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Civilizaciones

Líderes

Introducción

Abraham Lincoln

Alejandro

Amanitore

Ambiórix

Basilio II

Bà Triệu

Catalina de Médici (de la magnificencia)

Catalina de Médici (Reina negra)

Chandragupta

Ciro

Cleopatra (egipcia)

Cleopatra (ptolemaica)

Cristina

Dido

Eduviges

Federico Barbarroja

Felipe II

Gandhi

Gengis Kan

Gilgamesh

Gitarja

Gorgo

Guillermina

Hammurabi

Harald Haardrade (konge)

Harald Haardrade (varego)

Hōjō Tokimune

Isabel I

Jayavarman

John Curtin

Juan III

Julio César

Kublai Kan (China)

Kublai Kan (Mongolia)

Kupe

Lautaro

Leonor de Aquitania (Francia)

Leonor de Aquitania (Inglaterra)

Luis II

Mansa Musa

Matías Corvino

Menelik II

Moctezuma

Nader Shah

Nzinga Mbande

Nzinga Mvemba

Pachacútec

Pedro

Pedro II

Pericles

Poundmaker

Qin (Mandato del cielo)

Qin (unificador)

Ramsés II

Roberto I de Escocia

Saladino (sultán)

Saladino (visir)

Sejong

Señora Seis Cielo

Seondeok

Shaka

Simón Bolívar

Solimán (kanuni)

Solimán (muhteşem)

Sundiata Keita

Tamara

Teddy Roosevelt (Alce)

Teddy Roosevelt (Jinete duro)

Teodora

Tokugawa

Tomiris

Trajano

Victoria (Era del imperio)

Victoria (Era del vapor)

Wilfrid Laurier

Wu Zetian

Yongle

Cristina
Habilidad exclusiva

Minerva del Norte

Los edificios con al menos tres espacios de grandes obras y las maravillas con al menos dos espacios de grandes obras pasan a ser temáticos cuando llenan esos espacios. Puede construir la Biblioteca de la reina en la Plaza de gobierno.

Resumen
Cristina usa la política del Congreso Mundial y la cultura para hacerse con la victoria diplomática.
Visión detallada
Suecia es particularmente eficaz en el Congreso Mundial y puede ejercer más influencia que las demás civilizaciones. Cristina otorga bonificaciones temáticas a los edificios para llenar todos los espacios de grandes obras (siempre que tengan dos o más). Con el Museo al aire libre y la Biblioteca de la reina, Suecia tiene unas aptitudes culturales y turísticas envidiables. Esta civilización puede conquistar el mundo ejerciendo un poder moderado.
Contexto histórico
La vida de Cristina, la mujer más ilustre, culta, enérgica y controvertida de su generación, es un claro reflejo de los complejos asuntos políticos y culturales del siglo XVII. En su época se hizo famosa tanto por ser una generosa mecenas de artistas y escritores como por su vida personal, bastante escandalosa y poco convencional.

Su padre, el rey-guerrero Gustavo II Adolfo de Suecia, fue un gran defensor de la causa protestante y el rey que estableció el marco de lo que sería la Suecia moderna. Su madre, María de Brandeburgo, padecía un grave trastorno mental: cuando Cristina nació, en 1626, se informó de manera errónea de que era un niño, y en un arrebato de locura, pensando que había dado a luz a un varón, la progenitora intentó matar a la recién nacida.

Gustavo Adolfo ordenó que Cristina recibiese la educación de un príncipe, pero cuando la niña tenía seis años su padre murió en combate y el canciller Axel Oxenstierna se hizo cargo de la regencia del reino. Oxenstierna demostró ser el mejor tutor político de Cristina, y mientras la joven monarca se preparaba para subir al trono, se produjo una reforma política y un periodo de transición relativamente tranquilos. La joven Cristina fue una alumna brillante que aprendió teología, política, letras, así como las más duras artes de la equitación, la esgrima y las maniobras militares. Cristina empezó a asistir a los consejos de Estado cuando tenía catorce años y, cuando cumplió dieciocho, ascendió al trono.

La violencia religiosa de la Guerra de los Treinta Años había disminuido y Suecia corría el riesgo de caer en otra espiral de violencia cuando Cristina se hizo con el poder, pero consiguió mantener la paz y se esforzó para convertir el país en la capital filosófica de Europa. Logró reclutar a René Descartes para su proyecto, a pesar de que el respetable filósofo francés y la reina no se soportasen; además, el gélido clima hizo que Descartes enfermase y muriese en Estocolmo en 1650. Debido a sus esfuerzos, en Europa recibió el apodo de "la Minerva del Norte", pero por desgracia, el proyecto de la monarca solo se podía financiar con un desembolso desorbitado e insostenible por parte de la corona, por lo que se vio obligada a dar un paso atrás.

De manera inesperada, Cristina renunció al trono sueco diez años después de subir a él, y aún hoy se desconoce la razón. La reina dijo estar enferma y declaró que, como mujer, no era apta para el papel de regente, pero otros aseguraron que fue su identidad sexual la responsable de su profunda aversión hacia el matrimonio (y todo lo relacionado con la sucesión). Además, se había convertido en secreto al catolicismo romano, lo que también la inhabilitaba para el trono de la Suecia luterana. Así, el reino pasó a manos de su primo, Carlos X Gustavo de Suecia.

