Matías Corvino persigue la dominación mundial y para ello se aprovecha de los ríos próximos a sus ciudades para reclutar unidades de caballería y ciudades-estado.

Hungría obtiene una mayor Producción para distritos y edificios en distritos construidos directamente a través de un río de sus Centros urbanos. Así, podrán desarrollar sus ciudades con más rapidez para luego pasar más tiempo produciendo unidades militares. Matías Corvino cuenta con dos unidades de Caballería exclusivas: cuando se mejora el Ejército Negro, este se convierte en su segunda unidad exclusiva, el Húsar. De este modo, puede dominar gran parte de la partida mediante su fuerza militar. La habilidad de Matías Corvino al reclutar ciudades-estado le otorga unidades extra que le ayudan a alzarse con la victoria. Además, el Baño termal otorga Servicios para que sea más fácil mantener las ciudades conquistadas y evitar las sublevaciones.

Matías Corvino concentró toda su ambición y su sed de gloria en regenerar la corona y el reino de Hungría. Como buen príncipe del Renacimiento emergente, fue un generoso mecenas que ayudó a humanistas y un poderoso comandante en el campo de batalla. Cuando falleció, el reino de Hungría era el más grande de Europa, pero después de su corta y gloriosa vida, todo lo que había conseguido se perdió en poco tiempo.

Matías, segundo hijo del comandante y noble húngaro Janos Hunyadi, nació en Kolozsvár (Cluj-Napoca en la actual Rumanía) y heredó las propiedades de su familia tras la muerte de su padre y su hermano mayor, a quienes ejecutaron por participar en el asesinato de un aliado del entonces rey de Hungría, Ladislao V. En 1457, al fallecer el propio Ladislao, la Dieta de Hungría eligió al joven Matías para suceder al rey, siendo esta la primera vez que un noble ascendía al trono. Algunos nobles húngaros y los gobernantes europeos celebraron su elección como marca la tradición en caso de sucesiones controvertidas: con levantamientos y guerras.

Aunque solo tenía catorce años y aún estaba bajo la tutela de un regente, Matías gobernaba su reino a su manera. Una de sus primeras actuaciones, por ejemplo, fue asegurar la paz entre un grupo de rumanos y Vlad Dracul, príncipe de Valaquia (sí, el famoso Drácula). Consiguió destronar al emperador Federico III de Hungría y con su prerrogativa real consiguió imponer un sistema extraordinario de impuestos para costear uno de los primeros ejércitos profesionales de Europa: el famoso Ejército Negro. Llevó a cabo una profunda reforma de las leyes y las costumbres húngaras con el propósito de consolidar el gobierno administrativo de su reino.

Matías pasó gran parte de su vida en guerra. Algunos de sus enemigos más destacados fueron el Imperio otomano y el Sacro Imperio romano (incluso llegó a sitiar Viena en un momento dado), así como nobles de Sajonia, Moldavia, Bohemia y Polonia. La posición de Hungría como nexo entre Europa del este y la frontera del Imperio otomano propiciaba levantamientos frecuentes en sus territorios debido a las políticas dinásticas cambiantes, los entramados de prerrogativas y derechos consuetudinarios, así como a las ambiciones de la nobleza. En todos los casos, la respuesta fue brutal.

Además de ser un general excepcional que ganó numerosas batallas, también destacó por su amor a la educación. Bajo su mandato, su biblioteca de Buda, la Bibliotheca Corviniana, se convirtió en una de las más importantes del mundo tanto en calidad como en cantidad; de hecho, se decía que solo la aventajaba la biblioteca de El Vaticano. Financió a distintos humanistas y fue su tercera mujer, Beatriz de Nápoles, quien llevó la esencia del Renacimiento a Hungría, el primer lugar donde se dio a conocer esta corriente fuera de Italia.

Corvino fue un católico ferviente que veía la defensa de la fe desde una perspectiva tanto física como espiritual. Lógicamente, esto provocó conflictos directos con los sultanes otomanos y con los husitas protoprotestantes de Bohemia. También tuvo problemas con la autoridad temporal de la Iglesia, y no dudó en repartir parte de sus propiedades y apoyar a facciones contrarias a los Estados Pontificios.

Matías se casó tres veces, pero murió sin un heredero legítimo. Aunque él deseaba que le sucediera su hijo ilegítimo Janos Corvino, cayó enfermo y murió, lo que provocó una nueva crisis sucesoria en Hungría que acabó con Vladislao II, rey de Bohemia, como rey.

El impacto en su reino es complejo. Las estrictas tasas que impuso a la población húngara financiaron varias guerras con las que pretendía ampliar los límites de su reino. Matías era un participante astuto en la política de la región, un mecenas de las letras y un amante de la educación, algo que en aquella época no se consideraba una virtud en los príncipes. Nadie puede poner en duda su coraje y su ingenio (en una ocasión lo capturaron y consiguió escapar haciéndose pasar por un mozo de cuadra). Su legado fue una Hungría más extensa que la de sus predecesores, pero sus logros no fueron duraderos. El mismo dirigente que torturaba y ejecutaba a los sospechosos de rebeldía decretó que el rey debía atenerse a las leyes y las instituciones para evitar abusos de autoridad.

La figura de Matías Corvino sigue muy presente en los cuentos del folclore húngaro, donde se lo representa como un hombre que viajaba al campo disfrazado para impartir justicia en nombre de los pobres y los oprimidos.