Los zocos árabes, los bazares persas, los palenques filipinos... Los mercados han existido desde que los granjeros tenían excedentes y los comerciantes tenían mercancías para vendérselas al pueblo. Los mercados primitivos, que funcionaban mediante un sistema de trueque, cambiaron y comenzaron a ser rentables e indispensables para la civilización gracias a la llegada de la escritura y las monedas. Estaban situados en ciudades que formaban parte de rutas comerciales y en otras menos transitadas pero que eran centros de consumo. En los mercados de Tebas, Babilonia, Atenas, Roma, Bangkok, Marrakech, Londres, Delhi, y en otros por todo el mundo y en todas las épocas, se vendían artículos exóticos, innovadores y cotidianos. Los hay de distintos formatos y estilos, como flotantes, cubiertos, callejeros, nocturnos, en plazas y un largo etcétera, pero la idea siempre ha sido la misma: que los puestos de los comerciantes sean rentables.
Los zocos árabes, los bazares persas, los palenques filipinos... Los mercados han existido desde que los granjeros tenían excedentes y los comerciantes tenían mercancías para vendérselas al pueblo. Los mercados primitivos, que funcionaban mediante un sistema de trueque, cambiaron y comenzaron a ser rentables e indispensables para la civilización gracias a la llegada de la escritura y las monedas. Estaban situados en ciudades que formaban parte de rutas comerciales y en otras menos transitadas pero que eran centros de consumo. En los mercados de Tebas, Babilonia, Atenas, Roma, Bangkok, Marrakech, Londres, Delhi, y en otros por todo el mundo y en todas las épocas, se vendían artículos exóticos, innovadores y cotidianos. Los hay de distintos formatos y estilos, como flotantes, cubiertos, callejeros, nocturnos, en plazas y un largo etcétera, pero la idea siempre ha sido la misma: que los puestos de los comerciantes sean rentables.