A diferencia de las gloriosas iglesias y catedrales católicas, los protestantes creían que las representaciones artísticas suponían una distracción a la hora de rendir culto, y por eso algunos congregacionistas lo hacían en las casas de oración, que eran construcciones sencillas fabricadas con recursos cercanos (normalmente piedra y madera). En el Nuevo Mundo, el centro social y cultural de la mayoría de las colonias protestantes era la casa de oración, que servía de local de culto y para el discurso público de los colonos. Para muchos de los primeros asentamientos cuáqueros, menonitas, unitaristas, puritanos, baptistas y demás, la casa de oración también servía como ayuntamiento de facto, y en ella se llevaban a cabo debates políticos, votaciones y toma de decisiones. En todas las colonias a lo largo de la costa atlántica, la casa de oración era normalmente el primer edificio que se construía. Cuando en Estados Unidos se produjo la separación entre la Iglesia y el Estado, estos edificios se convirtieron en ayuntamientos.