Los griegos y romanos utilizaban las sales de aluminio como astringentes y sales de baño. Durante siglos, el aluminio no sirvió prácticamente para nada más, hasta que en 1825 el químico danés Hans Oersted logró crear un trozo de metal de aluminio. En la década de 1850, el aluminio puro era tan difícil de producir que las barras de este material eran más valiosas que el oro, e incluso llegó a exhibirse como una curiosidad en la Exposición Universal de 1855. Los científicos, por supuesto, solo tenían que encontrar usos para él, y en la actualidad el aluminio podemos encontrarlo en todo, desde naves espaciales a cacerolas.
Los griegos y romanos utilizaban las sales de aluminio como astringentes y sales de baño. Durante siglos, el aluminio no sirvió prácticamente para nada más, hasta que en 1825 el químico danés Hans Oersted logró crear un trozo de metal de aluminio. En la década de 1850, el aluminio puro era tan difícil de producir que las barras de este material eran más valiosas que el oro, e incluso llegó a exhibirse como una curiosidad en la Exposición Universal de 1855. Los científicos, por supuesto, solo tenían que encontrar usos para él, y en la actualidad el aluminio podemos encontrarlo en todo, desde naves espaciales a cacerolas.