Internet, la televisión por cable, los teléfonos móviles y la radio por satélite... son todas formas de telecomunicaciones. La civilización está envuelta en una red de ondas electromagnéticas (y en algunos cables físicos terrestres también). La historia de las telecomunicaciones comienza en mayo de 1844, cuando Samuel Morse envía su famoso mensaje por telégrafo desde Baltimore a Washington. Se intensifica a partir de marzo de 1876, cuando Alexander Graham Bell le dice a su ayudante "Watson, venga aquí" a través de una línea telefónica. Los ingenieros de telecomunicaciones han estado en cabeza desde entonces.
Las comunicaciones telegráficas y telefónicas se realizaban mediante hilo, demasiado lento para los tiempos modernos. Y –a pesar de que estas hicieron el mundo más pequeño y cambiaron el panorama de los negocios, la guerra y la política– los científicos e inventores pronto buscaron telecomunicaciones "inalámbricas", el proceso de enviar señales electrónicas a través de la atmósfera a receptores especiales. En 1894, Guglielmo Marconi construyó el primer telégrafo inalámbrico viable comercialmente, que pronto pasaría a denominarse "radio". En octubre de 1925, el inventor escocés John Logie Baird demostró en público la transmisión de imágenes en movimiento en semitonos, lo que pronto se llamaría "televisión".
Las telecomunicaciones por satélite –o, al menos, la idea que se tenía de ellas– se remontan a un artículo escrito por el autor de ciencia ficción Arthur C. Clarke y que se publicó en la revista Wireless World en octubre de 1945. En 1957, la Unión Soviética lanzó el Sputnik con un transmisor de radio a bordo; la NASA pronto siguió con el "globo" Echo 1, que era capaz de retransmitir señales entre estaciones lejanas de la superficie. Así, la era de la información llegaba flotando a la historia. Ahora, los satélites en órbita terrestre baja (LEO) y en órbita geoestacionaria repiten señales de radio, televisión y teléfono por todo el mundo.
En términos culturales, la llegada de las telecomunicaciones por satélite ha aumentado el acceso del público a los indicadores culturales y a los memes desde pueblos lejanos; el mundo puede estar a punto de alcanzar una sola cultura humana, homogénea. En términos financieros, la industria de las telecomunicaciones internacionales generó 149 000 millones de dólares en 2007; el mundo puede estar abocado a una economía de la información. Sea como sea el futuro, el genio de las telecomunicaciones está bien fuera de la lamparita de las regulaciones.
"Señor Watson, venga aquí; quiero verlo". – Alexander Graham Bell
"El mayor problema en la comunicación es la ilusión de haberla hecho realidad". – George Bernard Shaw
Internet, la televisión por cable, los teléfonos móviles y la radio por satélite... son todas formas de telecomunicaciones. La civilización está envuelta en una red de ondas electromagnéticas (y en algunos cables físicos terrestres también). La historia de las telecomunicaciones comienza en mayo de 1844, cuando Samuel Morse envía su famoso mensaje por telégrafo desde Baltimore a Washington. Se intensifica a partir de marzo de 1876, cuando Alexander Graham Bell le dice a su ayudante "Watson, venga aquí" a través de una línea telefónica. Los ingenieros de telecomunicaciones han estado en cabeza desde entonces.
Las comunicaciones telegráficas y telefónicas se realizaban mediante hilo, demasiado lento para los tiempos modernos. Y –a pesar de que estas hicieron el mundo más pequeño y cambiaron el panorama de los negocios, la guerra y la política– los científicos e inventores pronto buscaron telecomunicaciones "inalámbricas", el proceso de enviar señales electrónicas a través de la atmósfera a receptores especiales. En 1894, Guglielmo Marconi construyó el primer telégrafo inalámbrico viable comercialmente, que pronto pasaría a denominarse "radio". En octubre de 1925, el inventor escocés John Logie Baird demostró en público la transmisión de imágenes en movimiento en semitonos, lo que pronto se llamaría "televisión".
Las telecomunicaciones por satélite –o, al menos, la idea que se tenía de ellas– se remontan a un artículo escrito por el autor de ciencia ficción Arthur C. Clarke y que se publicó en la revista Wireless World en octubre de 1945. En 1957, la Unión Soviética lanzó el Sputnik con un transmisor de radio a bordo; la NASA pronto siguió con el "globo" Echo 1, que era capaz de retransmitir señales entre estaciones lejanas de la superficie. Así, la era de la información llegaba flotando a la historia. Ahora, los satélites en órbita terrestre baja (LEO) y en órbita geoestacionaria repiten señales de radio, televisión y teléfono por todo el mundo.
En términos culturales, la llegada de las telecomunicaciones por satélite ha aumentado el acceso del público a los indicadores culturales y a los memes desde pueblos lejanos; el mundo puede estar a punto de alcanzar una sola cultura humana, homogénea. En términos financieros, la industria de las telecomunicaciones internacionales generó 149 000 millones de dólares en 2007; el mundo puede estar abocado a una economía de la información. Sea como sea el futuro, el genio de las telecomunicaciones está bien fuera de la lamparita de las regulaciones.
"Señor Watson, venga aquí; quiero verlo". – Alexander Graham Bell
"El mayor problema en la comunicación es la ilusión de haberla hecho realidad". – George Bernard Shaw