaba la brujería, la blasfemia, la bigamia, la sodomía y la masonería; los acusados eran torturados, juzgados y, a menudo, declarados culpables en tribunales de toda España (y de otros reinos europeos). Si eran condenados (y la mayoría lo eran), sus propiedades eran confiscadas y a ellos se les ejecutaba si no hacían públicamente un auto de fe (reconocer sus pecados y mostrar arrepentimiento). Hasta su abolición en 1834, 150 000 personas fueron "procesadas" por la Inquisición y 5000 ejecutadas. Los tribunales también persiguieron los textos heréticos y quemaron libros censurados por la Santa Sede.

Isabel (Fernando era más escéptico) también financió la expedición de un loco genovés que pensaba que podía alcanzar el Lejano Oriente si navegaba dirección oeste, y así no tener que lidiar con los portugueses, que lo habían hecho bordeando las costas africanas. En 1492, Cristóbal Colón descubrió el Nuevo Mundo y España se convirtió en la primera "potencia mundial" de la historia. Después de Colón llegarían aventureros de toda índole, como los conquistadores Cortés y Pizarro, además de misioneros y otros colonos con proyectos a largo plazo. España lideró la llamada "era de los descubrimientos" y acumuló una gran riqueza procedente de las colonias. En su apogeo, el Imperio español tenía posesiones en todo el mundo: grandes territorios en las Américas (tanto al norte como al sur), pequeñas zonas en Europa, varias ciudades al norte de África y las Indias Orientales. Se decía, con acierto, que en su imperio nunca se ponía el sol.

Las colonias españolas no solo trajeron a Europa nuevos recursos en forma de metales preciosos, especias y plantas, sino también nuevos conocimientos y cultura. Durante la "edad de oro" de España también se produjeron reformas intelectuales y espirituales, que empezaron con el auge del humanismo, los inicios de la Reforma protestante (a pesar de los esfuerzos de la Inquisición) y la fundación de la Universidad de Salamanca. Pero el país se gastaba gran parte del dinero de sus arcas y derramaba mucha sangre para mantener el imperio.

Todo gran poder conlleva sus riesgos, y uno de ellos eran las incursiones de los corsarios berberiscos y los lobos de mar ingleses en las posesiones costeras. Además de la creciente amenaza otomana y británica, España se vio continuamente inmersa en guerras contra Francia. El malestar religioso y las guerras sacudieron al imperio católico a medida que la Reforma protestante arrastraba a España a enfrentamientos militares por toda Europa. Los Habsburgo sufrieron revueltas populares en lugares como México y los Países Bajos. Lo que los alzamientos y la religión dejaron intacto, lo asoló la peste, y en la década de 1650 el imperio se vio sacudido por una gran epidemia que afectó principalmente a la ciudad de Sevilla.

Desde este momento, el poder y la influencia de España comenzaron a disminuir. Empezó perdiendo sus dominios europeos, principalmente debido a la separación de Portugal y los Países Bajos, y posteriormente sufrió los reveses militares de la devastadora Guerra de los Treinta Años. Las continuas guerras pusieron en peligro y diezmaron al antaño orgulloso imperio durante los dos siglos siguientes. Tras la Guerra de Sucesión, los Habsburgo perdieron el trono en beneficio de los Borbones. En 1713, los británicos obtuvieron Gibraltar con la firma del Tratado de Utrecht y hoy en día siguen conservando el peñón. A finales del siglo XVIII, Napoleón Bonaparte invadió el país pretendiendo que su verdadero objetivo era Portugal. A principios del XIX, un alzamiento nacionalista con objeto de derrocar al gobierno de ocupación francés desencadenó la Guerra de Independencia Española. Pese a vencer finalmente a los franceses (en gran parte gracias a la desastrosa campaña rusa de Napoleón), el país vivió un periodo de agitación política y los Borbones recuperaron el trono.

España no tardaría en volver a verse involucrada en un conflicto bélico debido a los movimientos de liberación de las colonias desde 1808 hasta 1833 (casi todas las naciones resultantes acabaron gobernadas por dictadores y juntas militares). A la amplia lista de revoluciones hay que añadir las de Filipinas y otras en Asia y África. A finales del siglo XIX, los Estados Unidos también quisieron una parte del botín del imperio y se enfrentaron a España en la Guerra de Cuba.

