El peripatético Marco Polo, probablemente el viajero más famoso de la historia, nació en Venecia en el año 1254 en el seno de una rica familia de comerciantes. Dado que el objetivo principal de los ricos parece ser el de amasar más riquezas, el joven Polo se pasó la mayor parte de su infancia al cargo de otros, ya que su padre y su tío, Niccolò y Maffeo, estaban en sus viajes comerciales. Después de establecer contacto con la corte de Kublai Kan, los hermanos Polo regresaron a Venecia en 1269. Prepararon una nueva expedición y, dos años más tarde, partieron hacia el Lejano Oriente de nuevo, esta vez con el joven Marco.

El Kan había expresado cierto interés en aprender más acerca del cristianismo, y la expedición debía ir acompañada de 100 sacerdotes, a petición de Kublai. Pero los Polo solo pudieron encontrar a dos dispuestos a ello, que pronto se volvieron, después de probar los rigores del viaje. Aunque el resto de la expedición perseveró, superó las duras condiciones del viaje y después de cuatro años llegaron a Xanadú, el palacio de verano del Kan de China. Parece ser que a Kublai le cayeron bien, porque Niccolò y Maffeo recibieron importantes cargos en la corte, mientras que el Kan empleó a Marco como enviado especial a lugares lejanos, como Birmania y el Tíbet.

Pero todo lo bueno se acaba, y los Polo se dirigieron de nuevo hacia occidente, como escolta de una princesa mongola que debía casarse con un príncipe persa. Partieron con una caravana de varios cientos; para cuando llegaron a Ormuz, Persia, solo 18 de ellos quedaban vivos, incluida la desaliñada princesa. Dos años más tarde, Marco regresó a Venecia, cogió las riendas del negocio de la familia, se casó, crió a tres hijas y murió plácidamente en enero de 1324. Desde entonces, sus cuentos son una inspiración para los aventureros y codiciosos.