Como conversa católica destacada, el papa Alejandro VII invitó a Cristina a Roma en 1655. Sin embargo, no impresionó al pontífice: era de modales rudos (le gustaba blasfemar, disparar o vestirse con ropa de hombre, entre otras actividades poco apropiadas para la nobleza) y tenía la costumbre de ejercer la política por su cuenta (con la ayuda de Francia, intentó sin éxito ser nombrada reina de Nápoles). Además, tampoco estaba dispuesta a servir al papa Alejandro como peón público contra el protestantismo.

Durante su estancia en Roma, fue mecenas de una gran cantidad de ilustres artistas y escritores, y llegó a reunir una colección de obras de arte que era la envidia de toda Europa. Su corte del Palazzo Farnese fue el epicentro de su mundo artístico: entretenía a los invitados con música, obras de teatro y debates intelectuales sobre temas de gran calado. Este derroche (y la falta de decoro de Cristina) escandalizaba y deleitaba a partes iguales a los grandes personajes de Europa. Su colección de cuadros incluía obras de Rafael, Tiziano, Durero, Brueghel el Viejo, Veronese y Correggio; fundó la Academia de la Arcadia para estudiar filosofía y literatura (que aún sigue en Roma hoy en día); descubrió al compositor Scarlatti y lo contrató como su director de coro; y le encargó a Corelli la dirección de su orquesta personal.

Finalmente, la tolerancia de las cortes europeas llegó a su límite. En 1657, estando de visita en Francia, hizo que asesinasen a un criado porque sospechaba que estaba filtrando sus cartas personales a Roma. A pesar de que la nobleza francesa le ofreció su ayuda para tapar el desliz, esta asumió su responsabilidad al instante. El escándalo le hizo perder el apoyo de Roma y, como consecuencia, se pasó varios años a caballo entre Suecia y Roma. Por otra parte, aunque en privado mantenía relaciones de amistad con algunos papas, la atmósfera política se volvió en contra del estilo de vida bohemio de la corte personal de Cristina.

En muchos aspectos fue una mujer adelantada a su tiempo que se enfrentó con fervor a muchas de las ideas predominantes de la época. Fue una defensora incondicional de las libertades personales, una persona caritativa y una firme protectora de los judíos de Roma. Desde su muerte se han realizado muchos exámenes psicológicos de su vida, y cada generación aseguraba tener la clave de sus motivaciones. Su vida poco convencional, su rechazo a las normas de género y sus pensamiento independiente la convierten en un sujeto de estudio apasionante. De hecho, hasta sus detractores históricos alabaron sus contribuciones en el campo de las artes.

Cuando murió, en abril de 1689, se celebró un ostentoso funeral en el Vaticano (a pesar de su deseo de tener un entierro sencillo en el Panteón de Agripa), siendo una de las tres únicas mujeres enterradas en la Basílica de San Pedro.
icon_leader_kristina
La felicidad no reside en la opinión de los demás.

Rasgos

Civilizaciones
icon_civilization_sweden
Suecia
Infraestructura especial
Biblioteca de la reina

Preferencias

Agendas
Bibliófilo
Quiere tener más Grandes obras que nadie. Le gusta que le dejen las Grandes obras y detesta a las civilizaciones que tienen demasiadas.
Religión
icon_religion_protestantism
Protestantismo
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La felicidad no reside en la opinión de los demás.

Rasgos

Civilizaciones
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Suecia
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Agendas
Bibliófilo
Quiere tener más Grandes obras que nadie. Le gusta que le dejen las Grandes obras y detesta a las civilizaciones que tienen demasiadas.
Religión
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Protestantismo
Habilidad exclusiva

Minerva del Norte

Los edificios con al menos tres espacios de grandes obras y las maravillas con al menos dos espacios de grandes obras pasan a ser temáticos cuando llenan esos espacios. Puede construir la Biblioteca de la reina en la Plaza de gobierno.

Resumen
Cristina usa la política del Congreso Mundial y la cultura para hacerse con la victoria diplomática.
Visión detallada
Suecia es particularmente eficaz en el Congreso Mundial y puede ejercer más influencia que las demás civilizaciones. Cristina otorga bonificaciones temáticas a los edificios para llenar todos los espacios de grandes obras (siempre que tengan dos o más). Con el Museo al aire libre y la Biblioteca de la reina, Suecia tiene unas aptitudes culturales y turísticas envidiables. Esta civilización puede conquistar el mundo ejerciendo un poder moderado.
Contexto histórico
La vida de Cristina, la mujer más ilustre, culta, enérgica y controvertida de su generación, es un claro reflejo de los complejos asuntos políticos y culturales del siglo XVII. En su época se hizo famosa tanto por ser una generosa mecenas de artistas y escritores como por su vida personal, bastante escandalosa y poco convencional.

