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Legado comunista
Descripción
+0,6 a la Producción por cada Ciudadano en ciudades con Gobernadores .
Contexto histórico
La teoría comunista –sobre el papel, más un sistema económico que un sistema de gobierno– se basa en la tensión entre el trabajo y el valor en una sociedad. En sus obras, Karl Marx presenta un problema: el trabajo crea valor, pero a los trabajadores ("el proletariado") se les paga el salario mínimo necesario para darles de comer y mantenerlos con vida. Todos los beneficios van a los propietarios de las fábricas (o de los campos, las acciones de la empresa o, para Marx, de los "medios de producción"). Para muchos, a finales del siglo XIX y principios del XX, esto sonaba a robo: los dueños de las fábricas ("la burguesía"), que no trabajaban, les robaban los frutos de su trabajo. Y así nació la idea del comunismo: la "dictadura del proletariado", es decir, el dominio de quienes trabajaban y el libre acceso de los trabajadores a los frutos de su propio trabajo. Esto no se parecía en nada a una "dictadura autocrática": la idea era que "el proletariado" acabara por abarcar a todos, que los trabajadores dieran "según la capacidad" y recibieran "según las necesidades" y que participaran de manera democrática en el gobierno (aunque es difícil de encontrar en la historia un gobierno democrático que funcionara en los principales estados comunistas). En la práctica, los estados comunistas tuvieron problemas a la hora de poner en práctica tal visión. El modelo de Marx tomaba como base la producción industrial, pero ¿qué debían hacer las sociedades agrícolas? El comunismo veía la religión como un engaño utilizado para mantener atadas a las clases bajas, pero ¿qué tenía que hacerse con los trabajadores que sentían un profundo apego por sus creencias? El comunismo veía su lucha como una que trascendía las fronteras nacionales y las etnias, pero ¿qué pasaba con las personas que no aceptaban la unidad internacional? En respuesta a estas preguntas, la ideología de Marx se fracturó y fragmentó. La Unión Soviética adoptó la idea de que un grupo selecto -el Partido Comunista- debía estar al frente de la aplicación de estos cambios (lo que creó la tradición "marxista-leninista", como vemos ahora en lugares como Vietnam) y, más tarde, Joseph Stalin reintrodujo el nacionalismo y la idea de un líder carismático en una ideología en origen antinacionalista. Y, a medida que los soviéticos progresaron, se encontraron con que cada vez tenían que reprimir más voces disidentes con tácticas más duras. En otra parte, Mao sugirió que los campesinos, y no los obreros, deberían estar en el corazón del movimiento. Sobre la base del legado de Stalin, otros líderes –en lugares como Corea del Norte– construyeron sociedades totalitarias que eran indistinguibles de las ideologías fascistas a las que pretendían oponerse.

El comunismo se convirtió en una opción atractiva para muchas naciones que emergieron del colonialismo europeo. Mientras que las naciones capitalistas prometían al "Tercer Mundo" ser miembro de una comunidad internacional dominada por empresas occidentales, los comunistas ofrecían autosuficiencia y resistencia a ese orden, aunque a costa de alinear la política nacional con la URSS. Pero el nacionalismo también tuvo importancia en estos cuerpos políticos emergentes: fue este sentimiento lo que llevó a derrocar los regímenes coloniales. Así nació la Guerra Fría: el orden internacional capitalista contra el comunista, que destrozaron a cualquier nación que quisiera tomar un camino intermedio y, a menudo, fomentaron regímenes autoritarios que se parecían poco a sus supuestos ideales democráticos. Es posible que el peor horror que se llevara a cabo bajo el nombre del comunismo fuera el de los Jemeres Rojos, un régimen maoísta camboyano que quería llevar a la sociedad a un nivel utópico y terminó llevando a cabo un genocidio hasta que las fuerzas vietnamitas (también comunistas) intervinieron y pusieron fin a la carnicería. En muchos países todavía existen partidos comunistas, a menudo como partidos políticos menores, y muchos estados comunistas de forma nominal han adoptado alguna forma de capitalismo (China y Vietnam, sobre todo). Al menos sobre el papel, los estados comunistas que existen en la actualidad incluyen a Cuba, China, Vietnam y Laos, en los que se suele incluir también la mezcla "juche" de comunismo y totalitarismo de Corea del Norte.
PortraitSquare
icon_civilization_unknown

Requisitos

Gobierno
No se puede asignar estando en y se desbloquea con
icon_government_communism
Comunismo
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Descripción
+0,6 a la Producción por cada Ciudadano en ciudades con Gobernadores .

