Una vez que los seres humanos comenzaron a disparar cohetes, se hizo necesaria una nueva comprensión de la balística. Simplemente, el vuelo de los cohetes, reactores, misiles, aeronaves espaciales y demás no podía verse cubierto por los conocimientos de balística interior, intermedia, exterior y terminal que habían acumulado los ingenieros hasta el momento. Cuando Goddard y von Braun comenzaron a iluminar los cielos, se hizo necesario algo más que un giroscopio para conseguir que el misil impactara donde se quería. Y cuestiones como la velocidad de escape y la reentrada orbital comenzaron a tener su importancia, sobre todo para los futuros cosmonautas y astronautas. Mientras tanto, los aviones a reacción, capaces de volar a la velocidad del sonido a altitudes de 10-15 000 metros, cambiaron la dinámica de vuelo por la balística.
Aunque la mecánica de Newton se siguió aplicando, la balística para cohetes y misiles llegó a ser tan compleja que los matemáticos tuvieron que derivar ecuaciones diferenciales de segundo orden para calcular la posición, computar la resistencia al avance y estimar la llegada al lugar de destino. Hasta debió tenerse en cuenta la gravedad. Luego, añadieron lo de lanzar misiles y cohetes desde aviones ultraveloces en lanzamiento de trayectoria retrasada y solo los ordenadores pudieron desentrañar ese galimatías.
Los que querían poner cosas en órbita y más allá se vieron obligados a crear todo un campo nuevo: la astrodinámica, una combinación de balística y mecánica celeste. Si uno quería llevar a un hombre a la Luna (y traerlo de vuelta a la Tierra vivo), no bastaba solo con la balística. Tratar de conseguir que dos objetos se movieran juntos con seguridad era tan complejo que la NASA desarrolló el Computador de Navegación del Apolo, un microordenador integrado con el que los astronautas podían comunicarse a través de un teclado con pantalla para realizar cálculos balísticos casi al instante.
La aplicación de la balística se ha vuelto tan avanzada que los hombres solos ya no pueden abordarla.
El valor sin instrucción es inútil frente a las balas educadas". – George Patton
"Apunta hacia la luna, pues aunque falles aterrizarás entre las estrellas". – Clement Stone
Una vez que los seres humanos comenzaron a disparar cohetes, se hizo necesaria una nueva comprensión de la balística. Simplemente, el vuelo de los cohetes, reactores, misiles, aeronaves espaciales y demás no podía verse cubierto por los conocimientos de balística interior, intermedia, exterior y terminal que habían acumulado los ingenieros hasta el momento. Cuando Goddard y von Braun comenzaron a iluminar los cielos, se hizo necesario algo más que un giroscopio para conseguir que el misil impactara donde se quería. Y cuestiones como la velocidad de escape y la reentrada orbital comenzaron a tener su importancia, sobre todo para los futuros cosmonautas y astronautas. Mientras tanto, los aviones a reacción, capaces de volar a la velocidad del sonido a altitudes de 10-15 000 metros, cambiaron la dinámica de vuelo por la balística.
Aunque la mecánica de Newton se siguió aplicando, la balística para cohetes y misiles llegó a ser tan compleja que los matemáticos tuvieron que derivar ecuaciones diferenciales de segundo orden para calcular la posición, computar la resistencia al avance y estimar la llegada al lugar de destino. Hasta debió tenerse en cuenta la gravedad. Luego, añadieron lo de lanzar misiles y cohetes desde aviones ultraveloces en lanzamiento de trayectoria retrasada y solo los ordenadores pudieron desentrañar ese galimatías.
Los que querían poner cosas en órbita y más allá se vieron obligados a crear todo un campo nuevo: la astrodinámica, una combinación de balística y mecánica celeste. Si uno quería llevar a un hombre a la Luna (y traerlo de vuelta a la Tierra vivo), no bastaba solo con la balística. Tratar de conseguir que dos objetos se movieran juntos con seguridad era tan complejo que la NASA desarrolló el Computador de Navegación del Apolo, un microordenador integrado con el que los astronautas podían comunicarse a través de un teclado con pantalla para realizar cálculos balísticos casi al instante.
La aplicación de la balística se ha vuelto tan avanzada que los hombres solos ya no pueden abordarla.
El valor sin instrucción es inútil frente a las balas educadas". – George Patton
"Apunta hacia la luna, pues aunque falles aterrizarás entre las estrellas". – Clement Stone