Esta ciudad del norte de Italia ancestral, rica y culta, ha sido una de las mayores de Italia desde el apogeo de Roma, y aloja a la universidad más antigua en activo del mundo, y la primera según lo que entendemos por "universidad".

Fue fundada por los etruscos en el 510 a. C. con el nombre de Felsina. Una tribu de galos, los boyos, la conquistaron en algún momento del siglo IV a. C. Los romanos la tomaron en el 190 a. C. y la rebautizaron como Bononia. Fue una próspera ciudad durante siglos hasta el colapso del Imperio romano de Occidente. Para entonces había estado en manos de godos, visigodos, lombardos y hunos, antes de ser incorporada al Sacro Imperio romano.

En 1070 se descubrió en Italia una copia del código de leyes romanas de Justiniano. Grupos de eruditos se congregaron para estudiar este y otros documentos, y con el tiempo, estas agrupaciones informales adoptaron una estructura más permanente. Poco después, se percatarían de la necesidad de unirse entre ellos para protegerse de las autoridades seglares y eclesiásticas. La famosa Universidad de Bolonia se fundó en 1088 y su funcionamiento causaría estupor en los estudiantes de ahora: los estudiantes contrataban, pagaban y despedían a los profesores. Existía incluso un comité de "Denunciantes de profesores". Los profesores, probablemente cansados de las denuncias, respondieron organizando sus propios grupos. El único título ofertado era el de doctorado y las materias consistían únicamente en derecho civil y canónico.

La Universidad de Bolonia resultó fundamental a la hora de establecer el marco legal de los poderes y la autoridad del emperador del Sacro Imperio sobre sus díscolos vasallos. Federico Barbarroja solía trabajar con los estudiosos de Bolonia para consolidar su autoridad y asegurar los casus belli contra las ciudades que se negaban a reconocer su poder. En 1158 le otorgó unos estatutos y la proveyó de fondos de la tesorería imperial, convirtiéndola en la primera universidad en tener unos estatutos. Así se zanjó el dilema de quién era la máxima autoridad de la institución y los profesores pudieron dedicarse a enseñar y los alumnos a aprender, y ambas partes pudieron volver a discutir en las tabernas, en lugar de en procedimientos cuasi jurídicos.

Por Bolonia pasaron algunas de las grandes mentes de la Edad Media y el Renacimiento: Petrarca, Becket, Copérnico, Durero y muchos otros personajes brillantes fueron alumnos de la universidad (en el caso de Copérnico, también fue profesor). El comercio floreció en la ciudad y tanto sus riquezas como su institución académica la convirtieron en un importante objetivo en el conflicto entre güelfos y gibelinos. Durante esta época, se erigieron varias de las torres fortificadas de la ciudad para proteger a las casas nobles de los levantamientos populares. A principios del siglo XVI, Bolonia pasó a ser parte de los Estados Pontificios y estar bajo la autoridad secular del papa.

Hoy la ciudad es una de las más ricas de Italia, y sus iglesias, palacios y pórticos se han restaurado y preservado. La Universidad de Bolonia, el alma máter de la que todas las demás descienden, aún enseña a genios de las artes y las ciencias. Los visitantes siguen llegando desde lejos para disfrutar de la cultura, la comida, la música y el estilo de vida que esta ciudad ofrece.