Requisitos

Gobierno
No se puede asignar estando en y se desbloquea con
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Comunismo
Contexto histórico
La teoría comunista –sobre el papel, más un sistema económico que un sistema de gobierno– se basa en la tensión entre el trabajo y el valor en una sociedad. En sus obras, Karl Marx presenta un problema: el trabajo crea valor, pero a los trabajadores ("el proletariado") se les paga el salario mínimo necesario para darles de comer y mantenerlos con vida. Todos los beneficios van a los propietarios de las fábricas (o de los campos, las acciones de la empresa o, para Marx, de los "medios de producción"). Para muchos, a finales del siglo XIX y principios del XX, esto sonaba a robo: los dueños de las fábricas ("la burguesía"), que no trabajaban, les robaban los frutos de su trabajo. Y así nació la idea del comunismo: la "dictadura del proletariado", es decir, el dominio de quienes trabajaban y el libre acceso de los trabajadores a los frutos de su propio trabajo. Esto no se parecía en nada a una "dictadura autocrática": la idea era que "el proletariado" acabara por abarcar a todos, que los trabajadores dieran "según la capacidad" y recibieran "según las necesidades" y que participaran de manera democrática en el gobierno (aunque es difícil de encontrar en la historia un gobierno democrático que funcionara en los principales estados comunistas). En la práctica, los estados comunistas tuvieron problemas a la hora de poner en práctica tal visión. El modelo de Marx tomaba como base la producción industrial, pero ¿qué debían hacer las sociedades agrícolas? El comunismo veía la religión como un engaño utilizado para mantener atadas a las clases bajas, pero ¿qué tenía que hacerse con los trabajadores que sentían un profundo apego por sus creencias? El comunismo veía su lucha como una que trascendía las fronteras nacionales y las etnias, pero ¿qué pasaba con las personas que no aceptaban la unidad internacional? En respuesta a estas preguntas, la ideología de Marx se fracturó y fragmentó. La Unión Soviética adoptó la idea de que un grupo selecto -el Partido Comunista- debía estar al frente de la aplicación de estos cambios (lo que creó la tradición "marxista-leninista", como vemos ahora en lugares como Vietnam) y, más tarde, Joseph Stalin reintrodujo el nacionalismo y la idea de un líder carismático en una ideología en origen antinacionalista. Y, a medida que los soviéticos progresaron, se encontraron con que cada vez tenían que reprimir más voces disidentes con tácticas más duras. En otra parte, Mao sugirió que los campesinos, y no los obreros, deberían estar en el corazón del movimiento. Sobre la base del legado de Stalin, otros líderes –en lugares como Corea del Norte– construyeron sociedades totalitarias que eran indistinguibles de las ideologías fascistas a las que pretendían oponerse.

El comunismo se convirtió en una opción atractiva para muchas naciones que emergieron del colonialismo europeo. Mientras que las naciones capitalistas prometían al "Tercer Mundo" ser miembro de una comunidad internacional dominada por empresas occidentales, los comunistas ofrecían autosuficiencia y resistencia a ese orden, aunque a costa de alinear la política nacional con la URSS. Pero el nacionalismo también tuvo importancia en estos cuerpos políticos emergentes: fue este sentimiento lo que llevó a derrocar los regímenes coloniales. Así nació la Guerra Fría: el orden internacional capitalista contra el comunista, que destrozaron a cualquier nación que quisiera tomar un camino intermedio y, a menudo, fomentaron regímenes autoritarios que se parecían poco a sus supuestos ideales democráticos. Es posible que el peor horror que se llevara a cabo bajo el nombre del comunismo fuera el de los Jemeres Rojos, un régimen maoísta camboyano que quería llevar a la sociedad a un nivel utópico y terminó llevando a cabo un genocidio hasta que las fuerzas vietnamitas (también comunistas) intervinieron y pusieron fin a la carnicería. En muchos países todavía existen partidos comunistas, a menudo como partidos políticos menores, y muchos estados comunistas de forma nominal han adoptado alguna forma de capitalismo (China y Vietnam, sobre todo). Al menos sobre el papel, los estados comunistas que existen en la actualidad incluyen a Cuba, China, Vietnam y Laos, en los que se suele incluir también la mezcla "juche" de comunismo y totalitarismo de Corea del Norte.
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