Unidad de apoyo antiaéreo de la Era de la Información. Ofrece cobertura contra ataques aéreos y nucleares hasta una casilla de distancia del arma.

Como con todos los sistemas de armamento más ingeniosos, los alemanes fueron los primeros en pensar en la idea de un misil tierra-aire. En 1941, Friederich Halder propuso un "cohete de metralla" para luchar contra los bombarderos aliados, pero las rivalidades en la comunidad científica retrasaron cualquier trabajo serio hasta 1943. Aunque llegaron a desarrollarse varios prototipos, ninguno estuvo preparado antes de que terminase la Segunda Guerra Mundial. Mientras tanto, la Armada de los EE. UU., azuzada por el éxito de las bombas planeadoras nazis y por los ataques kamikazes japoneses, creó el SAM-N-2 Lark, un misil antiaéreo impulsado por un estatorreactor que podía usarse a larga distancia... aunque no llegó a estar operativo antes del fin de la guerra. Mientras los aliados tonteaban con distintos diseños, los soviéticos crearon el S-75 Dvina, el primero que tuvo éxito (derribó un bombardero taiwanés sobre China en 1959). La Guerra de Vietnam fue la primera guerra moderna en la que los misiles antiaéreos jugaron un papel destacado, que derivó en los misiles antiaéreos portátiles (MANPADS), presentes en operaciones terroristas y guerrilleras por todo el mundo desde la década de 1990.