Aunque fue una república durante poco más de un año (1873-1874), la monarquía se restauró hasta 1931 y los reyes "constitucionales" ocuparon de nuevo el trono. Durante este periodo, además de perder lo que quedaba de su imperio (o como consecuencia de ello), el país recordó la gloria cultural de su pasado y volvieron a gozar de popularidad pintores como Goya y El Greco, escritores como Cervantes y Lope de Vega, y compositores como Sarasate y Fernando Sor. El país celebraba la diversidad de su gastronomía y sus lenguas, pero, por desgracia, la política volvió a adquirir protagonismo.

En las elecciones de 1931 resultó evidente la división existente entre monárquicos y republicanos. El rey Alfonso XIII, aconsejado por sus amigos, abandonó el país ante las protestas que tenían lugar en las calles por la situación económica y el control de los monárquicos en las Cortes Generales. La Segunda República concedió el derecho al voto a las mujeres y más autonomía al País Vasco, pero no solucionó los problemas económicos y sociales y solo duró cinco años. En 1936, una creciente ola de violencia tuvo como consecuencia un golpe militar y una guerra civil contra la democracia y la república de izquierdas, un conflicto que devastó el país, dejó medio millón de muertos e involucró a otras potencias europeas. La guerra finalizó en 1939 y durante los 36 años siguientes España viviría bajo la dictadura del general Francisco Franco.

Tras la muerte de Franco en 1975, Juan Carlos I fue proclamado rey y España volvió a ser una monarquía constitucional. Los Borbones habían vuelto. Comenzó entonces el periodo de la Transición. El joven rey, con el consejo de sus asesores y al respaldo del pueblo, demostró ser un gran agente del cambio y, tras la celebración de elecciones democráticas en 1977 y la adopción de una nueva constitución democrática, España se convirtió en una monarquía parlamentaria en 1978. El 1 de enero de 1986 pasó a formar parte de la antigua Comunidad Económica Europea. En 1992, acapararía los focos mundiales con la celebración de los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla. Hoy en día es una de las grandes potencias europeas.
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Rasgos

Líderes
icon_leader_philip_ii
Felipe II
Unidades especiales
icon_unit_spanish_conquistador
Conquistador
Infraestructura especial
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Misión

Geografía y datos sociales

Ubicación
Europa
Tamaño
Sobre 504 400 kilómetros cuadrados
Población
Sobre 47 600 000
Capital
Madrid (principalmente)
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Europa
Tamaño
Sobre 504 400 kilómetros cuadrados
Población
Sobre 47 600 000
Capital
Madrid (principalmente)
Habilidad exclusiva

Flota del tesoro

Se pueden formar flotas y armadas con Mercantilismo, en vez de con Nacionalismo y Movilización. Las Rutas comerciales reciben +3 de Oro , +2 a Fe y +1 a Producción . Las Rutas comerciales entre varios continentes reciben el triple de estas cantidades. Al fundarse, las ciudades que no estén en el continente de origen de la capital reciben un +25% a la Producción destinada a distritos y un Constructor.

Contexto histórico
Federico García Lorca escribió: "En España, los muertos están más vivos que en cualquier otro país del mundo". Por desgracia, la historia de España no está exenta de sangre. Nacida al finalizar la Reconquista con la unión de las coronas de Castilla y Aragón, a lo largo de los siglos ha vivido múltiples guerras y conflictos políticos y ha protagonizado movimientos religiosos y épocas doradas. Gracias al descubrimiento y la colonización del Nuevo Mundo, a la creación de un "imperio en el que nunca se ponía el sol" y a sus aportaciones al mundo de la cultura, España es una de las naciones que más ha influido en la historia de la civilización.

