En una época en la que proliferan las armas nucleares, la guerra total es una opción bastante peligrosa. Gobernar un páramo nuclear repleto de escombros no merece la pena, y por eso se ha ideado la noción de "poder inteligente": una combinación de demostraciones militares limitadas y acciones no militares que tienen como objetivo alcanzar los fines políticos del estado. No se trata de una práctica nueva, pero la presencia de armas apocalípticas sí que cambia algunos de los detalles de su implementación.

El poder inteligente se caracteriza por una combinación de política, diplomacia heterodoxa y tradicional, superioridad sobre las poblaciones enemigas y demostraciones intimidantes de poder. A sus partidarios les gusta hablar de los "multiplicadores de combate", en los que los diferentes enfoques se combinan de manera no lineal para producir resultados mayores que la suma de todos los elementos. Sin embargo, cuando esta técnica falla, se pueden cambiar los objetivos políticos buscados para declarar una victoria "a posteriori".