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Habilidad exclusiva

Ciudad-estado comercial

1 Enviado : +4 de Oro en la capital .
3 Enviados : +2 de Oro en cada Mercado y Faro.
6 Enviados : +2 de Oro en cada Banco y Astillero.

Bonificación suzerana de Hunza

Tus Rutas comerciales generan +1 de Oro por cada 5 casillas que recorren.

Contexto histórico
Cuando los españoles llegaron a Sudamérica se vieron seducidos por las historias de "El Dorado", una legendaria ciudad de oro. Aunque gran parte de esta fascinación provenía de la simple codicia, los escritores posteriores se han preguntado qué efectos habría tenido en la imaginación de los exploradores contemplar esas ciudades de adobe al sol poniente. Tales fantasías se habían visto alimentadas por la riqueza de muchas ciudades de América del Sur. Hunza, el corazón del pueblo muisca, era uno de esos lugares en los que abundaba el oro. Cuando los españoles lo encontraron, era uno de los reinos más ricos de América del Sur y, después de conquistar a los muiscas, convirtieron sus tierras en el importante grupo de colonias españolas que se convertiría en Colombia.

Los muiscas hablaban el chibcha y eran entre 120 000 y 160 000 personas cuando llegaron los españoles. Tenían dos organizaciones administrativas principales, una gobernada por reyes conocidos como "zipa" y la otra por reyes conocidos como "zaque". Ambos formaban una especie de confederación: los individuos de comunidades semiautónomas estaban unidos por un capitán, que a su vez respondía ante un gobernante, el zaque o el zipa. Las aldeas muiscas estaban muy concentradas, tenían tejados de paja, templos dedicados a un complicado panteón de divinidades y palacios para sus gobernantes. Como en muchas sociedades, la religión y el gobierno estaban unidos, y el zipa y el zaque ampliaron su legitimidad atribuyéndose un conocimiento mágico esotérico.

Las tierras muiscas eran ricas, pero áridas. Aunque cultivaban maíz, también atacaban a sus vecinos de las tierras bajas, más húmedas, para llevarse granos y cereales, además de esclavos para el trabajo agrícola y doméstico... y para hacer sacrificios. Los muiscas eran terroríficos en combate, los "guerreros guecha" a veces cargaban con cuerpos momificados a la espalda para demostrar su fuerza. De hecho, una posible traducción de su nombre sería "el portador de la muerte". En tiempos más pacíficos, los muiscas intercambiaban con los vecinos tejidos elaborados, así como el fruto de sus ricas minas. A día de hoy, las minas de esta región andina siguen dando esmeraldas y carbón (que los muiscas usaban para los hogares). Y trabajaban el oro también, por supuesto.

Los muiscas nadaban en oro, a veces en sentido literal. En sus ofrendas a los dioses en el lago Guatavita, los devotos muiscas se pintaban con polvo de oro y se bañaban en el agua. Los adornos para el zipa y el zaque eran de oro macizo (que obtenían comerciando, no de las minas muiscas). Conocer a un personaje así debió de llevar a los españoles a imaginar las ganancias que podrían sacar de la conquista o de una legendaria ciudad lejana, hecha completamente de ese metal. En 1537, una fuerza expedicionaria española que buscaba El Dorado llegó hasta la Sabana de Bogotá, el lecho prehistórico del lago que constituía el centro del territorio muisca.

Quemuenchatocha, el líder muisca, se dio cuenta del peligro que representaban los españoles e intentó esconderse de ellos. Pero no duró mucho; cuando los españoles lo descubrieron ataviado de oro y esmeraldas, sus compañeros huyeron. Los españoles se quedaron con sus objetos de valor... y con él. Fue en sus tierras, Hunza, donde se construyó la ciudad española de Tunja, y en las fértiles tierras muiscas donde se fundaría más tarde la que acabaría convirtiéndose en la capital, Bogotá.