En el año 711 d. C., la dinastía Omeya llegó a Iberia procedente del Norte de África, convirtió o mató a los visigodos y en siete años conquistó prácticamente toda la península. A pesar de compartir religión y objetivos (económicos), los invasores sarracenos no estaban unificados; a principios del siglo XI había varios reinos sarracenos, entre los que destacaban el de Valencia y el de Granada. Sus líderes eran bastante tolerantes y permitían tanto a judíos como a cristianos practicar su propia fe, siempre que pagasen un impuesto especial y renunciasen a algunas prácticas. A pesar de ello, muchos habitantes de la península empezaron a convertirse al islam.

Pero los sarracenos tenían muchas disputas entre ellos, y los reinos cristianos del norte aprovecharon estos conflictos para ir expandiendo sus territorios y comenzar la "liberación" de Iberia. Así empezó la Reconquista, que hizo correr ríos de sangre durante cientos de años en una cruzada para expulsar a los sarracenos liderada por los reinos cristianos de León, Navarra, Aragón, Castilla y Portugal con el apoyo del papa y los buenos católicos de todo el mundo. Durante este periodo, los reinos cristianos también se enfrentaron entre sí hasta que, con el matrimonio de Isabel I y Fernando II en 1469, las coronas de Castilla y León y Aragón se unificaron para acabar con la invasión. Los dos monarcas dirigieron un ataque concentrado contra el último bastión islámico, y así, en 1492, la conquista del reino nazarí de Granada supuso el fin de los 781 años de presencia musulmana en Iberia.

Para garantizar que el nuevo reino de España se mantuviese en la fe cristiana, Isabel (sobre todo) y Fernando crearon el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición a instancias del papa. La monarquía tenía el control directo del tribunal y la Iglesia actuaba en calidad de consejera. Varios inquisidores, comenzando por Torquemada, persiguieron a musulmanes, judíos, protestantes o moriscos no arrepentidos y a cualquiera que renegase de la Iglesia de Roma. La Inquisición condenaba la brujería, la blasfemia, la bigamia, la sodomía y la masonería; los acusados eran torturados, juzgados y, a menudo, declarados culpables en tribunales de toda España (y de otros reinos europeos). Si eran condenados (y la mayoría lo eran), sus propiedades eran confiscadas y a ellos se les ejecutaba si no hacían públicamente un auto de fe (reconocer sus pecados y mostrar arrepentimiento). Hasta su abolición en 1834, 150 000 personas fueron "procesadas" por la Inquisición y 5000 ejecutadas. Los tribunales también persiguieron los textos heréticos y quemaron libros censurados por la Santa Sede.

Isabel (Fernando era más escéptico) también financió la expedición de un loco genovés que pensaba que podía alcanzar el Lejano Oriente si navegaba dirección oeste, y así no tener que lidiar con los portugueses, que lo habían hecho bordeando las costas africanas. En 1492, Cristóbal Colón descubrió el Nuevo Mundo y España se convirtió en la primera "potencia mundial" de la historia. Después de Colón llegarían aventureros de toda índole, como los conquistadores Cortés y Pizarro, además de misioneros y otros colonos con proyectos a largo plazo. España lideró la llamada "era de los descubrimientos" y acumuló una gran riqueza procedente de las colonias. En su apogeo, el Imperio español tenía posesiones en todo el mundo: grandes territorios en las Américas (tanto al norte como al sur), pequeñas zonas en Europa, varias ciudades al norte de África y las Indias Orientales. Se decía, con acierto, que en su imperio nunca se ponía el sol.

Las colonias españolas no solo trajeron a Europa nuevos recursos en forma de metales preciosos, especias y plantas, sino también nuevos conocimientos y cultura. Durante la "edad de oro" de España también se produjeron reformas intelectuales y espirituales, que empezaron con el auge del humanismo, los inicios de la Reforma protestante (a pesar de los esfuerzos de la Inquisición) y la fundación de la Universidad de Salamanca. Pero el país se gastaba gran parte del dinero de sus arcas y derramaba mucha sangre para mantener el imperio.

