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Coleo
Contexto histórico
De acuerdo con las "Historias" de Heródoto –aunque sus relatos tienen tanto de ficción como de hechos reales–, Coleo de Samos fue un comerciante que perdió el rumbo en un viaje desde el Mediterráneo al Atlántico, y así llegó a Tartessos, alrededor del 640 a. C. Allí, más allá de las Columnas de Hércules, en el sudoeste de España, se encontró con una tribu de celtas que explotaban ricas minas de plata en la zona. Les cambió su cargamento de mercancías, que estaban destinadas originalmente a Egipto (posiblemente alimentos, cerámica, herramientas y telas), por tal cantidad de plata (unos 60 talentos, una fortuna impresionante) que lo convirtió en un personaje más rico que el legendario Midas.

Cuando Coleo regresó a Grecia, se cree que encargó un gran jarrón de bronce y lo consagró, junto con una décima parte de sus ganancias –pasadas y futuras–, a la diosa Hera en agradecimiento por haber vuelto a la civilización indemne. No se sabe si se retiró después de este viaje o siguió viajando a las minas de Tartessos para llevar plata a Samos. Sin embargo, los historiadores griegos posteriores afirman que la historia de la tormenta no fue más que una invención del astuto Coleo de Samos para ocultar su ruta a la competencia, ya que los beneficios de encontrar una fuente de plata sin explotar serían inmensos. Sin embargo, las ganancias bastaron para que otros griegos y fenicios fueran en busca de las minas. Un siglo más tarde, los fenicios ya habían establecido una ruta regular en la que traían estaño, además de plata.

Heródoto, que también era comerciante y viajero, solo menciona a dos "comerciantes" en sus escritos: Sóstrato y Coleo. Así que debieron de tener bastante éxito para llamar su atención. Ni que decir tiene que no se sabe nada más de este comerciante casi mítico llamado Coleo de Samos...
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Época Clásica
Gran mercader
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Contexto histórico
De acuerdo con las "Historias" de Heródoto –aunque sus relatos tienen tanto de ficción como de hechos reales–, Coleo de Samos fue un comerciante que perdió el rumbo en un viaje desde el Mediterráneo al Atlántico, y así llegó a Tartessos, alrededor del 640 a. C. Allí, más allá de las Columnas de Hércules, en el sudoeste de España, se encontró con una tribu de celtas que explotaban ricas minas de plata en la zona. Les cambió su cargamento de mercancías, que estaban destinadas originalmente a Egipto (posiblemente alimentos, cerámica, herramientas y telas), por tal cantidad de plata (unos 60 talentos, una fortuna impresionante) que lo convirtió en un personaje más rico que el legendario Midas.

Cuando Coleo regresó a Grecia, se cree que encargó un gran jarrón de bronce y lo consagró, junto con una décima parte de sus ganancias –pasadas y futuras–, a la diosa Hera en agradecimiento por haber vuelto a la civilización indemne. No se sabe si se retiró después de este viaje o siguió viajando a las minas de Tartessos para llevar plata a Samos. Sin embargo, los historiadores griegos posteriores afirman que la historia de la tormenta no fue más que una invención del astuto Coleo de Samos para ocultar su ruta a la competencia, ya que los beneficios de encontrar una fuente de plata sin explotar serían inmensos. Sin embargo, las ganancias bastaron para que otros griegos y fenicios fueran en busca de las minas. Un siglo más tarde, los fenicios ya habían establecido una ruta regular en la que traían estaño, además de plata.

Heródoto, que también era comerciante y viajero, solo menciona a dos "comerciantes" en sus escritos: Sóstrato y Coleo. Así que debieron de tener bastante éxito para llamar su atención. Ni que decir tiene que no se sabe nada más de este comerciante casi mítico llamado Coleo de Samos...

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