En la actualidad, según un censo reciente, quedan poco menos de quince mil muiscas en Colombia. Hay grupos locales que han formado consejos para protestar contra la destrucción del medio ambiente en Colombia y preservar su patrimonio cultural.
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Tipos de ciudades-estado

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Mercado
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1 Enviado : +4 de Oro en la capital .
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Contexto histórico
Cuando los españoles llegaron a Sudamérica se vieron seducidos por las historias de "El Dorado", una legendaria ciudad de oro. Aunque gran parte de esta fascinación provenía de la simple codicia, los escritores posteriores se han preguntado qué efectos habría tenido en la imaginación de los exploradores contemplar esas ciudades de adobe al sol poniente. Tales fantasías se habían visto alimentadas por la riqueza de muchas ciudades de América del Sur. Hunza, el corazón del pueblo muisca, era uno de esos lugares en los que abundaba el oro. Cuando los españoles lo encontraron, era uno de los reinos más ricos de América del Sur y, después de conquistar a los muiscas, convirtieron sus tierras en el importante grupo de colonias españolas que se convertiría en Colombia.

Los muiscas hablaban el chibcha y eran entre 120 000 y 160 000 personas cuando llegaron los españoles. Tenían dos organizaciones administrativas principales, una gobernada por reyes conocidos como "zipa" y la otra por reyes conocidos como "zaque". Ambos formaban una especie de confederación: los individuos de comunidades semiautónomas estaban unidos por un capitán, que a su vez respondía ante un gobernante, el zaque o el zipa. Las aldeas muiscas estaban muy concentradas, tenían tejados de paja, templos dedicados a un complicado panteón de divinidades y palacios para sus gobernantes. Como en muchas sociedades, la religión y el gobierno estaban unidos, y el zipa y el zaque ampliaron su legitimidad atribuyéndose un conocimiento mágico esotérico.

Las tierras muiscas eran ricas, pero áridas. Aunque cultivaban maíz, también atacaban a sus vecinos de las tierras bajas, más húmedas, para llevarse granos y cereales, además de esclavos para el trabajo agrícola y doméstico... y para hacer sacrificios. Los muiscas eran terroríficos en combate, los "guerreros guecha" a veces cargaban con cuerpos momificados a la espalda para demostrar su fuerza. De hecho, una posible traducción de su nombre sería "el portador de la muerte". En tiempos más pacíficos, los muiscas intercambiaban con los vecinos tejidos elaborados, así como el fruto de sus ricas minas. A día de hoy, las minas de esta región andina siguen dando esmeraldas y carbón (que los muiscas usaban para los hogares). Y trabajaban el oro también, por supuesto.

Los muiscas nadaban en oro, a veces en sentido literal. En sus ofrendas a los dioses en el lago Guatavita, los devotos muiscas se pintaban con polvo de oro y se bañaban en el agua. Los adornos para el zipa y el zaque eran de oro macizo (que obtenían comerciando, no de las minas muiscas). Conocer a un personaje así debió de llevar a los españoles a imaginar las ganancias que podrían sacar de la conquista o de una legendaria ciudad lejana, hecha completamente de ese metal. En 1537, una fuerza expedicionaria española que buscaba El Dorado llegó hasta la Sabana de Bogotá, el lecho prehistórico del lago que constituía el centro del territorio muisca.

Quemuenchatocha, el líder muisca, se dio cuenta del peligro que representaban los españoles e intentó esconderse de ellos. Pero no duró mucho; cuando los españoles lo descubrieron ataviado de oro y esmeraldas, sus compañeros huyeron. Los españoles se quedaron con sus objetos de valor... y con él. Fue en sus tierras, Hunza, donde se construyó la ciudad española de Tunja, y en las fértiles tierras muiscas donde se fundaría más tarde la que acabaría convirtiéndose en la capital, Bogotá.

En la actualidad, según un censo reciente, quedan poco menos de quince mil muiscas en Colombia. Hay grupos locales que han formado consejos para protestar contra la destrucción del medio ambiente en Colombia y preservar su patrimonio cultural.
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