La humanidad ha sabido de la existencia de la electricidad desde que el primer grupo de neandertales cayó fulminado por un rayo; de hecho, durante miles de años, esta forma de electricidad se asoció a los dioses enojados. Textos egipcios que datan de cerca del 2750 a. C. hablan de personas que sufrieron descargas de anguilas eléctricas. Alrededor del año 600 a. C., Tales de Mileto observó que se podía generar electricidad estática frotando barras de ámbar en el pelo de los gatos (aunque no se preocupó de conocer la opinión de los gatos sobre el tema). Los médicos griegos, romanos y árabes certificaron los entumecedores efectos de las descargas eléctricas transmitidas por diversos animales. La electricidad, sin embargo, siguió siendo poco más que una curiosidad científica hasta el siglo XVII.
En 1600, el aficionado británico William Gilbert hizo un estudio comparativo del magnetismo y esta fuerza tan poco comprendida para la que acuñó el término "electricus" (de la palabra "electron", que significa "ámbar", con el cual se generaba electricidad estática), y de ahí viene la palabra "electricidad". El trabajo de otros científicos –von Guericke, Boyle, Gray y du Fay– llevó a ese gran diletante de la historia llamado Benjamin Franklin a "descubrir" la electricidad mientras hacía volar una cometa con una llave colgada durante una tormenta eléctrica (no intenten hacerlo en casa). Franklin nunca hizo nada con su descubrimiento, pero puso a otros tras la pista de más fuentes de energía eléctrica. Luigi Galvani descubrió la bioelectricidad, mediante la cual se transmiten mensajes entre las neuronas y las células musculares. Alessandro Volta inventó la batería, una fuente más fiable de electricidad que frotar a los gatos. Ampere descubrió el electromagnetismo, y Michael Faraday construyó el primer motor eléctrico en 1821.
Los avances en electricidad realizados en la segunda mitad del siglo XIX vinieron de inventores como Nikola Tesla, Thomas Edison, George Westinghouse, Alexander Graham Bell y Lord Kelvin, que revolucionaron la vida en todo el mundo. El telégrafo y el teléfono hicieron el mundo más pequeño. La luz eléctrica llegó a las casas y lugares de trabajo para facilitar la actividad nocturna; y el fonógrafo, la radio y las películas ofrecieron nuevas formas de entretenimiento. Se pensó en añadir electricidad a una silla como un método más humano de ejecutar malhechores. La creación de centrales eléctricas que llevan energía en forma de electricidad a los hogares cambió la civilización más allá de toda comprensión.
"De no ser por la electricidad, estaríamos viendo la televisión a la luz de las velas". – George Gobel
"Puede que Benjamin Franklin descubriera la electricidad, pero fue el hombre que inventó el contador de la luz quien se llevó el dinero". – Earl Wilson
La humanidad ha sabido de la existencia de la electricidad desde que el primer grupo de neandertales cayó fulminado por un rayo; de hecho, durante miles de años, esta forma de electricidad se asoció a los dioses enojados. Textos egipcios que datan de cerca del 2750 a. C. hablan de personas que sufrieron descargas de anguilas eléctricas. Alrededor del año 600 a. C., Tales de Mileto observó que se podía generar electricidad estática frotando barras de ámbar en el pelo de los gatos (aunque no se preocupó de conocer la opinión de los gatos sobre el tema). Los médicos griegos, romanos y árabes certificaron los entumecedores efectos de las descargas eléctricas transmitidas por diversos animales. La electricidad, sin embargo, siguió siendo poco más que una curiosidad científica hasta el siglo XVII.
En 1600, el aficionado británico William Gilbert hizo un estudio comparativo del magnetismo y esta fuerza tan poco comprendida para la que acuñó el término "electricus" (de la palabra "electron", que significa "ámbar", con el cual se generaba electricidad estática), y de ahí viene la palabra "electricidad". El trabajo de otros científicos –von Guericke, Boyle, Gray y du Fay– llevó a ese gran diletante de la historia llamado Benjamin Franklin a "descubrir" la electricidad mientras hacía volar una cometa con una llave colgada durante una tormenta eléctrica (no intenten hacerlo en casa). Franklin nunca hizo nada con su descubrimiento, pero puso a otros tras la pista de más fuentes de energía eléctrica. Luigi Galvani descubrió la bioelectricidad, mediante la cual se transmiten mensajes entre las neuronas y las células musculares. Alessandro Volta inventó la batería, una fuente más fiable de electricidad que frotar a los gatos. Ampere descubrió el electromagnetismo, y Michael Faraday construyó el primer motor eléctrico en 1821.
Los avances en electricidad realizados en la segunda mitad del siglo XIX vinieron de inventores como Nikola Tesla, Thomas Edison, George Westinghouse, Alexander Graham Bell y Lord Kelvin, que revolucionaron la vida en todo el mundo. El telégrafo y el teléfono hicieron el mundo más pequeño. La luz eléctrica llegó a las casas y lugares de trabajo para facilitar la actividad nocturna; y el fonógrafo, la radio y las películas ofrecieron nuevas formas de entretenimiento. Se pensó en añadir electricidad a una silla como un método más humano de ejecutar malhechores. La creación de centrales eléctricas que llevan energía en forma de electricidad a los hogares cambió la civilización más allá de toda comprensión.
"De no ser por la electricidad, estaríamos viendo la televisión a la luz de las velas". – George Gobel
"Puede que Benjamin Franklin descubriera la electricidad, pero fue el hombre que inventó el contador de la luz quien se llevó el dinero". – Earl Wilson