La mayoría de los pueblos, haciendas y ciudades de la Europa medieval era todo lo autosuficientes que podían, así que los mercaderes ambulantes se dedicaban a los lujos más exóticos y caros. En particular, las cruzadas pusieron en contacto a la clase alta y a sus vasallos (los que sobrevivían a los combates) con los bienes más sofisticados: especias, maderas exóticas, inciensos, seda, etc. Mientras los conquistadores empezaban a valorar esto, la conquista de Palestina abrió las rutas comerciales a lugares remotos de Oriente, y los comerciantes italianos no tardaron en traer todo tipo de cosas. Una vez en los puertos italianos o bizantinos, las importaciones llegaban, de mano de los mercaderes ambulantes, a lugares tan alejados como Inglaterra y Escandinavia.
La mayoría de los pueblos, haciendas y ciudades de la Europa medieval era todo lo autosuficientes que podían, así que los mercaderes ambulantes se dedicaban a los lujos más exóticos y caros. En particular, las cruzadas pusieron en contacto a la clase alta y a sus vasallos (los que sobrevivían a los combates) con los bienes más sofisticados: especias, maderas exóticas, inciensos, seda, etc. Mientras los conquistadores empezaban a valorar esto, la conquista de Palestina abrió las rutas comerciales a lugares remotos de Oriente, y los comerciantes italianos no tardaron en traer todo tipo de cosas. Una vez en los puertos italianos o bizantinos, las importaciones llegaban, de mano de los mercaderes ambulantes, a lugares tan alejados como Inglaterra y Escandinavia.