Nadie sabe muy bien quién disparó el primer cohete. Algunos historiadores afirman que los cohetes los utilizaron por primera vez en una batalla en el año 1232 d. C. los chinos contra los mongoles, con explosiones que se oyeron a unos 25 kilómetros de distancia. Otros sostienen que los primeros ejemplos de cohetes se encuentran en la "rata de tierra", un tipo de fuego artificial que utilizó el emperador Lizong con motivo del cumpleaños de su madre Kung Sheng en 1264. Lo cierto es que la primera mención escrita a los cohetes se encuentra en el "Huolongjing" –escrito por el oficial de artillería chino Jiao Yu a mediados del siglo XIV– donde describe incluso el primer cohete multietapa, que al parecer utilizaba la Armada china.
Hasta la Segunda Guerra Mundial, los cohetes fueron armas de alcance relativamente corto, imprecisas, torpes... o se utilizaban para hacer bonitos fuegos artificiales (no es que los cohetes militares no hagan explosiones bonitas). En 1792, el sultán Tipu utilizó cohetes entubados en hierro para defender Mysore de la avaricia de la Compañía de las Indias Orientales británica. Los británicos, al ver que esto era algo bueno, desarrollaron el cohete Congreve de combustible sólido para usarlo contra los franceses, los estadounidenses y demás tipos desagradables. En 1914, Robert Goddard –inspirado por los cuentos fantásticos de H. G. Wells– patentó varios conceptos que resultaron fundamentales en la historia de los cohetes: una cámara de combustión, etapas múltiples y una tobera para aumentar la velocidad de escape.
Mientras tanto, los científicos alemanes también refinaron sus propios diseños de cohetes... para bombardear al enemigo, por supuesto. Aunque la V-1 no era más que una tosca bomba volante, la V-2 fue una maravilla, con turbobombas, sistemas de guiado inercial y muchas innovaciones más que aún utilizan los especialistas en cohetes. El final de la guerra provocó una "carrera espacial" cuando las dos superpotencias "asimilaron" a muchos de los mejores coheteros alemanes de Peenemünde, destacando sobre todo la adquisición de Wernher von Braun por parte de los Estados Unidos. A pesar de que fue la Unión Soviética quien lanzó el primer satélite y puso al primer hombre en órbita, fueron los EE. UU. quienes construyeron el primer misil balístico intercontinental con una ojiva nuclear.
"La ingeniería espacial se ha mitificado en exceso con respecto a su verdadera complejidad". – John Carmack
"Al lanzar un cohete, uno no llega a pilotarlo, más bien se queda esperando". – Michael P. Anderson
Nadie sabe muy bien quién disparó el primer cohete. Algunos historiadores afirman que los cohetes los utilizaron por primera vez en una batalla en el año 1232 d. C. los chinos contra los mongoles, con explosiones que se oyeron a unos 25 kilómetros de distancia. Otros sostienen que los primeros ejemplos de cohetes se encuentran en la "rata de tierra", un tipo de fuego artificial que utilizó el emperador Lizong con motivo del cumpleaños de su madre Kung Sheng en 1264. Lo cierto es que la primera mención escrita a los cohetes se encuentra en el "Huolongjing" –escrito por el oficial de artillería chino Jiao Yu a mediados del siglo XIV– donde describe incluso el primer cohete multietapa, que al parecer utilizaba la Armada china.
Hasta la Segunda Guerra Mundial, los cohetes fueron armas de alcance relativamente corto, imprecisas, torpes... o se utilizaban para hacer bonitos fuegos artificiales (no es que los cohetes militares no hagan explosiones bonitas). En 1792, el sultán Tipu utilizó cohetes entubados en hierro para defender Mysore de la avaricia de la Compañía de las Indias Orientales británica. Los británicos, al ver que esto era algo bueno, desarrollaron el cohete Congreve de combustible sólido para usarlo contra los franceses, los estadounidenses y demás tipos desagradables. En 1914, Robert Goddard –inspirado por los cuentos fantásticos de H. G. Wells– patentó varios conceptos que resultaron fundamentales en la historia de los cohetes: una cámara de combustión, etapas múltiples y una tobera para aumentar la velocidad de escape.
Mientras tanto, los científicos alemanes también refinaron sus propios diseños de cohetes... para bombardear al enemigo, por supuesto. Aunque la V-1 no era más que una tosca bomba volante, la V-2 fue una maravilla, con turbobombas, sistemas de guiado inercial y muchas innovaciones más que aún utilizan los especialistas en cohetes. El final de la guerra provocó una "carrera espacial" cuando las dos superpotencias "asimilaron" a muchos de los mejores coheteros alemanes de Peenemünde, destacando sobre todo la adquisición de Wernher von Braun por parte de los Estados Unidos. A pesar de que fue la Unión Soviética quien lanzó el primer satélite y puso al primer hombre en órbita, fueron los EE. UU. quienes construyeron el primer misil balístico intercontinental con una ojiva nuclear.
"La ingeniería espacial se ha mitificado en exceso con respecto a su verdadera complejidad". – John Carmack
"Al lanzar un cohete, uno no llega a pilotarlo, más bien se queda esperando". – Michael P. Anderson