El poeta Joseph Brodsky describió Venecia como "la eternidad misma". De igual modo, el rapsoda toscano Petrarca describió la Venecia del siglo XIV como "mundus alter" ("otro mundo"). No están solos en sus alabanzas. Escritores, cineastas y poetas como Lord Byron, Thomas Mann, William Shakespeare, Daphne du Maurier y muchísimos más han encontrado inspiración en esta antigua ciudad que se aferra a orillas del mar. Su centro está construido en una isla en medio de una laguna y, como tal, Venecia es una urbe que vive unida íntimamente al agua. Dada su historia mercantil, es una ciudad que siempre lo ha hecho. El dogo (un término derivado de la palabra latina para "duque", nada que ver con la raza de perros) de Venecia la "casa" de manera simbólica con el mar en ocasiones especiales. El término correcto para un estado como Venecia es "talasocracia", una república marítima. Un país marino.

El origen de Venecia se debe a las invasiones germanas y hunas de finales del Imperio romano. A medida que el gobierno de Roma en Italia se desmoronaba, las familias romanas adineradas (que buscaban conservar su riqueza y no cedérsela de manera involuntaria a las familias adineradas de los hunos, que pronto se volverían ricas) se trasladaron a la isla. Con la península itálica en ruinas, Venecia se alió con los restos de Roma, los bizantinos, pero al final se separó y se convirtió en una ciudad-estado independiente. Cuando el poder de Bizancio disminuyó, y sobre todo después de que los cruzados saquearan Constantinopla en 1204, Venecia fue capaz de acaparar el mercado del comercio con las potencias árabes, recién llegadas al Mediterráneo.

Durante este periodo, Venecia vivió su apogeo. El arte veneciano tuvo una gran influencia. Los artistas de "la Serenísima" incluían a la familia Bellini, que ponía el acento en la interacción entre la pintura y la luz disponible. Otros pintores –como Tiziano, Giorgione y Veronese– experimentaron con la textura y la sensualidad, la luz y el paisaje. El carnaval veneciano, con sus máscaras y disfraces elaborados, sigue siendo una imagen popular de excesos y voluptuosidad, y el soplado de vidrio veneciano continúa siendo un arte que requiere de gran habilidad.

No hay duda de que el imperio de Venecia se basaba en el comercio, pero esto tenía sus pegas. La peste negra y las plagas posteriores (que llevaban las ratas en el pelaje y que a su vez se escondían en las bodegas de los barcos) asolaron la ciudad repetidas veces. Además, en el siglo XV, Venecia sufrió dos reveses importantes: uno de oriente y otro de occidente. En el este, Venecia apoyó a su antigua aliada, Bizancio, mientras esta resistía contra los turcos otomanos, algo que el sultán no perdonó ni olvidó, y Venecia vio sus barcos saqueados y sus rutas cortadas a medida que los otomanos ganaban poder en el Mediterráneo oriental. Además, en occidente, los marineros portugueses perfeccionaron el comercio marítimo de larga distancia hacia Asia oriental, lo que acabó con la necesidad de tratar con el Mediterráneo (y los barcos venecianos).

Venecia perdió su independencia cuando Napoleón la conquistó durante las guerras de principios del siglo XIX que llevan el nombre del pequeño dictador francés. A la ciudad no le fue del todo mal que la conquistara Napoleón, aunque eso acabara con su independencia. El general mandó quitar las puertas del gueto –la zona de la ciudad en la que se requería que viviera la población judía de Venecia– y permitió que los judíos de la ciudad se establecieran donde quisieran, lo cual lo convirtió en un héroe para algunos venecianos. Tras la derrota de Napoleón, Venecia no recuperó su independencia y se entregó a Austria y, más tarde, al incipiente reino de Italia. En la actualidad sigue siendo italiana.

Ahora, la ciudad es una de las atracciones turísticas más famosas del mundo. Además, se está hundiendo en el Adriático. El cambio climático y el aumento del nivel del mar representan una grave amenaza para ella, y la antigua ventaja de encontrarse en una isla pantanosa en una laguna de agua salada se ha convertido en su característica más peligrosa; por ejemplo, en 2019, un 80% de la ciudad se encontraba inundado. Al parecer, el matrimonio con el mar se ha vuelto más íntimo de lo que el dogo hubiera deseado. Demasiada agua...