Su padre, el rey-guerrero Gustavo II Adolfo de Suecia, fue un gran defensor de la causa protestante y el rey que estableció el marco de lo que sería la Suecia moderna. Su madre, María de Brandeburgo, padecía un grave trastorno mental: cuando Cristina nació, en 1626, se informó de manera errónea de que era un niño, y en un arrebato de locura, pensando que había dado a luz a un varón, la progenitora intentó matar a la recién nacida.

Gustavo Adolfo ordenó que Cristina recibiese la educación de un príncipe, pero cuando la niña tenía seis años su padre murió en combate y el canciller Axel Oxenstierna se hizo cargo de la regencia del reino. Oxenstierna demostró ser el mejor tutor político de Cristina, y mientras la joven monarca se preparaba para subir al trono, se produjo una reforma política y un periodo de transición relativamente tranquilos. La joven Cristina fue una alumna brillante que aprendió teología, política, letras, así como las más duras artes de la equitación, la esgrima y las maniobras militares. Cristina empezó a asistir a los consejos de Estado cuando tenía catorce años y, cuando cumplió dieciocho, ascendió al trono.

La violencia religiosa de la Guerra de los Treinta Años había disminuido y Suecia corría el riesgo de caer en otra espiral de violencia cuando Cristina se hizo con el poder, pero consiguió mantener la paz y se esforzó para convertir el país en la capital filosófica de Europa. Logró reclutar a René Descartes para su proyecto, a pesar de que el respetable filósofo francés y la reina no se soportasen; además, el gélido clima hizo que Descartes enfermase y muriese en Estocolmo en 1650. Debido a sus esfuerzos, en Europa recibió el apodo de "la Minerva del Norte", pero por desgracia, el proyecto de la monarca solo se podía financiar con un desembolso desorbitado e insostenible por parte de la corona, por lo que se vio obligada a dar un paso atrás.

De manera inesperada, Cristina renunció al trono sueco diez años después de subir a él, y aún hoy se desconoce la razón. La reina dijo estar enferma y declaró que, como mujer, no era apta para el papel de regente, pero otros aseguraron que fue su identidad sexual la responsable de su profunda aversión hacia el matrimonio (y todo lo relacionado con la sucesión). Además, se había convertido en secreto al catolicismo romano, lo que también la inhabilitaba para el trono de la Suecia luterana. Así, el reino pasó a manos de su primo, Carlos X Gustavo de Suecia.

Como conversa católica destacada, el papa Alejandro VII invitó a Cristina a Roma en 1655. Sin embargo, no impresionó al pontífice: era de modales rudos (le gustaba blasfemar, disparar o vestirse con ropa de hombre, entre otras actividades poco apropiadas para la nobleza) y tenía la costumbre de ejercer la política por su cuenta (con la ayuda de Francia, intentó sin éxito ser nombrada reina de Nápoles). Además, tampoco estaba dispuesta a servir al papa Alejandro como peón público contra el protestantismo.

Durante su estancia en Roma, fue mecenas de una gran cantidad de ilustres artistas y escritores, y llegó a reunir una colección de obras de arte que era la envidia de toda Europa. Su corte del Palazzo Farnese fue el epicentro de su mundo artístico: entretenía a los invitados con música, obras de teatro y debates intelectuales sobre temas de gran calado. Este derroche (y la falta de decoro de Cristina) escandalizaba y deleitaba a partes iguales a los grandes personajes de Europa. Su colección de cuadros incluía obras de Rafael, Tiziano, Durero, Brueghel el Viejo, Veronese y Correggio; fundó la Academia de la Arcadia para estudiar filosofía y literatura (que aún sigue en Roma hoy en día); descubrió al compositor Scarlatti y lo contrató como su director de coro; y le encargó a Corelli la dirección de su orquesta personal.

Finalmente, la tolerancia de las cortes europeas llegó a su límite. En 1657, estando de visita en Francia, hizo que asesinasen a un criado porque sospechaba que estaba filtrando sus cartas personales a Roma. A pesar de que la nobleza francesa le ofreció su ayuda para tapar el desliz, esta asumió su responsabilidad al instante. El escándalo le hizo perder el apoyo de Roma y, como consecuencia, se pasó varios años a caballo entre Suecia y Roma. Por otra parte, aunque en privado mantenía relaciones de amistad con algunos papas, la atmósfera política se volvió en contra del estilo de vida bohemio de la corte personal de Cristina.

En muchos aspectos fue una mujer adelantada a su tiempo que se enfrentó con fervor a muchas de las ideas predominantes de la época. Fue una defensora incondicional de las libertades personales, una persona caritativa y una firme protectora de los judíos de Roma. Desde su muerte se han realizado muchos exámenes psicológicos de su vida, y cada generación aseguraba tener la clave de sus motivaciones. Su vida poco convencional, su rechazo a las normas de género y sus pensamiento independiente la convierten en un sujeto de estudio apasionante. De hecho, hasta sus detractores históricos alabaron sus contribuciones en el campo de las artes.

Cuando murió, en abril de 1689, se celebró un ostentoso funeral en el Vaticano (a pesar de su deseo de tener un entierro sencillo en el Panteón de Agripa), siendo una de las tres únicas mujeres enterradas en la Basílica de San Pedro.
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