Todo gran poder conlleva sus riesgos, y uno de ellos eran las incursiones de los corsarios berberiscos y los lobos de mar ingleses en las posesiones costeras. Además de la creciente amenaza otomana y británica, España se vio continuamente inmersa en guerras contra Francia. El malestar religioso y las guerras sacudieron al imperio católico a medida que la Reforma protestante arrastraba a España a enfrentamientos militares por toda Europa. Los Habsburgo sufrieron revueltas populares en lugares como México y los Países Bajos. Lo que los alzamientos y la religión dejaron intacto, lo asoló la peste, y en la década de 1650 el imperio se vio sacudido por una gran epidemia que afectó principalmente a la ciudad de Sevilla.

Desde este momento, el poder y la influencia de España comenzaron a disminuir. Empezó perdiendo sus dominios europeos, principalmente debido a la separación de Portugal y los Países Bajos, y posteriormente sufrió los reveses militares de la devastadora Guerra de los Treinta Años. Las continuas guerras pusieron en peligro y diezmaron al antaño orgulloso imperio durante los dos siglos siguientes. Tras la Guerra de Sucesión, los Habsburgo perdieron el trono en beneficio de los Borbones. En 1713, los británicos obtuvieron Gibraltar con la firma del Tratado de Utrecht y hoy en día siguen conservando el peñón. A finales del siglo XVIII, Napoleón Bonaparte invadió el país pretendiendo que su verdadero objetivo era Portugal. A principios del XIX, un alzamiento nacionalista con objeto de derrocar al gobierno de ocupación francés desencadenó la Guerra de Independencia Española. Pese a vencer finalmente a los franceses (en gran parte gracias a la desastrosa campaña rusa de Napoleón), el país vivió un periodo de agitación política y los Borbones recuperaron el trono.

España no tardaría en volver a verse involucrada en un conflicto bélico debido a los movimientos de liberación de las colonias desde 1808 hasta 1833 (casi todas las naciones resultantes acabaron gobernadas por dictadores y juntas militares). A la amplia lista de revoluciones hay que añadir las de Filipinas y otras en Asia y África. A finales del siglo XIX, los Estados Unidos también quisieron una parte del botín del imperio y se enfrentaron a España en la Guerra de Cuba.

Aunque fue una república durante poco más de un año (1873-1874), la monarquía se restauró hasta 1931 y los reyes "constitucionales" ocuparon de nuevo el trono. Durante este periodo, además de perder lo que quedaba de su imperio (o como consecuencia de ello), el país recordó la gloria cultural de su pasado y volvieron a gozar de popularidad pintores como Goya y El Greco, escritores como Cervantes y Lope de Vega, y compositores como Sarasate y Fernando Sor. El país celebraba la diversidad de su gastronomía y sus lenguas, pero, por desgracia, la política volvió a adquirir protagonismo.

En las elecciones de 1931 resultó evidente la división existente entre monárquicos y republicanos. El rey Alfonso XIII, aconsejado por sus amigos, abandonó el país ante las protestas que tenían lugar en las calles por la situación económica y el control de los monárquicos en las Cortes Generales. La Segunda República concedió el derecho al voto a las mujeres y más autonomía al País Vasco, pero no solucionó los problemas económicos y sociales y solo duró cinco años. En 1936, una creciente ola de violencia tuvo como consecuencia un golpe militar y una guerra civil contra la democracia y la república de izquierdas, un conflicto que devastó el país, dejó medio millón de muertos e involucró a otras potencias europeas. La guerra finalizó en 1939 y durante los 36 años siguientes España viviría bajo la dictadura del general Francisco Franco.

Tras la muerte de Franco en 1975, Juan Carlos I fue proclamado rey y España volvió a ser una monarquía constitucional. Los Borbones habían vuelto. Comenzó entonces el periodo de la Transición. El joven rey, con el consejo de sus asesores y al respaldo del pueblo, demostró ser un gran agente del cambio y, tras la celebración de elecciones democráticas en 1977 y la adopción de una nueva constitución democrática, España se convirtió en una monarquía parlamentaria en 1978. El 1 de enero de 1986 pasó a formar parte de la antigua Comunidad Económica Europea. En 1992, acapararía los focos mundiales con la celebración de los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla. Hoy en día es una de las grandes potencias europeas.
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