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Piero di Bardi
Contexto histórico
La empresa bancaria y comercial más poderosa del Renacimiento, con sede en Florencia, la Compagnia dei Bardi, bajo la dirección de su patriarca Piero di Bardi (bautizado en honor del fundador de la familia) establecería sucursales en Inglaterra, Francia, España y otros lugares. Fue la que prestó dinero a los reyes (y por tanto, se convirtió en una "hacedora de reyes"). Incluso en sus últimos años de vida, en el siglo XIV, tendría un papel destacable en la financiación de los primeros viajes al Nuevo Mundo, incluidos los de Cristóbal Colón y los de Juan Caboto.

Los hechos de los Bardi están documentados desde el año 1164 d. C., cuando el emperador Barbarroja cedió el condado de Vernio al conde Alberto. La condesa Margarita, la última de la decrépita línea de Alberto, vendió Vernio a su yerno Piero di Luca di Maso Bardi. En el año 1338, Piero di Bardi ya había fundado bancos en Barcelona, Sevilla, Mallorca, París, Niza, Aviñón, Marsella, Constantinopla, Rodas, Chipre, Jerusalén e incluso en los fríos Londres y Brujas. Los Bardi daban a los comerciantes "letras de cambio", una especie de "cheques" mediante los cuales un deudor en una ciudad podía pagar a un acreedor en otra. Sin este tipo de dinero portátil, el comercio se habría visto gravemente obstaculizado.

Piero y su prole fueron prestamistas de los que eran poderosos, pero pobres. Y fue esta práctica lucrativa (el interés de los préstamos a los reyes era alto) la que con el tiempo supondría la ruina de la Compagnia. Durante la Guerra de los Cien Años, a principios del año 1340, los Bardi prestaron a Eduardo III de Inglaterra 900 000 florines de oro (la moneda más estable y valorada de la época). Y Eduardo dejó de pagar este préstamo en 1345, lo que llevó a la compañía a declararse en quiebra y desbaratar la economía comercial del Mediterráneo y de la mayoría de Europa hasta la aparición de las empresas bancarias de los Médici y de los Pazzi, un siglo más tarde.
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Época Medieval
Gran mercader
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La empresa bancaria y comercial más poderosa del Renacimiento, con sede en Florencia, la Compagnia dei Bardi, bajo la dirección de su patriarca Piero di Bardi (bautizado en honor del fundador de la familia) establecería sucursales en Inglaterra, Francia, España y otros lugares. Fue la que prestó dinero a los reyes (y por tanto, se convirtió en una "hacedora de reyes"). Incluso en sus últimos años de vida, en el siglo XIV, tendría un papel destacable en la financiación de los primeros viajes al Nuevo Mundo, incluidos los de Cristóbal Colón y los de Juan Caboto.

Los hechos de los Bardi están documentados desde el año 1164 d. C., cuando el emperador Barbarroja cedió el condado de Vernio al conde Alberto. La condesa Margarita, la última de la decrépita línea de Alberto, vendió Vernio a su yerno Piero di Luca di Maso Bardi. En el año 1338, Piero di Bardi ya había fundado bancos en Barcelona, Sevilla, Mallorca, París, Niza, Aviñón, Marsella, Constantinopla, Rodas, Chipre, Jerusalén e incluso en los fríos Londres y Brujas. Los Bardi daban a los comerciantes "letras de cambio", una especie de "cheques" mediante los cuales un deudor en una ciudad podía pagar a un acreedor en otra. Sin este tipo de dinero portátil, el comercio se habría visto gravemente obstaculizado.

Piero y su prole fueron prestamistas de los que eran poderosos, pero pobres. Y fue esta práctica lucrativa (el interés de los préstamos a los reyes era alto) la que con el tiempo supondría la ruina de la Compagnia. Durante la Guerra de los Cien Años, a principios del año 1340, los Bardi prestaron a Eduardo III de Inglaterra 900 000 florines de oro (la moneda más estable y valorada de la época). Y Eduardo dejó de pagar este préstamo en 1345, lo que llevó a la compañía a declararse en quiebra y desbaratar la economía comercial del Mediterráneo y de la mayoría de Europa hasta la aparición de las empresas bancarias de los Médici y de los Pazzi, un siglo más tarde.

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