Máquinas diminutas dentro de animales y de seres humanos que cortan, separan, empalman, mezclan o mutan células. Máquinas diminutas que crean nuevos materiales a nivel molecular. O máquinas diminutas que hacen máquinas más diminutas aún. Sea cual sea el uso que se le pueda dar, la nanotecnología está justo un poco más allá de los límites con la ciencia ficción.
Los fundamentos teóricos de la nanotecnología se remontan al 29 de diciembre de 1959, cuando el físico estadounidense Richard Feynman la presentó en una conferencia de física en el Instituto de Tecnología de California. Norio Taniguchi utilizó por primera vez el término "nanotecnología" en 1974 para describir el "proceso de separación, consolidación y deformación de los materiales por un átomo o una molécula". En 1985, un trío de químicos descubrió los fullerenos, que eran capaces de formar grupos de semiconductores por medio de pulsos de rayos moleculares. En 1991, K. Eric Drexler se doctoró con una tesis sobre nanotecnología y el año siguiente la publicó, lo que sentó las bases para las aplicaciones prácticas de esta tecnología. Mientras tanto, en 1989, los investigadores de IBM fueron los primeros en manipular átomos utilizando un microscopio de efecto túnel.
La primera década del siglo XXI fue testigo de los usos iniciales de la nanotecnología en la fabricación comercial, aunque limitados principalmente a la utilización de nanopartículas pasivas como el dióxido de titanio y el óxido de zinc para cosméticos y alimentos, a las nanopartículas de plata en el envasado de alimentos y desinfectantes y a los nanotubos de carbono en textiles. En marzo de 2011, el Proyecto sobre Nanotecnologías Emergentes identificó unos 1300 productos nanotecnológicos, con nuevas aplicaciones que se descubrían a razón de tres o cuatro por semana. Mientras tanto, el gobierno estadounidense creó la Iniciativa Nacional de Nanotecnología para investigar cómo "trasvasar las nuevas tecnologías para el beneficio público... y apoyar el desarrollo responsable de la nanotecnología".
A pesar de los escenarios distópicos (como el que aparece en la novela de Crichton "Presa") y el debate "cortés" entre los principales teóricos –como Richard Smalley, descubridor de la molécula de "futboleno", y Eric Drexler, pionero de la llegada de los ensambladores moleculares– junto con ciertas preocupaciones sobre la nanotecnología aplicada al ADN (la primera nanomáquina de ADN que podría cambiar su estructura mediante un input la presentó en 1999 Nadrian Seeman), parece ser que la civilización se encuentra en la cúspide de una "revolución de la nanotecnología".
"Si la tecnología es el motor del cambio, la nanotecnología es el combustible de la humanidad". – Natasha Vita-More
Hay muchas, muchísimas reglas que se han combado ante la nanotecnología... Esto ha producido muchas cosas buenas y muchas malas. – Matt Spire
Máquinas diminutas dentro de animales y de seres humanos que cortan, separan, empalman, mezclan o mutan células. Máquinas diminutas que crean nuevos materiales a nivel molecular. O máquinas diminutas que hacen máquinas más diminutas aún. Sea cual sea el uso que se le pueda dar, la nanotecnología está justo un poco más allá de los límites con la ciencia ficción.
Los fundamentos teóricos de la nanotecnología se remontan al 29 de diciembre de 1959, cuando el físico estadounidense Richard Feynman la presentó en una conferencia de física en el Instituto de Tecnología de California. Norio Taniguchi utilizó por primera vez el término "nanotecnología" en 1974 para describir el "proceso de separación, consolidación y deformación de los materiales por un átomo o una molécula". En 1985, un trío de químicos descubrió los fullerenos, que eran capaces de formar grupos de semiconductores por medio de pulsos de rayos moleculares. En 1991, K. Eric Drexler se doctoró con una tesis sobre nanotecnología y el año siguiente la publicó, lo que sentó las bases para las aplicaciones prácticas de esta tecnología. Mientras tanto, en 1989, los investigadores de IBM fueron los primeros en manipular átomos utilizando un microscopio de efecto túnel.
La primera década del siglo XXI fue testigo de los usos iniciales de la nanotecnología en la fabricación comercial, aunque limitados principalmente a la utilización de nanopartículas pasivas como el dióxido de titanio y el óxido de zinc para cosméticos y alimentos, a las nanopartículas de plata en el envasado de alimentos y desinfectantes y a los nanotubos de carbono en textiles. En marzo de 2011, el Proyecto sobre Nanotecnologías Emergentes identificó unos 1300 productos nanotecnológicos, con nuevas aplicaciones que se descubrían a razón de tres o cuatro por semana. Mientras tanto, el gobierno estadounidense creó la Iniciativa Nacional de Nanotecnología para investigar cómo "trasvasar las nuevas tecnologías para el beneficio público... y apoyar el desarrollo responsable de la nanotecnología".
A pesar de los escenarios distópicos (como el que aparece en la novela de Crichton "Presa") y el debate "cortés" entre los principales teóricos –como Richard Smalley, descubridor de la molécula de "futboleno", y Eric Drexler, pionero de la llegada de los ensambladores moleculares– junto con ciertas preocupaciones sobre la nanotecnología aplicada al ADN (la primera nanomáquina de ADN que podría cambiar su estructura mediante un input la presentó en 1999 Nadrian Seeman), parece ser que la civilización se encuentra en la cúspide de una "revolución de la nanotecnología".
"Si la tecnología es el motor del cambio, la nanotecnología es el combustible de la humanidad". – Natasha Vita-More
Hay muchas, muchísimas reglas que se han combado ante la nanotecnología... Esto ha producido muchas cosas buenas y muchas malas. – Matt Spire