Helena, la mayor de ocho hijas de la pareja judía formada por Auguste y Horacio Rubinstein, escribiría mucho más tarde: "No hay mujeres feas, solo perezosas"

Helena nació con el nombre de Chaja en Cracovia en diciembre de 1872 y, como era la hija mayor, ayudaba a su padre con la contabilidad de la tienda y a su madre a hacer ungüentos de belleza. Auguste repetía a sus ocho hijas que solo conseguirían tener influencia a través de los "poderes de la belleza y el amor". Y fue el amor el que envió a Helena a Australia en 1902. Cuando ella puso reparos en estudiar medicina, su padre estuvo de acuerdo siempre y cuando se casara en vez de estudiar. Sin embargo, no eligió al viudo rico, mayor y formal que su padre había seleccionado para ella, sino a un pobre compañero de estudios de la Universidad de Cracovia. Así, Helena se fue de Polonia a Australia para alejarse de su padre.

Allí comenzó a hacer cremas a partir de las recetas de su madre. Tuvieron un gran éxito entre las mujeres del lugar, y pronto había abierto su propia tienda en Melbourne. En 1905, Helena volvió a Europa, a estudiar los últimos avances en los tratamientos de la piel. Regresó a Australia, junto con el Dr. Jacob Lykusky, para crear más fórmulas cosméticas. Rubinstein comenzó a viajar para promover sus productos y, en 1908, abrió el salón de belleza Valazé en Londres. Aunque se casó y dio a luz a dos hijos, eso no la frenó. Siguió abriendo salones en Nueva York y San Francisco, enzarzada en una rivalidad acalorada con Elizabeth Arden y Charles Revlon, vendiendo sus negocios en Estados Unidos a Lehman Brothers en 1928... volviéndolos a comprar muy baratos después del desplome de la bolsa.