Contiene artefactos . No se puede construir en un distrito de Teatros que ya tenga un Museo de arte.
Contexto histórico
Los humanos, además de generar muchos trastos, sienten fascinación por las cosas antiguas, y por eso crearon los museos. Un museo es un edificio diseñado para exponer las posesiones más preciadas de la civilización y que el público las contemple. Hay museos que albergan obras de arte, otros exhiben fósiles, objetos de interés histórico o curiosidades de la cultura popular. Los hay que exponen trajes, joyas, armas, artefactos o cualquier cosa que los humanos que recorren sus salas encuentren interesantes. La colección de rarezas más antigua que se conoce (alrededor del año 530 a. C.) es el museo de Ennigaldi-Nanna, que tuvo suficiente afluencia de público como para que sus artículos estuvieran etiquetados (una pista para que los arqueólogos supieran que las ruinas pertenecían a un museo). Pero la idea de colecciones como tales, para enaltecimiento del público, caló en realidad durante la Ilustración, con la armería real de la Torre de Londres, el Museo de Bellas Artes y Arqueología de Besanzón y la Kunstkámera de San Petersburgo. Estos y otros museos son ahora tan históricos como los trastos que exhiben.
Contiene artefactos . No se puede construir en un distrito de Teatros que ya tenga un Museo de arte.
Contexto histórico
Los humanos, además de generar muchos trastos, sienten fascinación por las cosas antiguas, y por eso crearon los museos. Un museo es un edificio diseñado para exponer las posesiones más preciadas de la civilización y que el público las contemple. Hay museos que albergan obras de arte, otros exhiben fósiles, objetos de interés histórico o curiosidades de la cultura popular. Los hay que exponen trajes, joyas, armas, artefactos o cualquier cosa que los humanos que recorren sus salas encuentren interesantes. La colección de rarezas más antigua que se conoce (alrededor del año 530 a. C.) es el museo de Ennigaldi-Nanna, que tuvo suficiente afluencia de público como para que sus artículos estuvieran etiquetados (una pista para que los arqueólogos supieran que las ruinas pertenecían a un museo). Pero la idea de colecciones como tales, para enaltecimiento del público, caló en realidad durante la Ilustración, con la armería real de la Torre de Londres, el Museo de Bellas Artes y Arqueología de Besanzón y la Kunstkámera de San Petersburgo. Estos y otros museos son ahora tan históricos como los trastos que exhiben.