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Contexto histórico
La humanidad aprendió a volar en el Renacimiento... y a estrellarse también. Las visiones de vuelo de Leonardo da Vinci son bien conocidas, por supuesto, pero no fue el primero, sin duda. Desde el principio de los tiempos, ha habido leyendas (algunas incluso ciertas) sobre hombres que se han atado alas u otros dispositivos y han intentado volar, por lo general saltando desde algo muy alto (la mayoría terminó mal). En la Edad Media, por ejemplo, Armen Firman se ató unas alas hechas con plumas de buitre y saltó de una torre de Córdoba (852 d. C.). En China preferían las cometas. Pero no fue hasta 1783, cuando los hermanos Montgolfier hicieron volar un globo aerostático tripulado, que el hombre finalmente despegó... y aterrizó sin problemas. Los viajes en globo se pusieron de moda en toda Europa.
En 1804, el británico George Cayley logró volar con un planeador de alas fijas y, en 1853, creó un modelo a escala completa que transportó a su reticente cochero en el primer vuelo tripulado con planeador del que se tiene constancia. Cincuenta años más tarde, dos hermanos estadounidenses construyeron su primer planeador con una forma de ala avanzada en el que querían poner un motor de gasolina con una "hélice". Como no pudieron encontrar a un fabricante experimentado que construyese un motor ligero de gasolina según sus especificaciones, decidieron construirlo ellos mismos. El 17 de diciembre de 1903, el aparato de los Wright voló cuatro veces, llegando hasta los 280 metros de distancia. Este supuso una rápida mejora en la tecnología del vuelo motorizado. En 1908, el estadounidense Glenn Hammond Curtiss voló aproximadamente un kilómetro, y en 1909 el francés Louis Blériot cruzó el Canal de la Mancha.
La Primera Guerra Mundial fue testigo de importantes avances en aeronáutica, especialmente en la militarización del aire, con la aparición de los primeros cazas y bombarderos. En los años 20 ya había pilotos sobrevolando los continentes con cierta regularidad (y sin estrellarse) y, en 1927, Charles Lindberg completó el primer vuelo ininterrumpido en solitario a través del océano Atlántico. Al parecer, la aviación había llegado para quedarse.
"Una vez que hayas probado el vuelo, caminarás por la tierra con los ojos alzados hacia el cielo porque ya habrás estado allí y siempre querrás volver". – Leonardo da Vinci
"Si puedes caminar tras un aterrizaje, ha sido un buen aterrizaje. Si al día siguiente puedes usar el aeroplano, ha sido un aterrizaje excelente". – Chuck Yeager
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Contexto histórico
La humanidad aprendió a volar en el Renacimiento... y a estrellarse también. Las visiones de vuelo de Leonardo da Vinci son bien conocidas, por supuesto, pero no fue el primero, sin duda. Desde el principio de los tiempos, ha habido leyendas (algunas incluso ciertas) sobre hombres que se han atado alas u otros dispositivos y han intentado volar, por lo general saltando desde algo muy alto (la mayoría terminó mal). En la Edad Media, por ejemplo, Armen Firman se ató unas alas hechas con plumas de buitre y saltó de una torre de Córdoba (852 d. C.). En China preferían las cometas. Pero no fue hasta 1783, cuando los hermanos Montgolfier hicieron volar un globo aerostático tripulado, que el hombre finalmente despegó... y aterrizó sin problemas. Los viajes en globo se pusieron de moda en toda Europa.
En 1804, el británico George Cayley logró volar con un planeador de alas fijas y, en 1853, creó un modelo a escala completa que transportó a su reticente cochero en el primer vuelo tripulado con planeador del que se tiene constancia. Cincuenta años más tarde, dos hermanos estadounidenses construyeron su primer planeador con una forma de ala avanzada en el que querían poner un motor de gasolina con una "hélice". Como no pudieron encontrar a un fabricante experimentado que construyese un motor ligero de gasolina según sus especificaciones, decidieron construirlo ellos mismos. El 17 de diciembre de 1903, el aparato de los Wright voló cuatro veces, llegando hasta los 280 metros de distancia. Este supuso una rápida mejora en la tecnología del vuelo motorizado. En 1908, el estadounidense Glenn Hammond Curtiss voló aproximadamente un kilómetro, y en 1909 el francés Louis Blériot cruzó el Canal de la Mancha.
La Primera Guerra Mundial fue testigo de importantes avances en aeronáutica, especialmente en la militarización del aire, con la aparición de los primeros cazas y bombarderos. En los años 20 ya había pilotos sobrevolando los continentes con cierta regularidad (y sin estrellarse) y, en 1927, Charles Lindberg completó el primer vuelo ininterrumpido en solitario a través del océano Atlántico. Al parecer, la aviación había llegado para quedarse.
"Una vez que hayas probado el vuelo, caminarás por la tierra con los ojos alzados hacia el cielo porque ya habrás estado allí y siempre querrás volver". – Leonardo da Vinci
"Si puedes caminar tras un aterrizaje, ha sido un buen aterrizaje. Si al día siguiente puedes usar el aeroplano, ha sido un aterrizaje excelente". – Chuck Yeager